Reseña: Kingdom Builder

Donald X. Vaccarino, 2011 - Queen Games

No pudieron encontrar una ilustración más genérica para la portada.

No pudieron encontrar una ilustración más genérica para la portada.

Cuando tu primer juego gana el Spiel des Jahres (para los que no lo conozcáis, un premio de prestigio similiar a los Premios Dado de Jack, pero en Alemania), se empieza a desarrollar un cúmulo de expectativas, predisposiciones y desconfianzas que se reducen en una expresión: estás jodido. Ya puedes ponerte a diseñar el juego que quieras, que la reacción va a ser siempre la misma: No es tan bueno como el primero. Y, efectivamente, Kingdom Builder no es tan bueno como Dominion, pero no por ello tiene que ser considerado un fracaso.

A primera vista, Kingdom Builder es un juego extremadamente simple: tienes un tablero con casillas hexagonales que muestran distintos tipos de terreno y alguna que otra casilla especial. En tu turno, coges una carta con el dibujo de uno de esos tipos de terreno y colocas tres casas en casillas que se correspondan con ese dibujo, siempre adyacentes a otras casas tuyas si puede ser. Cuando alguien coloca todas sus casas, la partida termina y se cuentan puntos, dependiendo de las tres condiciones de victoria que se eligieran al principio. El que tenga más puntos, gana.

La primera partida que juegues te va a parecer una auténtica chorrada sosa a más no poder: la carta que robas te limita muchísimo las opciones y te limitas a hacer lo que te deja el juego. Pero luego le vas viendo el truquillo, y te das cuenta de que la chispa del juego está en crearte esas opciones para el futuro: evitas construir en casillas adyacentes a según qué tipos de terreno para no verte obligado a seguir por ahí si sale su carta, buscas las casillas especiales que te permitan “trampear” colocando o moviendo asentamientos a casillas estratégicas, intentas boquear los posibles movimientos enemigos… Y te das cuenta de que, de repente, estás haciendo muchos más puntos que cuando creías que el juego era puro azar.

Las casitas de madera mejoran cualquier juego. Eso es así.

Las casitas de madera mejoran cualquier juego. Eso es así.

Tampoco me malinterpretéis: Kingdom Builder sigue sin ser ninguna revolución en el diseño de juegos de mesa, y no te va a abrir los ojos a un modo nuevo de jugar o planear estrategias, pero también es verdad que es mucho más entretenido que otros juegos parecidos y a los que se pone en un pedestal, como el aburridísimo A través del desierto, y que si tenéis muy quemados ¡Aventureros al tren! o Carcassonne pero no queréis poneros con algo más duro es una opción más que decente para intercalar entre partida y partida a estos clásicos. Además, siempre hay algo en ver cómo vas expandiendo tu reino y colocando casitas aquí y allá muy satisfactorio, una sensación de progreso que te deja con buen sabor de boca tras la media horita larga que dura una partida, duración más que justa para picarse, echarse dos o tres seguidas y ver cómo las distintas cartas de objetivo potencian distintas estrategias.

En resumidas cuentas, Kindgom Builder no es tan bueno como Dominion, pero tampoco es un mal añadido a una colección de juegos familiares.

Lo mejor: un juego en el que las restricciones fomentan la creatividad a la hora de buscar estrategias.

Lo peor: si lo juegas demasiado a menudo puede acabar haciéndose repetitivo.

1 Comment on Reseña: Kingdom Builder

  1. Qué bien lo has explicado!! A mi me encanta sobre todo por lo rápidas que son las partidas (unos 30 min) y la de diferentes elecciones que tienes durante el juego. Entiendo que tenga tan malas críticas porque en las primeras partidas juegas al tun tun (y ya sabemos que muchos entierran un juego desde la primera en lo mas profundo sin dar más oportunidades), hasta que, como dices, ves todas las posibilidades que tiene para arañar puntos al final de la partida 😉

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