Primera Clase: un viaje en el Orient Express – Ferrocarrilitos Rusitos
First Class: Unterwegs im Orient Express. Helmut Ohley, 2016 – Hans im Glück Verlags-GmbH (Devir)

Disfruten de las vistas y de los puntos de victoria.
En 2013, Helmut Ohley decidió dejar de lado los 18xx y diseñar algo que le diera algo de dinero, y de ahí salió Russian Railroads, un juego sobre construcción de vías ferroviarias que bien podría haber ido sobre la cría de la mosca de la fruta, pero que a pesar de su disociación temática y del efecto “bola de nieve” brutal que tenía se ve que ha gustado entre los aficionados a los juegos de este estilo, de ir haciéndote tu máquina de generar puntacos de victoria y a ver quién tiene la máquina mejor engrasada al final. Este Primera Clase que nos trae ahora Devir ha sido catalogado como ·”Russian Railroads: el juego de cartas”, y viene con buenas referencias, así que tarde o temprano había que echarle un ojo.
En Primera Clase empezamos con un tablerito personal y dos trenes de un vagón cutrongo cada uno, y durante la partida iremos mejorando y ampliando nuestros trenes, expandiendo el recorrido de nuestra línea y haciendo otras cositas que nos den esos ansiado puntos de victoria, que saben riquísimos con el café y las pastas. Para ello nos presentan en cada ronda tres filas de seis cartas, y en nuestro turno escogemos una de esas cartas y hacemos lo que nos dice. También tendremos que avanzar nuestras fichitas de revisor y de trenecito por sus filas de cartas correspondientes para que nos puntúen, porque en Russian Railroads funcionó y por fuerza aquí tiene que funcionar también. Cada tres cartas son una ronda, cada dos rondas se acaba un mazo y al terminar los tres mazos llega el final de la partida.

Esto es lo que vas a estar mirando durante la partida.
Primera Clase es un juego de esos que te engañan a base de “un detallito más”. Al explicarlo puedes decir que en tu turno escoges una carta, haces lo que diga la carta y ya, qué fácil, ¿eh?, pero luego vas con “y cuando has puesto cinco cartas aquí, pones un vagón adicional que te da otra acción”, el “y si tu trenecito para por acá, tienes este bono”, el “esta loseta la consigues cuando has puesto diez vagones, y este cubito lo pones aquí si ha llegado tu revisor a la loseta”, el “puedes usar monedas para hacer cositas, y esas cositas dependen de la columna donde hayas puesto la moneda”…, total, que al final tardas más en explicar todas las excepciones y detallitos que en contar todo lo demás, y esto puede ser un hándicap a la hora de explicar un juego en teoría sencillote a alguien que puede estar esperando un Catán.
Uno de estos detallitos es el de los módulos. En Primera Clase las cartas están divididas (y ordenaditas en un inserto magnífico, todo hay que decirlo) en un “pack básico” y cinco módulos, de los que vas a escoger dos para cada partida. Las cartas de esos módulos se barajan con las básicas y, en teoría, esto te da para multitud de partidas distintas (10 configuraciones si las mates de BUP no me fallan), aunque en la práctica la cosa es bastante menos. Os cuento de qué van y luego os explico:

El inserto es de esos que da gloria ver.
Los módulos A y B introducen los encargos (cartas que tienen un requisito y que, en cuanto cumplas ese requisito, te dan un beneficio) y los famosos y las postales (cartas que si pones en uno de tus vagones o tramos de recorrido te doblan la recompensa que recibirás en la fase de puntuación). Nada espectacular, incluso tirando a sosas, pero te añaden una pizquitina de variedad a las acciones básicas y son fáciles de explicar en una primera partida.
El módulo C, el obligatorio módulo de “asesinato en el Orient Express”, mete fichas de sospecha que vas adquiriendo con algunas cartas. Al final de la partida se les da la vuelta a las fichas y el que tenga más huellas es eliminado sin contársele los puntos siquiera. Si al que le ha tocado ser el asesino (que pilla dos fichas más al final de la partida) no es el jugador eliminado, bono de 20 puntazos. La idea no está mal, y hay muchos juegos en los que algo parecido funciona muy bien, como el High Society de Knizia o la expansión para Lords of Waterdeep, pero aquí está implementada de la peor manera posible: tienes muy poco control sobre las fichas que adquieres, y hay una variación brutal entre lo que hay en cada ficha, así que al final te queda la sensación de que han eliminado a un jugador por el equivalente a “ha salido un 1 en el dado, así que esta horita que has estado planeando estrategias no te ha valido para nada”. Los que me decían que El Oráculo de Delfos no tenía tanto azar supongo que fue porque habían jugado este módulo antes y claro, en comparación con esto, es un ajedrez.
Y los módulos D y E son versiones “avanzadas” de los A y B. Los pasajeros y los equipajes son como los famosos pero con un pequeño requisito necesario para activarlos y que te dan beneficios algo más variados al activarlos, y que se acumulan con otras cartas del mismo tipo que tuvieras de antes; los desvíos y mecánicos son encargos que colocas entre tus dos trenes y se activan cuando el vagón al que apuntan cumple los requisitos indicados. Cuando has jugado los primeros dos módulos y ya se te hace repetitivo, puedes sustituir uno o los dos por los de aquí y tienes el juego completo.

Es ver el tablerito personal y sentir el traqueteo y el bramar de la locomotora. #Not.
Así que, teniendo en cuenta que el módulo C es una marcianada que sólo mete azar absurdo y frustración, en realidad la multitud de opciones se reduce a niveles de dificultad, con un juego básico que usa los dos primeros módulos, uno avanzado que usa los dos últimos y un par de puntos intermedios por si no sabes si atreverte con el nivel avanzado así a saco.
Pero ojo, que el hecho de que no tenga toda la variedad que promete no quiere decir que el juego sea malo ni mucho menos: como euro medio es más que correcto, incluso por encima de la media de lo que encontramos por ahí, y desde luego me parece mucho mejor juego que Russian Railroads, del que definitivamente parece una versión destilada y menos problemática (e igual de temático, claro). Una vez más, se prueba que si quieres un juego de gestión y optimización no muy sencillo pero que tampoco te haga salir humo de las orejas, buscar a un señor montado en un cerdo en la caja es un buen modo de saber que no te vas a sentir decepcionado. A pesar del módulo C.
Juego proporcionado por Generación-X.
¡Buenas! A mí, el Russian Railroads me desilusionó muchísimo. Me lo compré porque… ni sé por qué me lo compré. Hablaban muy bien de él y, después de todo, el juego “era de trenes”. Casi estaba a punto de caer en este también, sobre todo por lo que había leído del módulo del asesinato. Creo que voy a esperar un poco, a ver si tengo ocasión de probarlo antes. Saludos
Russian Railroads fue incluido en el Be-Top ten de 2013.
Estaría bien conocer en más detalle porque éste es mejor
Digamos que 2013 no fue un año espectacular en cuanto a juegos 😀
Primera clase me parece más sencillo, más directo y menos “arcano”. RRR para mí acaba siendo un euro durete más, y entre un euro durete más y un euro medio más, me quedo con el medio.