Reseña: Jaipur
Sébastien Pauchon, 2009 – GameWorks SàRL
¿Habéis estado alguna vez media hora a solas con otra persona? Media hora es muy poco tiempo para sacar un Sombras sobre Londres y, por alguna extraña razón no a todo el mundo le gusta Magic: el encuentro, así que es muy normal quedarse bloqueado en esas ocasiones. Por suerte, existe todo un rango de juegos diseñados precisamente para eso, para los momentos en los que, a saber por qué extraña razón, acabas compartiendo tiempo con una persona a la que no le gusta o a quien en ese instante en concreto no le apetece jugar a juegos largos y complicados.
Jaipur nació con esa intención y, la verdad, la cumple más que de sobra. Es un juego sencillo, fácil de transportar, preparar, explicar, jugar y recoger, de manera que ninguno de estos aspectos te dé demasiada pereza: ya no tienes excusa para acercarte a cualquier cafetería, sentarte frente a la primera persona que esté sola en una mesa y proponerle una partida. Todo lo que tienes que hacer es colocar las fichas de mercancías boca abajo sobre la mesa, barajar las cartas, poner una fila de cinco boca arriba y repartir otras cinco a cada jugador, y listos.
Si el desconocido al que has abordado no ha salido corriendo ni se ha cambiado de mesa todavía, puedes aprovechar su confusión para explicarle las reglas: en cada turno, un jugador puede decidir entre una de estas acciones:
- robar una de las cartas de la fila central y quedársela en la mano.
- intercambiar cualquier número de cartas entre su mano, sus camellos y la fila central.
- quedarse con todos los camellos de la fila central.
- vender cualquier cantidad de cartas de un mismo tipo.
Cuando se roba una carta, se reemplaza con otra del mazo para el turno siguiente. Y, cuando se venden cartas, se toma esa misma cantidad de fichas de la mercancía correspondiente, empezando por las de mayor valor. Además, si se venden tres, cuatro o cinco cartas de una vez, se consigue una ficha que da puntos adicionales. Cuando se acaban tres montones de fichas se termina esa ronda y se cuentan puntos: el que más tenga, gana la ronda. Se empieza otra vez desde el principio y el que gane dos rondas será el ganador de la partida.
El juego tiene, indudablemente, un componente de azar importante: si tienes la suerte de que en tu turno salgan las mercancías más caras puedes hacerte con ellas sin que el oponente pueda hacer nada por evitarlo, pero también tiene su parte de decisiones interesantes a la hora de ver hasta qué punto forzar la suerte y arriesgarte a que le salgan al oponente cartas valiosas a cambio de obtener tú un beneficio en ese momento, o si te conviene guardarte un tipo de mercancía para vender más a la vez y conseguir la ficha de bonificación o vender rápido para llevarte más puntos por cada carta. Nada que vaya a tenerte cinco minutos pensando cada turno, pero lo justo para que tengas que pensarte un poco qué hacer en cada momento. Así que, la próxima vez que abordes a un desconocido en una cafetería, en lugar de preguntarle por el tiempo bien puedes proponerle echar un Jaipur.
Lo mejor: un juego perfecto para pasar un rato agradable sin comerse demasiado la cabeza.
Lo peor: a lo mejor ir por ahí retando a desconocidos a jugar cosas con nombres raros no es una muy buena idea, aunque por otro lado en PlayBar suele funcionar.
Sin duda de los mejores juegos para dos. Además tiene cierta curva de aprendizaje que vas descubriendo con las partidas. Eso y lo mucho que engancha.
Gran reseña compañero!
Un buen jueguito, aditivo por aquello de ¿otra más? y me gusta también que cada jugador bautiza los productos a su manera, a mi me gusta mucho decir, vendo 4 currys y te comes los cueros de culo.
Eso de votar pepino, berenjena, etc … es difícil para nosotros los mexicanos, ya que no entiendo cual es el bueno y cual no. Es como si te diera yo a escoger entre chido, fregón y sarra. Yo voto a Jaipur como muy bueno y ahí me avisas que opción es.
Pepino es chido 😉
En serio..eres el rey..me hace mas gracia como descrives el juego que como es de por si..XD