Rory’s Story Cubes: Érase una vez…
Rory O’Connor, 2005 – The Creativity Hub

De momento no hay versión con dados de 20 caras. De momento.
No hay diseñador gráfico sin su MacBook, hipster sin su barba ni maestro sin sus Story Cubes; eso es un hecho, pero… ¿qué tienen estos dadetes que nos fascinan tanto a los que nos meten en una clase con un puñado de pequeños salvajes esperando que salgan convertidos en personas? ¿Es puro postureo o hay algo más?
A mí, para qué negarlo, me tienen loquito, y los considero una de mis herramientas más importantes a la hora de desarrollar la creatividad y las habilidades, muy anquilosadas gracias a la maravillosa costumbre de muchos padres de sentar al crío delante de la tele o de la tableta para que esté entretenido y no moleste, de comunicación y empatía. Pero claro, os estaréis preguntando si sois lectores habituales, a vosotros qué os importa todo esto si ni sois maestros ni tenéis niños, pero a lo mejor ese niño que todos tenemos dentro también quiere jugar y divertirse un poquito y, para esos momentos, Story Cubes es de lo mejor que uno puede llevar en el bolsillo.
Contar historias es algo que nos ha fascinado a los seres humanos desde que aprendimos a menear la boca y la garganta para que salieran sonidos raros y nos diera por asignar significados a esos sonidos, pero de un tiempo a esta parte nos hemos ido acostumbrando a que las historias nos las cuenten otros. Story Cubes nos ayuda a recuperar esa habilidad de una manera increíblemente sencilla. Por una vez, no os acostumbréis, voy a contar el reglamento completo de un juego en una reseña: para jugar a Story Cubes tiras los dados, miras los dibujos y cuentas una historia que conecte esos dibujos. Ya está.
¿Y para esta chorrada tanta alabanza? Es que el verdadero genio no está en hacer las cosas complicadas, sino en descubrir el grado máximo de sencillez que puede tener algo mientras siga funcionando. Hay herramientas mucho más complejas para contar historias como, por ejemplo, los juegos de rol, pero éstos suelen requerir horas de tiempo y un grado de implicación que los hace poco accesibles, mientras que una tirada de Story Cubes y su posterior historia rara vez llevará más de cinco minutos, y aún estoy por encontrar alguien que, delante de estos dados, no sea capaz de hilar algo.

Es posible que esté un poquitín obsesionado.
A esto ayuda, desde luego, el estilo de los dibujos, más icónico que representativo, y que hace que cada tirada pueda tener innumerables interpretaciones. Un pie puede significar pista, huella, caminar o mancha; la bombilla puede ser una idea, luz, electricidad o invento…, cualquier sentido que le queramos ver es igual de válido, con tal de que lo conectemos con los demás dibujos, y en ocasiones la actividad puede ser simplemente esa, escoger una cara y hacer una lista de todos los conceptos que se nos vengan a la cabeza asociados a ella.
En el párrafo anterior se me ha escapado la palabra clave que describe la experiencia de Story Cubes: actividad. Si nos ponemos estrictos, el hecho de que el reglamento sea tan abierto y no se incluyan condiciones de victoria o derrota aleja a Story Cubes del mundo del juego y lo coloca en el de la actividad lúdica (game vs. play). Esto lo hace aún más adecuado para edades tempranas en las que el juego se ve como una actividad de exploración libre de corsés, pero puede poner un poco nerviosos a los mayores que necesitan algo que les diga “has ganado”, una evaluación de rendimiento si queremos llamarlo así.
¿Cómo solventar este “problema”? Bueno, también podemos jugar a inventarnos las reglas. Podemos competir por ver quién tarda menos en crear su historia, o ponerlas por escrito y sacarnos de la manga un concurso literario, o transformarlo en una experiencia colaborativa en la que cada participante usa un dado para contribuir a la historia conjunta… Crear nuestros juegos con Story Cubes es un juego en sí mismo.
En definitiva, muchos juegos son contingentes, pero Story Cubes es necesario. No sólo para padres y educadores, sino para los que quisiéramos, aunque sólo fuera de vez en cuando, recuperar al niño al que vestimos con traje y corbata y sacarlo a pasear.

Bonus track: aquí os dejo una tiradita para que me contéis historias en los comentarios.
Te gustará si: crees que el mundo nunca tendrá suficientes historias.
Lo odiarás si: en Momo crees que los hombres grises son los buenos.
Sin duda son una herramienta muy útil. Yo no los uso como juego en si, sinó para contar historias con mis hijos antes de ir a dormir 😛
Ahí va mi intro que con 3 dados no doy pa más: El mundo estaba en un perfecto equilibrio todo tenía sentido hasta que apareció de la nada ese personaje, un hombre cuya huella quedaría marcada en la historia para siempre….
Adoro este “Juego” como actividad para crear la historia en grupo, improvisando sobre lo anterior.
Ahí va mi historia: Y Dios, cabreado al final de los días, puso en una balanza todas las cosas buenas y malas que habían hecho los humanos en la tierra. De ahí lo de la patada.
Buscando un mundo justo!!
Secundo lo dicho. No los uso lo que desearía, lo que no quita para que siga coleccionando los sets que salen.
Y la historia: Pensó que recorrer el mundo le ayudaría a comprenderlo, acabó desequilibrado.
No conocia este juego, me encanta la idea de fondo..
Muy buen juego para jugarlo con niños y la reseña exelente.
Mi historia: El mundo le dio una patada en el trasero a la justicia de los hombres.
En estos días de mercado, de competitividad extrema y consumo desaforado, la huella que los humanos dejamos en el mundo va a pesar demasiado.