Reseña: Going, Going, GONE!
Scott Nicholson, 2013 – Stronghold Games
Cuando hablamos de juegos de subastas pensamos inmediatamente en juegos áridos y puramente matemáticos en los que gana el que haga mejores cuentas. Y en cierto modo es así, aunque a mí siempre me ha atraído el componente de emoción, de faroleo, de duelo que tienen, ese cruce de miradas cuando las fichas empiezan a acumularse en ¡No, gracias! o ese momento de “pique” por un cuadro concreto en Modern Art. La pena es que para hacer estos juegos realmente divertidos tienes que seleccionar muy bien con quién los juegas, ya que con un jugador demasiado analítico que se te cuele en la partida ya se ha perdido toda la emoción.
Scott Nicholson se fijó en esto, y decidió que la cosa tenía que cambiar: una partida a un juego de subastas tenía que parecerse más a esos programas en los que la gente puja por contenedores misteriosos que a un examen de matemáticas, y se propuso utilizar este mecanismo, más propio de juegos de escuela europea, en un juego social. Nicholson es conocido por su gusto por la experimentación en el terreno de los juegos: fue el primero en hacer videoreseñas de juegos de mesa, y su Board Games with Scott marcó un antes y un después en el modo de acercarnos a estas curiosas combinaciones de madera, cartón y plástico. Por otro lado, su anterior juego de mesa, Tulipmania 1637, le salió un tanto sosete, más tirando a la actividad lúdico-educativa que a lo que es un juego hecho y derecho. ¿Daría esta vez en el clavo, o se volvería a quedar a medias?
Abriendo la caja nos encontramos con un mazo de cartas, cinco vasetes de plástico, una paleta de cartón con las reglas impresas en ella y un montón de cubos de madera: nada espectacular, pero tampoco nada de lo que quejarse. Para empezar a jugar, cada jugador toma 25 cubos de su color, se colocan los vasos en el centro de la mesa y se ponen cartas al lado de cada vaso (dos vasos con dos cartas cada uno y los tres restantes con una). Cada carta tiene dos cualidades: un tipo (tebeos, cromos, coches, juegos de mesa…) y un país (EEUU, Alemania, Italia…), y el juego trata de conseguir grupos de cartas que compartan una cualidad y venderlos para conseguir más cubitos.
¿Y cómo se consiguen esas cartas? Ahí está la chispa: se le da la paleta a uno de los jugadores y, cuando él decida, comenzará a contar de diez a cero. En ese tiempo, todos los jugadores (incluido el que cuenta) pueden poner sus cubos en los vasos correspondientes a las cartas que quieran. Cuando la cuenta llega a cero, se tapan los vasos con la paleta y el que más cubos haya puesto en cada uno se lleva la carta o cartas que le toquen. La gracia está en que el jugador que hace la cuenta decide la velocidad a la que la hace, y cuando oyes un dieznueveochosieteseis a toda mecha te entra el pánico y los cubos empiezan a volar por todas partes, y acabas sin saber muy bien cuántos has pujado ni en qué vasos has conseguido meterlos. Siete rondas de esto, pasando el rol de subastador en cada una y dejando tiempo para vender sets entre ronda y ronda para conseguir más cubitos, y el que acabe con más beneficios es el ganador.
Going, Going, GONE! es un juego absolutamente frenético en el que no hay espacio para el análisis-parálisis ni los mascarreglas que intentan encontrar el hueco en la sección 27.3 que le permite sacar dos puntos de victoria más. De hecho, el juego es deliberadamente vago en cuestiones sobre si es válido o no intentar bloquear un vaso para que la gente no puje en él, si se pueden sacar cubos de un vaso una vez puestos, cuántas manos se puede usar… Todo ello para que cada grupo lo adapte a lo que considere más divertido, incluso creando variantes como la que lo convierte en un juego de beber o la que obliga a tirar los cubos desde una distancia. Se trata, simple y sencillamente, de divertirse y reírse tomando decisiones muy rápidas y dejándose llevar por el pánico, de jugar en el sentido más puro de la palabra. Y, en ese aspecto, lo ha bordado.
Lo mejor: 20 minutos de risas en los que te sientes como los protagonistas de un programa de telerrealidad de subastas.
Lo peor: cuidado si juegas con gente con uñas largas o anillos pesados.
Es un drinking game con Pai-pai donde gana el que la tenga más grande… la mano, digo.
Eh, que la partida que jugamos la gané yo y la tengo pequeñita… la mano, digo 😉