Poli bueno, poli malo: alégrame el día
Good Cop Bad Cop. Brian Henk y Clayton Skancke, 2014 – Overworld Games (Ediciones Primigenio)
4-8 jugadores, 10 minutos.

Me río yo de Gotham City.
Hace no mucho, un par de años si me apuráis, a los que nos gustaba eso de contar mentirijillas en una mesa teníamos básicamente dos opciones: Battlestar Galactica o La Resistencia. Y no es que estuviéramos mal así pero oye, uno siempre quiere más y también, por qué no decirlo, daba un poco de envidia ver cómo a los que lo que los motivaba era barajar cartas o colocar trabajadores no paraban de hacerles regalitos en forma de novedades jugosas y a nosotros nos tuvieran en una esquina jugando a lo mismo de siempre. Pasándonoslo pipa, sí, pero a lo mismo.
Luego empezaron a salir más títulos que nos tenían un poquito en cuenta, sobre todo gracias al boom de los microjuegos que, a falta de componentes, echaban mano de la interacción entre jugadores, y de títulos como Una noche: El Hombre-Lobo que nos enseñaron que aún había dónde rascar en el mundo de los roles ocultos. Y vaya si se rascó. De repente, no podías dar un paso en una tienda de juegos sin encontrarte con un título en el que hubiera algún tipo de meta secreta. Y claro, si antes nos quejábamos de escasez, ahora decimos que lo poco agrada y lo mucho cansa, porque el caso es quejarse de cosas. Y en medio de todo esto, los amiguetes de Ediciones Primigenio deciden estrenarse en el mundillo publicando Poli Bueno Poli Malo. ¿Conseguirán petarlo con este primer título o habrá que esperar a Paula’s Kaulas?
En Poli Bueno Poli Malo nos encontramos en una situación muy parecida a la de Bang!: hay un montón de gente en una habitación que se reparten entre dos bandos, pero nadie está muy seguro de quién es quién y, ¿qué mejor modo de resolver este malentendido que a tiro limpio? En cualquier caso, los policías honestos quieren cargarse al capo y los corruptos al agente secreto, y el que antes lo consiga habrá ganado.
La novedad que introduce este Poli Bueno Poli Malo es que nuestro bando no estará determinado por una carta, sino por tres. Tú miras tus tres cartas y aquella de la que tengas más será la que determine tu bando (a no ser que seas el agente secreto o el capo, que ahí ya no hay nada que contar). Vamos pasando turnos y, cuando te toca puedes mirar una carta de otro jugador, robar una carta de equipo (que te permiten hacer cosas chulas) o, lo que mola de verdad, pillar una pistola y empezar a apuntar a la gente, que aquí hemos venido a lo que hemos venido. Si disparas a un mindundi, éste enseña sus cartas y queda eliminado. Si disparas a un boss, enseña la carta y está herido, y un segundo disparo lo elimina del todo y le da la victoria al equipo contrario.

¿De qué lado estás?
Poli Bueno Poli Malo es un pájaro raro en el mundo de los juegos de roles ocultos en cuanto a que se basa más en jugadas (qué cartas miras, qué equipo consigues, cómo actúan los demás) que en palabrería lo cual, a los que tenemos la lengua más larga de lo que debiéramos, no nos viene nada mal, que ya nos tienen calados. También tiene la curiosidad de que los dos bandos están más o menos equilibrados, con lo que no es cuestión de fingir ser quien no eres sino de intentar mantener el misterio y no dar pistas. Por otro lado, a mí no me acaba de funcionar precisamente por esa razón: lo que yo busco en un juego de roles ocultos es palabreo, gente soltando discursos electoralistas e indignaciones sobreactuadas, mientras que Poli Bueno Poli Malo es más tranquilo, más de mirarse con desconfianza hasta el momento en el que uno ata cabos, agarra la pistola y se lía parda. Si ese es tu estilo, aquí tienes tu juego perfecto.
Te gustará si: estás harto de que los juegos de roles ocultos sean concursos de popularidad.
Lo odiarás si: más que deducción, lo que buscas es una excusa para trolear impunemente.
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