Troyes: donde dije digo…

Si esta portada no os parece sinónimo de diversión pura, yo no sé.

Sébastien Dujardin, Xavier Georges y Alain Orban, 2010 – Pearl Games

Ficha en BoardGameGeek

Si esta portada no os parece sinónimo de diversión pura, yo no sé.

Si esta portada no os parece sinónimo de diversión pura, yo no sé.

Pero Betote, ¿qué es eso de que no te gusta Troyes? Venga ya, es imposible, te tiene que gustar sí o sí. Mira, tiene dados, y puedes echar a otros jugadores, y metas secretas, que te tiene que gustar seguro. Y yo que no, que Troyes lo tengo aborrecido y que prefiero echarme diez Die Burgen von Burgund seguidos antes que esa peste. Y que total, tampoco me pierdo nada que el juego lleva la vida descatalogado y están saliendo juegos de cubitos continuamente. Pero en Asmodee se ve que me han oído y han decidido hundirme la vida, porque ahora resulta que no sólo lo reeditan, sino que sale por primera vez en español. Y uno, que por sus Betotiers MA-TA, pues no tiene más remedio que agenciarse una copia de esta nueva edición aunque sólo sea para preveniros.

Y claro, si hay que escribir una reseña, el odio añejo no basta. La rabia tiene que ser reciente para que el verbo fluya, así que tocaba repasarse las reglas, reunir un grupo de valientes y ponerse manos a la obra. Tampoco me llevó mucho tiempo la preparación una vez mentalizado, ya que el reglamento es bastante sencillo para tratarse de un juego de gestión de los que les gustan a los culos duros: tienes señores repartidos entre tres edificios, y por cada señor tiras un dado del color correspondiente a su trabajo. Luego sale un evento chungo, se resuelve y se usan esos dados para colocar más señores, poner cubitos en eventos (cuando un evento se llena de cubitos, hay puntazos para los que más hayan puesto) y usar cartas que te dan puntos, dinero, influencia (que se usa para modificar dados y sacar más señores) o modificadores a hacer otras cosas que te den más puntos, dinero o influencia. Ya sabéis, el típico «tengo siete sitios donde ir y tengo que calcular cuál me da 4 puntos en vez de 3» que por algún motivo que no alcanzo a comprender hay gente que encuentra apasionante.

«El diseño gráfico de Troyes es excelente porque recuerda a los tiempos medievANDE USTED A PASEO, OIGA.

Lo que se supone que distingue a Troyes de otros cientos de juegos a los que podríamos haber aplicado el párrafo anterior sin cambiarle una coma son dos detalles: el primero es que puedes, como parte de tu turno, comprar dados a otros jugadores, que te van a costar desde dos monedas para un dado que vas a usar solito hasta seis si lo quieres usar junto a otros dos para hacer un triple combo. En un principio puede parecer que aquí va a haber sangre, pero como pagas esos dados con dinero que se puede usar a su vez para comprar otros dados, simplemente lo que hace es obligarte a pensar un poco en tus prioridades e intentes siempre utilizar tus mejores dados cuanto antes para que no te los compren. El otro es que hay seis cartas que dan puntos adicionales al final de la partida, y cada jugador va a conocer una de ellas nada más. Como se trata de metas fijas (en plan «6 puntos si acabas la partida con 18 monedas o más») y no mayorías, tampoco hay mucho que puedas hacer al respecto aparte de intentar cumplir la que sabes que va a estar y ver si puedes adivinar el resto por lo que estén haciendo los demás.

Y ya. Troyes no es un juego para tirar cohetes, pero tengo que decir que no sufrí la partida tanto como recordaba haber sufrido las anteriores y, como estas cosas siempre intrigan, me puse a pensar en esas otras horas de tortura. ¿La principal diferencia entre aquellas y ésta? Aquí estábamos todos leyendo reglas y consultando al mismo tiempo, teníamos las mismas dudas y lo que tratábamos de hacer era, simplemente, descubrir cómo se jugaba y qué nos ofrecía. En aquellas terribles partidas, por otro lado, siempre alguien que adoraba el juego me había dicho: «necesitamos uno más, que a cuatro es como más mola. Siéntate y te explico».

Yo durante mis primeras partidas a Troyes.

Yo durante mis primeras partidas a Troyes.

Imaginaos la escena: yo ahí, poniendo cara de circunstancias, cogiendo mis daditos y «¿qué pasa si lo pongo aquí?».Hacía un movimiento que provocaba miradas de desdén y me tiraba cuarto de hora hasta que llegaba mi turno de nuevo viendo cómo los demás compraban dados, los modificaban, los usaban en una combinación letal que les daba ochenta cosas de cada y luego me volvía a tocar a mí que, como me quedaba un dado nada más, pues venga, aquí mismo y ya. Lo raro es que no quemara toda mi colección de juegos en aquel momento y decidiera dedicarme al macramé. Ahora ya sé que lo que tengo que evitar no es el juego, sino a esos jugadores en concreto.

¿Significa eso que me he convertido a la religión de Troyes? En absoluto: es un juego que me parece soso, repetitivo y carente de toda emoción, pero también es verdad que opino lo mismo de gran parte de los juegos de gestión de recursos y ensaladitas de puntos, que se me repiten más que el ajo. Pero al menos ahora sé que si el entorno es el correcto y la gente la adecuada, no tiene por qué doler más que cualquier otra competición de relleno de hojas de cálculo.

  

 

6 Comments on Troyes: donde dije digo…

  1. HEREJE!

    Nada mas que añadir 😛

  2. ¿Qué recursos gestionas en Troyes?

  3. Ufff en el penúltimo párrafo he tenido sentimientos encontrados, me he sentido más que identificado. Y debo citar esta frase «Ahora ya sé que lo que tengo que evitar no es el juego, sino a esos jugadores en concreto.» porque no puedo estar mas de acuerdo con ella.
    Nos vemos en las mesas 😉

  4. ¿Y no sera que de tanto tragar mierda te has quedado sin sentido del gusto?, solo volvería a jugar al Troyes bajo amenaza de muerte a un miembro de mi familia (y solo la mas cercana).

Responder a KaninoCancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde El dado de Jack

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo