Robinson Crusoe: Aventuras en la isla maldita: ¡Wilsooooon!

En esta isla me maté yo.

Robinson Crusoe: Adventure on the Cursed Island. Ignacy Trzewiczek, 2014 – Portal Games (EDGE Entertainment)

1-4 jugadores, 2 horas.

En esta isla me maté yo.

En esta isla me maté yo.

Por fin. Desde hace años estaba esperando que se editara este juego en España, en parte por ser uno de los juegos que más rápidamente han subido en el top de BoardGameGeek en los últimos años (con alguna que otra excepción), en parte por la polémica que surgió aquí, de la que ya hablaré más adelante en la reseña; tranquilos, que el salseo está servido. La cuestión es que, tras una sucesión de retrasos que parecía no tener fin, ya podemos disfrutar en España de este cooperativo de náufragos en islas desiertas. A ver si ha merecido la pena tanto esperar.

En Robinson Crusoe nos metemos en el papel de un grupo de náufragos que ha llegado a una isla desierta y pretende sobrevivir hasta que venga un barco de rescate, así que vamos a ir paseando por la isla intentando recoger madera, conseguir comida, construir un campamento y herramientas con los recursos que vamos adquiriendo y atendiendo a las necesidades del grupo, todo de un modo completamente cooperativo ya que, si se nos muere uno de los protas, adiós partida. Como si no pudiéramos decidirnos entre Zombicide y Agricola y hubiéramos optado por jugar a ambos a la vez.

¿Complicado? ¿De qué me estás hablando?

¿Complicado? ¿De qué me estás hablando?

A pesar de lo que parece hacernos creer el manual (acentuado por el desastre que es la edición española en ese aspecto, con erratas y párrafos fantasma a cascoporro), Robinson Crusoe en realidad es un juego bastante sencillo de jugar: cada turno empezamos con un evento a resolver, que puede ser desde la llegada de restos de otro naufragio a la isla que nos proporciona algo de madera adicional a una tormenta tropical, pasando por todos los puntos intermedios que quieras imaginar. Luego vamos a colocar nuestras fichas de acción por el tablero, dependiendo de lo que queramos hacer y lo que queramos asegurar, ya que en muchas de esas acciones podemos optar por ir con dos fichas y tener éxito automático o con una y tirar dados a ver qué pasa. Por último volvemos al campamento y consumimos madera y comida según el frío que haga y el hambre que tengamos, y así hasta que cumplamos las condiciones de victoria del escenario o se nos muera alguien y perdamos la partida.

Y vamos a perder esa partida, muchas veces a lo bestia. Porque una cosa es que el juego sea fácil de jugar y otra que sea fácil de ganar. En las primeras partidas la falta de campamento hará que en tres turnos a lo máximo estéis criando malvas. Luego, cuando estéis más organizados, descubriréis que no tenéis acciones suficientes para hacer todo lo que queríais. Después maldeciréis las tiradas de dados que os ponen heridas y sucesos recurrentes en los momentos más inoportunos, y por último os quebraréis la cabeza para intentar sacarle el máximo partido a las habilidades especiales de vuestros personajes. Yo sé que se puede ganar porque me lo han contado, pero aún estoy por vivirlo de primera mano. Y eso, en un cooperativo, siempre es bueno: a nadie le gusta que le pongan un reto fácil.

Uno de los posibles puntos negros de Robinson Crusoe no es tanto un fallo del juego en sí como de la gente que lo vaya a jugar, y es algo común a muchos juegos cooperativos. Al tener los recursos tan justitos y resultar tan crítico un buen planteamiento de las acciones, puede que nos veamos en más de una ocasión afectados por lo que se ha venido llamando efecto líder, en el que un jugador intenta imponer sus decisiones a todos los demás, y acaba uno como convidado de piedra, moviendo la fichita cuando y donde nos lo dice el mandón de turno. Si en tu grupo tienes a algún adicto al control, espérate a un día que esté con gripe para sacarlo o te vas a aburrir de lo lindo.

Aparte de eso, la que pueda ser quizá la mayor pega y fuente de decepciones de Robinson Crusoe es una cuestión de expectativas. Que no te engañen: por muchos eventos, muchos escenarios distintos y muchos dados que se tiren, Robinson Crusoe es, en esencia, un juego de gestión de recursos. No te esperes un Arkham Horror con fichas de madera y comida, sino un Agricola cooperativo con eventos. Igual que en éste, tendremos un hilo conductor y un tema que nos ayuda a darle sentido a todo el conjunto, pero uno no se mete en una partida de Robinson Crusoe a ver qué le pasa y qué historia puede contar después, sino a ver qué tal le salen las cuentas y si es capaz de resolver el puzle que se le presenta. Que no lo hace peor juego, sino que precisa un planteamiento distinto a la hora de sentarse a la mesa.

Pero vamos a lo que estabais esperando, que yo también tengo ganas de hablar de ello. Allá por 2013, la ahora absorbida Homoludicus publicó Náufragos, otro juego de gestión de recursos con tema de islas desiertas, y ya por aquel entonces (y bastante antes incluso) se habló de que el tito Ignacy podía haberse, digamos inspirado en el prototipo de Alberto Corral para diseñar Robinson Crusoe. De hecho, aquel juego iba a haberse publicado con el nombre Crusoe y hubo que cambiarlo cuando salió éste. En aquel momento me tomé las quejas como el típico lloriqueo patrio pensando que, al fin y al cabo, una idea es una idea y que cómo nos gusta exagerar y hacernos las víctimas.

Mis disculpas.

Porque, y no hay espacio para la más mínima duda, Robinson Crusoe podría haberse llamado perfectamente Náufragos Segunda Edición. No es ya sólo el tema, sino detalles como que haya dos peones de acción por jugador, los eventos al comienzo de cada turno, que las cartas que salen en un mazo luego tengan otro efecto yendo a un mazo distinto…, todo ello sumado a la mala fama, confirmada en muchos casos por él mismo, que tiene el autor polaco de ver un juego y pensar «yo lo puedo hacer mejor», y sacar su versión con cuatro apaños, como cuando nosotros nos ponemos a hacer nuestras reglas caseras para Zombies!!!pero con una editorial de relevancia internacional detrás para publicarnos. Si alguien os dice que no cree que Robinson Crusoe no hubiera existido si Ignacy Trzewiczek no le hubiera puesto el ojo encima a Náufragos, o está ciego o está mintiendo.

Esto ya es recochineo.

Esto ya es recochineo.

Por otro lado, y por mucho que me duela reconocerlo después del párrafo anterior, Robinson Crusoe es, en mi opinión, mucho mejor juego que Náufragosen cuanto a que es más completo y tiene menos asperezas (una vez has conseguido descifrar el reglamento, eso sí). Todas las acciones tienen la misma importancia y siempre hay un incentivo para hacerlo todo, y el componente de gestión, que ha evolucionado hasta convertirse en el juego completo, es mucho más interesante. Náufragos era un juego mediocre con un mazo de exploración que contaba unas historias increíbles; las historias de Robinson Crusoe son más del montón, pero a cambio te ofrece un desafío estratégico mucho más satisfactorio. Y de momento, hasta que Devir se decida a sacar esa soñada segunda edición de Náufragos y darle un buen repaso al juego, yo tengo que recomendaros Robinson Crusoe.

Te gustará si: no te achantas ante los retos.

Lo odiarás si: buscas contar historias, no hacer cuentinas.

Juego proporcionado por Generación-X.

 

 

4 Comments on Robinson Crusoe: Aventuras en la isla maldita: ¡Wilsooooon!

  1. Estupenda reseña. Me has despejado algunas dudas en mi decisión.
    A mi lo que más me llamaba de este era el ir descubriendo las losetas de terreno (reminiscencias de la «niebla de guerra» supongo 😛 ). Además de eso, el apartado estético lo veo brutal.
    Un saludo!

  2. Josep M Allué // enero 12, 2016 en 12:33 pm // Responder

    De hecho, en Essen 2011 Homoludicus se reunió con Trzewiczek y le dejó una maqueta completa de «Náufragos» para que lo jugara y valorará si le interesaba coeditarlo a él en Polonia.

    Al año siguiente Portal Games presentaba «Crusoe» en Essen «diseñado» por él mismo.

    Blanco y en botella.

    • Sí, conozco la historia. Desde luego, lo más elegante habría sido comprar los derechos de Náufragos y desarrollarlo en casa. Que una idea no tiene valor, pero aquí hay bastante más que «una idea».

      Gracias por pasarte, Josep. Siempre un gusto y un honor tenerte por aquí 🙂

  3. Sobre el tema de la idea, según lei en la bsk, el autor dijo que el era de tener la idea, pero que desarrollar el juego le daba pereza y que esto lo hizo mayormente el editor (Pol). Pol dijo que esa principalmente fue la causa del retraso del juego. Sí alguien se inspira en tu idea y se ha dedicado al 100%, en desarrollar su juego y al final lo saca antes y más pulido, considero la polémica un poco de frustración. Sí se hubiera dedicado de la misma manera que Ignazi, seguramente lo hubiera sacado antes que ellos con el nombre de Crusoe.
    Sobre el juego en sí, y aunque creo que sí que en algunas cosas son parecidos, son lo suficientemente distintos y dan sensaciones distintas para tener los dos.

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