Reseña: Caylus

William Attia, 2005 - Ystari Games (EDGE Entertainment)

Esto NO es un juego.

Esto NO es un juego.

Dicen los expertos en catástrofes que, si hubiera un apocalipsis nuclear que dejara la Tierra inhabitable y desolada, cuando el humo de los incendios y las explosiones se disipara, al final, entre las ruinas, sólo quedaría Caylus. Algunos juegos de mesa habrían muerto instantáneamente al lanzarse las primeras bombas. Otros habrían ido desapareciendo poco a poco. Caylus seguramente mataría a varios cientos de juegos inocentes para construirse una armadura con los cubos de madera y los tableros de los cadáveres y salir con ella a luchar por los escasos recursos de ese nuevo mundo distópico. Su autor tardó ocho años en volver a publicar otro juego de gestión de recursos, dicen los rumores que por temor a que esa fuera la chispa que iniciara la Tercera Guerra Mundial.

Por si no os ha quedado claro, Caylus es el Chuck Norris de los juegos de mesa. Si alguna vez habéis oído que los juegos de gestión de recursos son como jugar a un solitario entre varias personas o que si un juego tiene cubitos de madera seguramente carecerá de interacción, es que quien os lo ha dicho no ha jugado a Caylus, o que sí lo ha hecho pero su mente ha decidido borrar esos recuerdos para evitar despertarse todas las noches entre sudores y aullidos de terror. Pero, ¿qué es lo que hace a este juego distinto de Puerto Rico, Die Burgen von Burgund y tantos otros?

Si miramos el reglamento y les echamos un vistazo a los mecanismos básicos del juego, no parece que la cosa sea para tanto: colocar señores en casillas para conseguir cubitos, usar los cubitos para construir más casillas o poner casitas en las distintas zonas del castillo, conseguir favores reales y avanzar en uno de los cuatro tracks para obtener una u otra ventaja, y que te den puntos de victoria. Nada fuera del otro mundo; de hecho, podrías explicarle el reglamento de Caylus a un niño pequeño y no tendría demasiados problemas para entenderlo. Eso sí: como después de explicarle el reglamento juguéis una partida de prueba, lo más seguro es que ese niño acabe llorando y llamando a su mamá. O tal vez seas tú quien lo haga. Si no has tenido ganas de llorar jugando a Caylus, no sabes lo que es la vida.

Tú ves madera y cartón pintados; yo, un campo de batalla.

Tú ves madera y cartón pintados; yo, un campo de batalla.

¿Y por qué tanto odio? En primer lugar porque, si bien tienes siempre tus seis trabajadores ahí dispuestos a darlo todo por ti, es muy difícil que llegues a sacarles todo el provecho que te gustaría. En primer lugar, porque cada trabajador que coloques te va a costar como mínimo una moneda, y el dinero es un recurso escaso. En segundo, porque tampoco hay disponibles tantas casillas ni todas ellas son igual de útiles. Y luego, claro, está el preboste, una ficha que se va moviendo por el tablero (y con “se va moviendo” quiero decir “los bastardos con los que compartes mesa lo van a mover de la manera que más te perjudique”), dejando inutilizada buena parte de las casillas. Si has puesto tu trabajador (pagando por ello, por supuesto) en una casilla especialmente jugosa pero que está en los últimos puestos, puedes contar con que no vas a ver esos cubitos que tanta ilusión te hacían.

Caylus, más allá de cuatro consideraciones a la hora de calcular costes y beneficios potenciales de las distintas casillas, no es un juego que se base en la búsqueda de combinaciones rompedoras sino en saber calcular en cada momento cuál es la acción que más te conviene llevar a cabo o, la mayoría de las veces, cuál es la que más te conviene bloquearles a tus rivales. Por eso, a pesar de no haber recibido el aluvión de expansiones tan normal estos días, en los que si un juego lleva más de un año sin ver una se le puede considerar como muerto, sigue con la misma vigencia que hace diez años, y los que le quedan porque, seamos sinceros, ¿quién tiene narices a decirle lo contrario?

‘Papá, ¿qué es un preboste?’ ‘Reza porque nunca lo sepas, pequeño Timmy.’

Si sabes soportar el castigo constante y te gusta esa sensación, al acabar una partida, de haber estado luchando por cada paso que dabas y haber sudado sangre para cada punto de victoria; si te atrae la idea de esa mezcla entre limitación espacial y lucha salvaje de una pelea a navajazos en una cabina de teléfonos; si, en definitiva, crees que por los cubos de madera hay que seguir la filosofía Greyjoy y pagar su precio en hierro, Caylus es, sin duda alguna, tu juego.

Lo mejor: uno de esos clásicos que están ahí por algo.

Lo peor: si no gestionas bien la frustración, te puede dar más de un disgusto.

4 Comments on Reseña: Caylus

  1. Me encanta, pero si te dijera que lo tengo en casa sin estrenar… Me lo compré, jugué una partida de prueba sola para ver si había pillado las reglas y me fui sin pensarlo al iPad para jugarlo online. Es un juego que no me gusta jugarlo en pareja (que es como jugamos el 80% de la veces) y con mi grupo de amigos… Ni se me ocurre sacarlo. Eso si, no lo vendo por nada, porque sueño con el día que encuentre a alguien tan rarito/a como yo, como para proponerlo jeje saludos!!

  2. Me encanta, pero si te dijera que lo tengo en casa sin estrenar… Me lo compré, jugué una partida de prueba yo sola para ver si había pillado bien las reglas y me fui sin pensarlo al iPad para jugarlo on-line. Es un juego que no me gusta jugarlo en pareja (que es como jugamos el 90% de las veces) y con mi grupo de amigos… ni se me ocurriría sacarlo. Eso si, no lo vendo por nada del mundo, porque sueño con el día en que encuentre alguien tan rarito/a como yo, como para que proponerlo jeje

  3. Dicen que el Lords of Waterdeep es una versión algo más ligera de este juego, y teniendo en cuenta lo bueno que es este segundo, tengo ganas de probarlo a la de ya.

  4. Lords of Waterdeep es una de mis asignaturas pendientes, y quiero probarlo justo por esa comparación que hacen siempre 😀

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