Reseña: Zooloretto

Michael Schacht, 2007 - ABACUSSPIELE

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Todo es mejor con pandas.

Todo es mejor con pandas.

Allá por 2003, Michael Schacht sacó el ya clásico Coloretto, un juego de cartas ligero pero con muy mala leche en el que tratábamos de conseguir puntos en tres colores de cartas, mientras que los demás colores nos restaban puntos. El juego estaba muy bien, y llegó a aparecer en la lista de recomendados para el Spiel des Jahres de aquel año, aunque fue Alhambra quien se llevó el gato al agua. Sin embargo, Michael no pareció haberse quedado del todo contento con los resultados de aquel juego de camaleones de colorines, y siguió pensando en qué le faltaba al juego para conseguir el pelotazo. Pocos años después, le vino en un sueño la idea: los camaleones son unos bichos muy feos, así que lo suyo era probar con más animales y, a poder, ser, con un panda en la portada. Y como que ni pintado, oiga: en 2007, Zooloretto consiguió lo que su hermano mayor en edad, aunque menor en tamaño, no había logrado.

En Zooloretto somos directores de una especie de zoos ultraespecializados en los que lo que nos importa no es tener mucha variedad de animales, sino muchos ejemplares de tres o, como mucho, cuatro especies distintas, para lo cual vamos asaltando camiones que transportan una mezcla sin orden ni concierto de animales de distintas especies, tenderetes desmontables de IKEA y monedas de plata gigantes. En las reglas no lo explican exactamente así, pero tampoco difiere mucho de lo que os he contado y oye, al fin y al cabo Pokémon sigue petándolo cada vez que sacan un videojuego o una expansión nueva para el juego de cartas. La lógica está sobrevalorada.

En nuestro turno podemos hacer una de tres cosas: o sacamos una ficha al azar y la ponemos en un camión, o tomamos un camión con todo su contenido y nos retiramos hasta la siguiente ronda, o usamos nuestro dinero para mover fichas, comprar fichas sobrantes de un oponente o ampliar nuestro zoo. Cuando cada jugador ha cogido un camión, se devuelven al centro y empieza otra ronda. Al final de la ronda en la que se comience a robar de la última pila de 15 fichas el juego termina y se cuentan puntos: ganas puntos por los recintos que tengas llenos o casi llenos, por los tenderetes y por las monedas, pero también los pierdes por cada tipo de animal que tengas rondando por el establo, así que la idea es conseguir muchos animales de los tipos que te interesan y evitar todos los demás.

Sí, ya sé que son todos monísimos, pero sólo te puedes quedar tres.

Sí, ya sé que son todos ultramonísimos de la muerte, pero sólo te puedes quedar tres.

Las principales diferencias entre Zooloretto y Coloretto están en las acciones que se pueden hacer con el dinero y que nos permiten rectificar nuestro rumbo a mitad de partida o maximizar nuestras opciones, así como en el modo de puntuación: tienes tres recintos distintos que puedes rellenar con un único tipo de animal (cuatro si amplías tu zoo, y lo vas a ampliar si quieres tener alguna opción de ganar la partida), y cada una de ellas tiene dos valores de puntuación: el mayor si la llenas por completo y otro menor si te quedas con un espacio vacío. Una zona a medias no te puntuará a no ser que tengas al lado un tenderete, y además los propios tenderetes te dan puntos al final de la partida en función de cuántos tipos distintos haya e tu zoo, así que siempre es buena idea hacerse con uno de esos. Para redondear el asunto, tenemos el detalle curioso de las parejitas: algunos de los animales tienen un símbolo que señala a los que son machos o hembras fértiles y, cuando un macho y una hembra fértiles se encuentran en una misma zona, automáticamente obtienes una ficha de cría. Eso es amor a primera vista y lo demás, tonterías.

El punto fuerte de Zooloretto es cómo, con cuatro reglas, consigue un juego con tan malísima idea: muchas veces los acciones que tomas no van a ser tanto en tu beneficio como pensando qué es lo que va a fastidiar más al siguiente jugador: ¿que alguien está llenando un recinto de pandas? Camión que vea con un panda, camión que me quedo o en el que me pongo a meter canguros y monos para estorbar. ¿Que sólo te queda un espacio libre y ya tienes una hembra fértil? Pues allá va un macho, y a ver qué haces con el bebé leopardo. Los últimos turnos son especialmente agónicos, ya que en el momento en el que escojas un camión la partida ha acabado para ti y tienes que calcularlo todo a la perfección para que, cuando llegue ese momento, lo único que tengas que hacer sea presentar a las nuevas adquisiciones a sus familias adoptivas y esperar a que vengan los puntazos.

Si quieres un juego fácil de entender, con mucha interacción entre jugadores y con dibujos súper cuquis de animalitos, Zooloretto es para ti. Si buscas cosas más complejas o una simulación realista de lo que sería la administración de un zoo, al menos puedes pasar 45 minutos muy entretenidos acordándote de la familia del perraco de delante de ti que se ha llevado el elefante que necesitabas para completar tu recinto y te ha dejado con un flamenco mugriento.

Lo mejor: toma una mecánica que ya funcionaba bien y le da la vuelta de tuerca que necesitaba para brillar.

Lo peor: tiene azar e interacción a mansalva, y eso hay gente que lo lleva regular.

1 Comment on Reseña: Zooloretto

  1. Para iniciar a los niños es muy bueno, Porque lleva animalitos, que para ellos es un factor convincente y como siempre te pisan algún camión de animales que querías prepara a los críos para afrontar la perdida de algo que querían.

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