Reseña: Stone Age
El primer error que vas a cometer será oler el cubilete.
Cuando recuperes la consciencia y leas las reglas, todo parece tener sentido: vas colocando a tus señores en los distintos sitios para conseguir recursos, tiras un dado por cada señor y divides para ver cuántos recursos te llevas (para comida divides entre 2, porque recoger castañas del suelo no es demasiado complicado; para oro divides entre 6 porque afróntalo, eres un cavernícola y las técnicas de extracción de oro te pillan a unos cuantos miles de años de distancia) y luego usas esos recursos para comprar losetas de chozas que te dan puntazos, o para comprar cartas que también te dan puntazos, pero al final de la partida. Y, mientras tanto, irás adquiriendo herramientas, mejorando tu nivel de agricultura y enviando de vez en cuando a dos muñequitos a la choza del amor para aumentar tu población.
Juegas un par de partidas y oye, el juego mola: es rápido, estás siempre haciendo cosas y tienes esos momentos de agitar el cubilete (que ya sabes que no hay que oler bajo ninguna circunstancia) y a ver qué sale. Eso de alimentar a los muñequitos todos los turnos es un poco agobiante y alguna vez te has visto obligado a darles a comer madera o perder diez puntos pero, como a todo el mundo le pasa igual, tampoco es nada grave.
Cuando ya has cogido confianza te acercas a tu amigo el friki, ese que lee foros raros sobre juegos y está siempre con no sé qué torneo online y comprando una estantería tras otra para llenarlas de cajitas de colores. Te mira, sonríe y os sentáis a jugar. Y ves que empieza a hacer cosas raras: ¿por qué no coge comida? ¿cómo es que mete siempre todos los muñecos a capón en el mismo sitio en lugar de repartirlos? ¿De dónde saca todos esos puntos? ¿Cuántas vueltas le ha dado ya al tablero de puntuación el muy mangurrián?
Eso sí, tú no te dejas achantar, y empiezas a diseccionar el juego para la próxima vez que os enfrentéis, que se cree muy listo con sus cubitos y sus cosas pero tú no eres ningún pardillo. Lees sobre la economía de pips y el momento adecuado para buscar cada recurso; aprendes a guardarte lingotazos de oro para cuando salga la choza de 1-7 y gastarlos todos a la vez; te especializas para sacarle el mayos partido a las cartas y dar el pelotazo al final de la partida… Y todo pierde un poco de magia porque ya no ves aventuras en la Edad de Piedra sino puntos de victoria y vías de optimización, pero al menos vas a demostrarle a todo el mundo que, irónicamente, contigo no se juega.
Dispuesto a esa revancha llamas a tu amigo el listillo y os volvéis a sentar. Esta vez ya sabes de qué palo va, y no vas a dejarle quedarse con esas chozas tan jugosas ni recuperar la ventaja que saca con ese impuesto de diez puntos por turno a cambio de más muñecos disponibles, que no eres ningún novato. Ahora te desesperas con los dados, con cómo esos unos a destiempo te están haciendo perder puntos, de cómo el orden en el que salgan las cartas importa casi más que todos los planes que quieras hacer: tú has estado preparándote para ese momento y ahora que te ves en igualdad de condiciones te encuentras a merced del azar. ¿Es esto justo?

“Oye, en serio, ¿qué hacemos aquí? ¿No deberíamos estar cazando mamuts o algo?” “Calla y pica, que mira el jefe.”
Finalmente acabarás buscando otros caminos, juegos en los que esos dados no te den tantos disgustos, o en los que puedas hacer algo por pelear el orden del turno o, por qué no, otros en los que tampoco tengas que comerte tanto la cabeza y puedas disfrutar abandonándote al azar. Stone Age habrá sido tan sólo una etapa en tu carrera de jugón experto, un rito iniciático por el que tenías que pasar para darte cuenta de qué es lo que realmente buscas en un juego, pero ahí se quedará en tu estantería, esperando ese momento en el que un amigo recién iniciado te pida jugarlo y porque, de vez en cuando, aunque no quieras reconocerlo y jamás hables de ello con nadie, te gusta abrirlo y volver a oler ese cubilete, porque todos tenemos un pequeño masoquista dentro.
Lo mejor: es un excelente punto intermedio entre los juegos familiares más sencillos y la gestión de recursos más seria.
Lo peor: una vez cumplida su función como taburete en el que apoyarse, es fácil olvidarse de él.
Totalmente de acuerdo, Stone Age te enseña todo lo que Catán no ha podido y que probablemente te encontrarás en juegos como Agrícola o Caylus. Yo echo de menos algún tipo de regla que te impidiese almacenar tantos recursos por ronda.
Si ya tienes cierto bagaje, es un buen juego, pero te deja ese regusto a cosas que ya has visto o vivido. Recomendable pero no imprescindible.
Excelente reseña, solo he jugado una vez a este juego pero el recuerdo que tengo de él es el mismo que aquí has expuesto xD
100% de acuerdo! Es el juego de introducción al mundo de la gestión de recursos y colocación de trabajadores. Suficientemente amigable como para enganchar a la gente, pero con profundidad para poder crecer. Yo no lo tengo, pero, tarde o temprano, acabará en mi colección 😛
A mi me sigue gustando igual que el primer día. Cuando todos tienen el mismo nivel las cartas vuelan 😀
A mi me da exactamente lo que ofrece: Gestión de recursos y colocación de curritos sin calentamiento de cabeza.
Pues yo discrepo un poco bastante. Entre jugones da autenticas partidazas. Lo tengo desde hace unos 4 años y se sigue jugando. Algo tendrá a parte de un pelín de azar.
un saludoo
Si queréis un descanso entre Agricolas, Terras Mysticas y demás, desde luego que ahí está.
A mí lo que me tira más para atrás es que, cuanto más lo juego y más pienso en estrategias, más me desvío del tema.
Venia leyendo muy atento y hasta por un momento desistí de comprar el juego, luego me di cuenta que la reseña la había escrito betote el enemigo # 1 del stone age xD. Igualmente estuvo interesante la reseña, saludos 🙂