Primeras impresiones: marzo de 2018
Un mes cargadito, desde luego. Parece que la resaca postnavideña ya ha pasado y poco a poco vamos recuperando el ritmo. Seguimos sacando clásicos a mesa, que si se quedan en la colección es por algo, y probando novedades, algunas dejando ganas de repetir y otras no tanto. Pero mientras tanto, ahí van unas primeras impresiones de lo probado en este mes:
Dream On!
Ya os hablé de él aquí, pero la magia de los señores que retrasan diez días una entrada que debería haber salido el 1 de abril es así. Pues eso, un producto que para gente acostumbrada a jugar será una chorrada, pero que como rompehielos en una reunión informal funciona bastante bien, y como es ahí donde pretende brillar, pues todo estupendo.
Dragon Castle
Essen 17 fue el año de los abstractos sencillotes, y si iban bien de baquelita mejor que mejor. Dragon Castle es un juego muy agradable de jugar, basado en el Mahjong de Windows de ir quitando piezas iguales y añadiéndole el puntito de ir montando nuestro castillo con ellas, dándonos puntos por apilar fichas y por juntar varias del mismo color. Que cada partida tengamos una posible acción especial y un criterio adicional de puntuación distintos, unido a las distintas opciones a la hora de realizar la configuración inicial ayuda a que no se nos haga repetitivo, y el equilibrio entre accesibilidad y opciones tácticas hace que se puedan sentar tranquilamente a la mesa jugadores con distinto nivel de experiencia y nadie se aburra. Repite Lorenzo Silva el póquer que se marcó con Potion Explosion y, si te gustó sacar canicas, hacer castillos con fichas de Mahjong te va a encantar.
Attack of the Jelly Monster
Y seguimos con los juegos ligeritos, esta vez con uno de tirar dados, mayorías y juego simultáneo. Attack of the jelly Monster va básicamente de ir tirando dados, poniéndolos en distintas zonas, realizando acciones dependiendo del número del dado y todo esto todo el mundo la vez, hasta que alguien termina, le da la vuelta al relojito de turno y al final miramos quién tiene más puntuación en cada zona y se lleva el beneficio correspondiente. Muy divertido en un grupo al que le vaya el jaleo, que puede funcionar muy bien como alternativa frenética a King of Tokyo.
¡Escapa! La prueba final y El destino de Londres
Veeeeenga, al rico escape room en caja chiquitiiicaaa. Que salen como setas, oiga, y no me extraña: esto de comprarte un juego baratejo, echarte la partida con los amiguetes sin tener que explicar nada y que luego si quieres ya te compres otro (esto es lo que más les gusta a sus editores, apuesto lo que queráis) está de moda, y todas las editoriales quieren parte del pastel. La serie ¡Escapa! es en un principio la más humilde, sin aplicaciones de ayuda, sin más que un mazo de cartas (que, por cierto, se queda nuevecito después de jugarlo, si os interesa por aquello de revenderlo o dejárselo prestado al primo Javi) y un precio acorde, pero esto no lo hace malo ni mucho menos. Aquí la idea es ir avanzando por el mazo a base de resolver los acertijos, estando la solución en la parte de atrás de cada carta. Que crees que sabes cómo hay que resolverlo, le das la vuelta a la carta y comparas la respuesta, contando los errores contra tu tiempo final. La prueba final me gustó mucho más que El destino de Londres, que a veces repite puzles y otras se basa en ideas felices más que en relaciones lógicas, pero por su precio ambas me parecen experiencias bastante recomendables.
Gateway: Upsising
No todo iba a ser bonito. Gateway: Uprising es uno de esos juegos que se sacan porque hay que sacar un juego y que el mes que viene estará olvidado (si es que no lo está ya). Un construcción de mazos del montón con letras chiquitujas, un tablero que no pinta nada ahí y una mecánica de “si pasa X, todos pierden” metida con calzador. Lástima de árboles talados para esto.
London
¿Qué es lo que pasa cuando a Wallace una editorial seria le compra un diseño, le da una vueltecita de desarrollo y se preocupa por hacer que no dé lástima mirarlo? Pues que salen productazos como esta segunda edición de London. Un juego de cartas que, sin dejar de ser una cosa ligerita y fácil de asumir, nos da unos puntitos de decisión a la hora de determinar el tamaño de nuestro motor, el momento adecuado para activarlo y (porque estamos hablando de un juego de Wallace, y si no pone préstamos revienta) cuándo nos conviene enfocarnos en conseguir dinero, cuándo vamos directos a por los puntos de victoria y cuándo hay que hacer algo por que la pobreza y las deudas no nos ahoguen. Echadle un ojo cuando salga en español (ya está anunciado), que merece la pena.
Mint Works
Es pequeñito y dura poco. Esos son todos sus méritos.
The Palace of Mad King Ludwig
Tercera entrega de la saga que comenzó con Suburbia y continuó con Castles of Mad King Ludwig, de nuevo colocando losetitas y sacando puntos según lo que tenga alrededor, esta vez con la adición de estar todos contribuyendo a un edificio común en lugar de estar cada uno en su tablerito. El resultado es más “juego” que su precuela, aunque el precio que pagamos por ello es tener que hacer más cuentinas y estar atentos de más cosas al mismo tiempo. Si te gustó la idea de Castles of Mad King Ludwig pero eso de que un jugador decidiera el precio de las losetas no te acababa de convencer, éste se puede adaptar más a lo que buscas.
Tao Long
Esta competición de la serpiente de los teléfonos Nokia prometía mucho, y gráficamente está muy trabajada, pero a la hora de la verdad se queda cortísimo. La mecánica de mancala para decidir las acciones no casa bien con las acciones en sí mismas y tu turno acaba siendo muy poquito de “cuál es el movimiento que más me conviene” y un mucho de “cuál es el único movimiento que puedo hacer”. Una pena, porque tenía un aspecto muy chulo.
Two Rooms and a Boom
El problema de las reuniones en las que se juntan más de diez personas es que las opciones a la hora de jugar todos juntos son Hombre-Lobo o nada. Two Rooms and a Boom es una buena opción para alternar un poquito: un juego de roles ocultos con dos equipos, cada uno con un capitán (presidente para el equipo azul, terrorista para el rojo), se dividen en dos habitaciones, intercambiando gente de una habitación a otra cada poco tiempo. Al final de la partida, se revelan roles y se mira dónde están el presidente y el terrorista. ¿Están los dos en la misma habitación? Ganan los rojos. ¿Están en habitaciones distintas? Ganan los azules. La gracia del juego está en su simpleza, en la libertad que te da a la hora de compartir información y decidir cuáles son las dinámicas de grupo de cada habitación y en ese no saber ni siquiera de qué están hablando en la otra habitación. Ideal para fiestas en las que queréis hacer algo todos juntos durante un ratillo.
Y esto es lo que dio de sí marzo en cuanto a juegos. Una vez más toca darle las gracias a Generación-X, sin cuya ayuda no habría tenido acceso a la mayoría de los títulos, y preguntaros a vosotros: ¿cuál es el juego que os ha sorprendido en marzo? ¿alguna decepción que queráis compartir? ¡Nos leemos!
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