Scythe: armas pal pueblo

Pasajeros al treeeeeeen; tren del hype saliendo de la estacióooooooon...

Jamey Stegmaier, 2016 – Stonemaier Games (Maldito Games)

Ficha en BoardGameGeek

Pasajeros al treeeeeeen; tren del hype saliendo de la estacióooooooon...

Pasajeros al treeeeeeen; tren del hype llegando a la estacióooooooon…

De vez en cuando un juego llega arrasando, tras una campaña en Kickstarter de esas de llevarse las manos a la cabeza pensando “¿Pero cuánta pasta va a sacar este pavo por un juego a base de dibujos molones?” y tirarse de los pelos viendo cómo los más afortunados van colgando fotitos en Twitter e Instagram de los cajotes que les acaban de llegar mientras tú estás todavía esperando que el &#%@ camión se digne a pasar por tu ciudad. La espera va calmando los ánimos, y de la sobreexcitación pasa uno rápidamente a la bajona, a ver incrédulo cómo sube el juego por las clasificaciones como si fuera el mejor invento desde el pan de molde y a sospechar que a lo mejor la cosa no es para tanto y que es simplemente una aplicación jugona de la máxima de Barney Stinson Lo nuevo siempre es mejor. Al fin y al cabo, por lo que vamos leyendo en esas primeras reseñas que salen al otro lado del Charco (qué expresión más rancia, por cierto), tampoco es que sea tan original…

Agarraos, que vienen curvas.

Vamos a empezar por el de qué va, y la explicación corta es que Jamey Stegmaier vio unas ilustraciones que había hecho el artista Jakub Rozalsky en el que se veían escenas rurales con robots gigantes de fondo en un estilo que por ponerle nombre podríamos llamar sovietpunk y dijo: “yo quiero”. Contactó con el artista, se curró unas reglas y lo siguiente que recordamos es darle el número de nuestra tarjeta de crédito para que fuera sacando de ahí todos los euros que estimara convenientes. Lo que vamos a contarles a nuestros amigos al desplegar el tablero, por otro lado, es que tras una Guerra Mundial en una Europa de un universo alternativo, las tierras colindantes a la fábrica en la que se construyeron los mechs que fueron utilizados como arma por la mayoría de las grandes naciones durante el conflicto han quedado desiertas, y distintas facciones han mandado a agentes de confianza a reclamar esas tierras y conseguir recursos y gloria para su nación. Y ahí estás, con dos tableritos llenos de cosas de madera encajadas, una figura de plástico con tu personaje y su mascotita y dos trabajadores de madera ahí, pobrecitos, que no saben la que se les viene encima.

La primera impresión al ver todo ese despliegue es que estamos ante un juego de conquistas, combates y guantás con la mano abierta pero, ¡ay, almas cándidas! Jamey nos la ha pegado pero bien. O no, porque también es verdad que el muchacho lo estuvo avisando en su momento, pero no quisimos escucharle: veíamos esas figuras de plástico, esas ilustraciones y esas ganazas que teníamos de tenerlo todo en nuestras manos y no queríamos ver las palabras detrás de toda la imaginería. Y es que Scythe es, principalmente, un juego de gestión de recursos y eficiencia de acciones. Tenemos un mapa central por el que vamos a mover nuestras fichas, es cierto, y alguna que otra vez vamos a tener que llegar a las manos por el control de una casilla en concreto, pero la miga del juego la tenemos en los tableritos individuales, divididos en cuatro secciones y con una parte superior y otra inferior. Nuestro turno va a consistir en mover el peón de una sección a otra y decidir si llevamos a cabo la sección superior, la inferior o ambas. Las acciones de la sección superior son principalmente para moverse y conseguir recursos, y las inferiores para usar esos recursos y comprarnos cosas bonitas, como mechs, edificios, reclutas (que nos dan bonos cuando nosotros o nuestros vecinos realizan determinadas acciones) o mejoras (que aumentan los beneficios de una de las acciones superiores y reducen los costes de una de las inferiores).

Las primeras partidas que juegues a Scythe vas a tener el reto en resolver ese puzle de acciones, encontrar el orden más adecuado para hacer las distintas cosas (porque cada partida vas a jugar con un tablero distinto, y las combinaciones y beneficios de las acciones de cada tablero son distintas) y aprovechar al máximo la ventaja que supone poder hacer las dos acciones a la vez. Luego te vas a fijar en qué es lo que tienes que hacer para ganar, vas a ver las distintas metas y centrarte en cumplir seis de ellas (sacar todos los trabajadores, mejoras, reclutas, edificios o mechs, ganar hasta dos combates, cumplir alguno de los dos objetivos secretos de comienzo de partida o llegar hasta arriba en los registros de poder y popularidad), ya que en el momento en el que cumples tu sexta meta la partida termina y se cuentan los puntos; tras la primera partida en la que pongas orgulloso tu sexta estrellita en el tablero para descubrir que otro hijo de quien sea te ha superado en el recuento final te das cuenta de que a lo mejor ir a por misiones a lo loco descuidando la popularidad o quedándote en un rinconcito del mapa sin expandirte en absoluto no es lo más adecuado, y todo esto dándote codazos con los que tienes a los lados porque el mapa parece grande pero luego resulta que siempre hay un obstáculo que no nos deja movernos con la libertad que querríamos.

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Parece que se van a partir el alma, pero no. Bueno, sí, pero un poquito solo.

¿Por qué es Scythe tan bueno? Porque es un producto muy cuidado, eso sin duda. Desde lo espectacular de los componentes, incluso en la versión para proletarios sin monedas de metal, recursos realistas o mapa megagigante, al cuidado de las ilustraciones y, sobre todo, a lo afinado de los mecanismos de juego que permiten una enorme variedad sin dañar el equilibrio (he visto ganar a todas las facciones y con todos los tableros), te dejan intentar varias vías de victoria y te dan, al final, esa sensación tan satisfactoria de haber tomado parte en una partida en la que cada jugador lo ha dado todo. Es un juego de gestión de recursos, sí, y en el fondo tampoco ha reinventado la rueda, pero es uno de esos raros juegos en los que, a pesar de estar haciendo cálculos y pensando tus jugadas con varios turnos de antelación, sientes al mismo tiempo una conexión con el tema, un estar contribuyendo a la mayor gloria de Polania o la Unión Rusviética durante un par de horitas mientras te enfrentas en una lucha sin cuartel con esos enemigos acérrimos con los que, después de la partida, te vas a tomar unas cañas mientras comentáis la jugada.

No es un juego perfecto, desde luego. Un pequeño “pero” que tengo con él es el de las cartas de encuentro. Cuando tu líder llega a determinados lugares del mapa saca una carta con una ilustración y tres opciones entre las que vas a escoger una (generalmente es obtener un pequeño beneficio y ganar popularidad, pagar por recursos o bajar popularidad para obtener un beneficio importante), y si bien me gusta cómo ofrece un punto de variedad sin desequilibrar el juego (todas las cartas son más o menos igual de beneficiosas), habría agradecido una o dos frases que me dijeran qué es exactamente lo que encuentro, además de la ilustración.

El otro punto que puede echar para atrás es el del combate: cuando varios líderes o mechs de distintas facciones se enfrentan, lo que hacen los jugadores es pujar en secreto una cantidad de poder militar, añadiendo hasta una carta por figura que haya en la batalla, y el que haya invertido más recursos en esa batalla, la gana. El problema que se puede ver en esto es que muchas veces el resultado es predecible, y raro es el caso en el que alguien se va a meter en una batalla que no sepa que va a ganar, lo que es otro palo en la frente de los que esperaban un tiradados salvaje. A mí no me supone ningún problema e incluso lo veo positivo ya que, como todo en este juego, combina momentos de tensión frente a qué carámbanos va a hacer este con planificación a largo plazo, y los efectos de las batallas son importantes pero en ningún momento vas a sentir que te han echado de la partida por un ataque por el lado malo.

En definitiva, Scythe puede no ser lo que algunos esperaban pero, desde luego, es exactamente lo que quería su autor que fuera. Si siempre has querido que Terra Mystica tuviera algo de alma o que Eclipse fuera un poco más controlable, estás sin duda ante un juego que te va a encantar. Si has venido aquí por las batallas entre robots gigantes, en cambio, me temo que vas a tener que seguir buscando.

seal of approval

 

Lo amarás: si te gustan los juegos de gestión que no se achantan ante la confrontación entre jugadores.

Lo odiarás: si tú querías un Evangelion: the Board Game.

 

 

2 Comments on Scythe: armas pal pueblo

  1. Terra Mystica o Scythe. Asi llevo un par de semanas. Malisimas! De Terra Mystica me llama que sea un euro durete y con mecanicas que parece que funcionan como un reloj. De Scythe me llama todo su apartado visual. Me estais volviendo loco entre todos! (。☉౪ ⊙。).

    Por cierto, muy buena reseña. Como siempre.

  2. Muy buena reseña. Ya me has subido el hype XD De hecho, a medida que iba leyendo, me iba recordando más al Terra Mystica, juegazo que me encanta (estos que mezclan gestión de recursos con un trasfondo y diseño bonito, que sientes que estás haciendo algo chulo (no plantar nabos XD) son lo mejor

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