Reseña: ¡Tiburón!
En ¡Tiburón! cada jugador controla el destino de un robot pirata, lo que ya mola por mil, que acaba de caer por la borda del barco y está siendo perseguido por un tiburón hambriento. Para empezar a jugar coges tu muñequito desmontable, lo pones en la postura que más risa te dé y lo dispones en una fila con el muñequito del tiburón al final, para imponer más. Además, tomas tus cartas personalizadas y numeradas y, ¡todo listo!
Lo que quieres que pase en cada turno es que el pirata que vaya último no sea el tuyo para evitar el salvaje mordisco desmembrador del tiburón. Para ello todo el mundo escoge una carta de su mano, la juega al mismo tiempo y se resuelven los movimientos: el jugador que haya jugado la carta más baja mueve a su pirata al frente de la fila, luego el siguiente y así hasta que haya movido el que haya jugado la carta más alta, que será quien acabe en primera posición. Una vez hecho todo esto, el último jugador perderá un miembro (y puedes quitárselo tú mismo y escuchar ese terrible y atractivo a partes iguales clic) y colocará a su pirata en primera posición, porque si hay algo que ayuda a esprintar es perder un brazo en el estómago de un escualo.
Así dicho suena muy absurdo, pero hay un par de detallitos que hacen el juego realmente interesante: en primer lugar, si dos o más jugadores juegan una carta con el mismo valor a la vez, ninguno de ellos mueve. Esto ya hace que la decisión no sea tan sencilla: ¿vas a jugar ese 5 para adelantar lo más posible, o no quieres correr el riesgo de que otro haya tenido la misma idea y os quedéis los dos atrás? Cuando vas primero, ¿mejor jugar carta para mantener la posición, o intentar bloquear el movimiento de otro y que avance la partida? Además, una vez jugada una carta, ésta se queda sobre la mesa hasta que te toque caricia de tiburón o te quedes sin cartas en la mano y las recojas todas, con lo que conforme avanzan los turnos se va haciendo más importante fijarte en qué cartas tiene cada uno aún todavía disponibles.
¡Tiburón! es un juego lleno de miradas aviesas, doble faroleo y momentos Vizzini ideal para sacar cuando el snob de turno te diga “no, yo juegos cortitos de esos no juego, que no son más que azar”. Luego, cuando pierda miserablemente, seguirá diciendo que el juego es puro azar y no habrá manera de convencerlo, pero al menos el resto habréis pasado un buen rato intentando leeros la mente y, de vez en cuando, poniendo los muñecos en posturas graciosas. ¿Y qué más se le puede pedir a una tarde con amigos?
Lo mejor: el “factor juguete” de los piratas demembrables hace muy difícil que te rechacen una partida.
Lo peor: con 2-3 jugadores no funciona, por mucho que lo diga en la caja.
Compra ¡Tiburón! en Generación-X.
Justo hoy lo hemos pillado para jugar con el crio, es un juego sencillo pero divertido pero es verdad lo que dices que para dos y tres no funciona… Eso de controlar a dos piratas a ka vez… Buffff