Samurái – El plástico es la nueva baquelita
Reiner Knizia, 1998 – Windrider Games (EDGE Entertainment)

Vale, no tiene prácticamente nada que ver con el juego, pero la portada es bonita.
Si jugabas a juegos de mesa alemanes entre mediados de los 90 y principios de los 2000, había un nombre que conocías sí o sí: Reiner Knizia. El maestro de los temas pegados, las mayorías curiosas y los métodos raros de puntuación, que más tarde decidiría que para qué esforzarse si la pastaca estaba en hacer variaciones de Piko Piko para el móvil. Y si a mí los que más me gustan son sus juegos de subastas como Modern Art o Ra, sus juegos de mayorías son de esos que hay que jugar al menos una vez en la vida, y hoy nos encontramos con que Edge ha aprovechado la reedición de Samurai para publicarlo, así que aprovecho para hablaros de él.
La excusa (que llamarlo tema me parece demasiado) de Samurai es que somos grandes señores intentando conseguir influencia en el Japón feudal controlando sus principales estratos: el campesinado, la religión y el poder militar. Esto se traduce en que tenemos un mapa hexagonado con algunas casillas marcadas como ciudades que tendrán de una a tres figuras de plástico: haces de arroz, estatuas de Buda y fortalezas, y que son nuestros objetivos.
¿Y nosotros qué hacemos? Pues cada jugador tiene un conjunto de losetas (todos iguales entre sí), que pondremos en una pila de la que vamos a ir robando. En nuestro turno, tomamos una loseta de nuestra mano y la ponemos en uno de los espacios libres del tablero, y cada vez que una ciudad queda totalmente rodeada de losetas se mira quién se lleva cada figura: cada loseta tiene un valor y afecta a un tipo de figura, y el que tenga la mayor puntuación para cada figura, se la lleva (en caso de empate, la figura al garete). Cuando se han retirado del tablero todas las figuras de un tipo o se han eliminado cuatro figuras por empate, la partida termina y se empiezan a contar mayorías: si alguien tiene la mayoría en al menos dos tipos de figura, gana. Si nadie tiene dos mayorías, se desempata entre los que tengan una. Y hale, ya estamos.

Japón, tierra de oportunidades.
La chispa del juego está en la disposición del tablero, que hace que cada loseta que coloques en tierra vaya a afectar al menos a dos ciudades, y ahí es donde reside la fuerza de las elecciones: puede que colocar una loseta nos asegure una figura en una ciudad pero al mismo tiempo cierre otra en la que son otros los que se benefician, y en esos casos toca recordar qué se ha llevado cada cual y ver si te da igual que Pepito se lleve otro haz de arroz, que ya tiene la mayoría de todas formas, si vas a retirar un templo que te sabe casi mejor que ganarlo tú. Le añades un par de losetas especiales que afecten a todas las figuras que toquen, que cambien figuras o losetas de sitio o barcos que puedes colocar a traición en la costa, aplacas las caras de miedo diciendo que el juego no dura más de una hora, y ya tienes el éxito y la longevidad de este Samurai más que explicados.
Samurai es un juego bebé oso, justo entre lo implacable de Tigris y Éufrates y la ligereza de Genial, un abstracto sencillo y agradable de jugar con el azar justo como para ofrecer un puntito de incertidumbre sin resultar decisivo. Sí, eso significa también que se queda un poco en tierra de nadie y pocos te dirán que es su juego favorito, pero igualmente pocos van a rechazar una partida. Y, qué caramba, si uno va a tener un euro correcto en la colección, cuando es de los añejos siempre da un puntito de categoría.

Con tanto hexágono, a lo mejor hasta lo cuelas como juego de guerra.
En cuanto a la edición que nos encontramos estos días en las tiendas, oiréis a mucha gente quejarse de que el cambio de las figuras de baquelita por plástico le resta caché, y no les faltará razón, que en un juego que es básicamente un abstracto ese tipo de detalles siempre le da un puntito adicional, pero por otro lado el resto de componentes está muy bien, y el tablero es algo más agradable a la vista. Y tampoco es que las figuras de plástico sean feas sino, simplemente, que las de antes molaban más.
En una edición u otra, lo que está claro es que nos encontramos ante un diseño que se considera clásico con razón, muy recomendable para quienes estén comenzando a explorar el mundillo de los juegos de mesa y que, si bien los años han sido quizá un poco más duros con él que con otros como Mexica, sigue siendo superior a la mayoría de los juegos que hoy en día abarrotan las estanterías porque algo habrá que publicar esta semana. Si no lo habéis probado, hacedlo. Y si llevabais tiempo queriendo haceros con él, esta edición no desmerece a la original, baquelitas aparte.
Recomendado para: exploradores y nostálgicos.
Juego proporcionado por Generación-X.
¿Baquelita mejor que el plástico?
La baquelita ES plástico: la primera sustancia plástica totalmente sintética.