Reseña: Qwirkle

Susan McKinley Ross, 2006 - Mindware (Lúdilo)

Ganador del Spiel des Jashres y del "No Puedo Creer Que No Sea Un Knizia".

Ganador del Spiel des Jahres y del "No Puedo Creer Que No Sea Un Knizia".

Scrabble es uno de los grandes clásicos de los juegos de mesa modernos, y una excelente puerta de entrada al mundillo teniendo en cuenta que muy poca gente no ha jugado nunca a él, ya sea en mesa o en versión para móviles. Sin embargo, no es un juego perfecto, puesto que tiene un problema bastante gordo: una vez has jugado contra alguien que se ha estudiado un diccionario para memorizar la mayor cantidad de palabras de 2 y 3 letras posible, le coges un ascazo terrible.

Qwirkle toma los elementos de posicionamiento espacial de Scrabble, pero elimina ese engorroso requisito que era tener que saber leer para jugarlo. Diría que esto lo hace ideal para que lo jugara gente que ve ciertos canales de televisión que riman con “te la hinco”, pero estaría mintiendo: hay que saber reconocer colores y formas sencillas, y eso ya está más allá del alcance intelectual de ese grupo de audiencia.

Para los demás, Qwirkle consiste en un montón de fichas de madera y, si has comprado cualquier edición que no sea la española, una bolsa de tela en la que meterlas. Cada jugador tiene seis de esas fichas y en su turno lo que hace es colocar una o varias de ellas para formar filas que tengan o bien la misma forma en distintos colores, o bien el mismo color en distintas formas (hay 6 formas, 6 colores y 3 fichas de cada tipo, para los que os memorizáis las losetas de Carcassonne). Una vez colocadas tus fichas, consigues puntos según la longitud de la fila o filas que hayas formado, robas hasta tener 6 fichas otra vez y pasas el turno.

Colorines, colorines everywhere.

Colorines, colorines everywhere.

Uno podría pensar que un juego tan simplote tiene poco interés para alguien que ya se ha metido en cosas más duras como Alta Tensión o Coconuts pero, una vez has jugado un par de turnos, empiezas a ver que la cosa tiene más miga de la que parece. Empiezas simplemente intentando colocar tantas piezas como puedas y chimpún. Luego ves que, si colocas un grupo antes que otro, puedes conectar más filas y conseguir un turno más productivo después. Pero espera, que ahora empiezas a darte cuenta de que los demás jugadores son pícaros, pécaros, valga la… palabra, y ellos también quieren puntitos de esos frescos que hay ahí, y eso no lo puedes consentir, así que ya de paso que colocas tus fichas te aseguras de que nadie pueda aprovecharse de tus esfuerzos para marcarse un megacombazo. Te guardas fichas para marcarte un tanto inesperado. Cuentas cuántas hay de cada tipo en juego para ver hasta qué punto te compensa arriesgarte a esperar una ficha concreta o a bloquear la posición por si la tiene otro.

Y, a pesar de ello, sigue siendo un juego ideal para muggles. Es vistoso, no tiene pinta de friki para nada, y lo de formar líneas con fichas es muy reconocible y no va a sacar a nadie de su zona de confort al recordar a Scrabble o Rummikub. Si quieres ponerle una trampa a tu cuñado y que sin darse cuenta se lo acabe pasando pipa jugando a una de esas cosas de cajas de cartón que no entiende cómo a tu edad puedes seguir dejándote el dinero en cosas de esas que son para críos y ya va siendo hora de que madures y hagas cosas de adultos y… ¡kirke! ¡pawer! ¡lerkerl! ¡Como se diga, pero doce puntos! ¿Y dónde dices que has comprado esto? Es para un amigo.

Lo mejor: una vuelta de tuerca a un mecanismo conocido que le da nueva vida y muchas más posibilidades.

Lo peor: bajo según qué luces hay colores difíciles de distinguir. La edición en español viene sin bolsa de tela, sin la que no se puede jugar, así que te va a tocar buscar una por casa.

1 Comment on Reseña: Qwirkle

  1. escueladejuegos // abril 2, 2015 en 10:28 am // Responder

    Que venga sin bolsa es una broma…y lo de los colores cierto, pero para nosotros lo peor es la puntuación. Desde que Neiban nos habló del Big Five, que viene a ser un Qwirkle de cartas (que ahora parece que va a salir y va a ser como el Big Five…) revisado por Knizia, nos gustaría soltar el Qwirkle y coger el Big Five, aunque sea un print & play.

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