Primeras impresiones: febrero de 2018

Sección nueva que no lo es tanto, contándoos lo que he probado este mes así a modo de teaser de lo que puede aparecer reseñado en más profundidad en las próximas semanas. Que solía hacerlo por Twitter, pero luego cuando quería consultarlo yo era un horror de localizar, y así lo tengo más a mano.

Febrero ha sido un mes flojo en cuanto a partidas pero, teniendo en cuenta que llevo la mayor parte del mes con achaques de señor mayor, tampoco me voy a quejar. Por un lado he podido jugar a varios de mis juegos favoritos como Agricola o Las Mansiones de la Locura, que siempre te alegran el mes por mucha fulija que te hayas tenido que tragar luego, y por otro las novedades que he probado no me han disgustado, con dos grandes alegrías en forma de enfrentamientos entre clanes de samurais y viajes a bordo de una TARDIS.

El portero Baldomero (Gooseberry): sensaciones agridulces con este juego que, por un lado, presenta una variación bastante simpática sobre el tema de El espía (que se perdió), que es uno de mis juegos favoritos de roles ocultos pero que, por otro, plantea unos problemas de ejecución que limitan la rejugabilidad: en un juego de este estilo no debería ser tan fácil equivocarse a la hora de determinar, en este caso, cuál es la palabra secreta. Ya os hablaré más detenidamente de él otro día, palabrita del niño Betote.

Rising Sun: sí, ya sé que ahora lo que mola es decir que este juego es un pestiño y que mucha figurita y poca chicha, pero yo nunca he molado, así que tengo toda la libertad del mundo para decir que me ha flipado, y que hacía mucho tiempo que no me encontraba con un juego que me ofreciera un planteamiento estratégico tan rico en apenas dos horitas. Una bestia muy distinta a Blood Rage, que cambia esa selección de cartas fundamental en el juego de los vikingos por un mecanismo de roles a lo Puerto Rico y un sistema de alianzas bastante original que plantea muchas sutilidades que vas viendo conforme juegas más partidas. Igualmente, esperad que en este marzo os hablaré más a fondo de él.

Majesty: for the Realm: un juego bastante en la línea de Splendor o Century, pillar cartitas para que te den puntos e ir acumulando. Rápido, sencillo y agradable, aunque no deslumbre.

Incursores del Mar del Norte: este me ha hecho bastante más gracia, un colocación de trabajadores ligerito en la línea de Stone Age o Viticulture pero con un tema chulo de reunir suministros para saquear puertos y fortalezas. La mecánica de “pongo muñeco, retiro muñeco” es original y, aunque tampoco es que estemos sepultados por la diversidad de opciones en nuestro turno y las cartas de tripulación pudieran estar un poquito más equilibradas, no se hace pesado y las sensaciones son bastante chulas.

Doctor Who: Time of the Daleks: cuando oí que GaleForce Nine iba a publicar un juego sobre Doctor Who, hice lo que cualquier persona mínimamente racional haría: pedirles a los chicos de Generación-X que me apartaran una copia en cuanto se les pusiera a tiro. Y es que esta compañía que nos sorprendió un día con el magnífico Spartacus y ha seguido, juego tras juego, demostrando que entienden la esencia de un juego temático aún está por decepcionarme, y esta vez no ha sido la excepción. En este juego llevamos a una encarnación del Doctor, viajamos por el tiempo y el espacio, reclutamos compañeros que nos ayuden en nuestras aventuras y tiramos dados a cascoporro. Qué gustito da cuando sacan un juego sobre algo que adoras y ves que le han puesto tanto cariño.

WordARound: típico juego de clase en el que hay que adivinar la palabra escrita en un anillo. No es para tirar cohetes, pero como práctica de spelling de diez minutillos para terminar una clase funciona.

Esto ha sido lo que ha dado febrero de sí. Y, ¿para vosotros? ¿Qué habéis probado este mes que os haya dejado con el culo torcido? ¿Qué pepinazo me estoy perdiendo?

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