Pingo Pingo: corre que te pillo

Agradables a rabiar, chicos.

Roberto Fraga, 2015 – IELLO

2-5 jugadores, 15 minutos (ni uno más, ni uno menos)

Agradables a rabiar, chicos.

Agradables a rabiar, chicos.

Hay juegos que pasan olímpicamente del tema más allá de qué le van a decir a Klemens Franz que dibuje en la portada; otros buscan una simulación minuciosa de una situación histórica concreta, o desarrollar una narrativa apasionante que nos mantenga enganchados hasta el último minuto en su trama y nos haga identificarnos con sus personajes. Roberto Fraga le ha dado una patada a la mesa y ha dicho: “a tomar por saco: pingüinos caníbales”. Olé sus narices.

Porque, seamos serios, ¿no has soñado nunca con explorar una isla tropical misteriosa habitada por una tribu de feroces pingüinos inteligentes que han evolucionado gracias a la tecnología alienígena de platillos volantes estrellados y han conseguido dominar la técnica de la doma y monta de osos polares de batalla? Vale, probablemente no pero, ¿a que ahora no eres capaz de pensar en otra cosa? ¿Y si te digo que mientras lo haces vas a utilizar una pistola de ventosas para atacar a tus enemigos? Exacto.

Muérete de envidia, J.J. Abrams.

Muérete de envidia, J.J. Abrams.

Si lo vendes de esta manera, es casi seguro que tus amigos se van a sentar contigo a jugar, ya sea porque les haya emocionado tanto la idea como era de esperar, ya sea porque crean que ya has perdido definitivamente la poca cordura que te quedaba y estén tratando de seguirte la corriente mientras llaman a los servicios de emergencia para que vengan a recogerte. Pero como el juego dura 15 minutitos, tendréis tiempo para echar una partida antes de que los señores de blanco llamen al timbre, que es lo que importa.

Pingo Pingo es, por citar lugares comunes, un Jungle Speed sobreproducido: los jugadores se turnan dándoles la vuelta a las primeras cartas de sus respectivos mazos y hacen lo que haya que hacer: poner la mano sobre la carta el primero para quedarte con el tesoro, no ponerla si la carta tiene trampa o es del momento del día que no toca, levantarse a tocar o pegarle un tiro con la pistola de ventosas a una de las tarjetas que habéis colocado en otra parte de la habitación o repartir de nuevo las cartas que hay en el centro de la mesa. Si tocas lo que no debes o tardas mucho en hacer una de las acciones especiales, pierdes una vida y, al final de la partida, el jugador que tenga más tesoros y aún siga con vida ha ganado. Todo esto al ritmo de la musiquita que te viene en el CD incluido en el juego o en el archivo que puedes descargar de la página oficial, que te va a ir marcando los tiempos (día o noche) y los gritos de ‘¡Pingo, pingo!’ para las acciones especiales.

Un juego en el que puedes hacer esto tiene que molar a la fuerza.

Un juego en el que puedes hacer esto tiene que molar a la fuerza.

Como habréis imaginado, no es un juego para grandes estrategas y, como vais a estar correteando y pegando tiros, quizá no sea la mejor de las ideas si vais a jugar en un lugar muy concurrido pero, sólo por lo loco del planteamiento y la excusita para pegar tiros con una pistola de juguete, ya vale la pena echarse una partidilla o regalárselo al sobrinito. También podéis jugar una versión light poniendo las tarjetas-diana en la misma mesa en la que jugáis para no tener que levantaros pero, si uno va a hacer el bobo, es mejor pasar de medias tintas y abandonarse a la vorágine. Y vorágine vais a tener para rato.

Te gustará si: te mola el rollo frenético y actuar rápido.

Lo odiarás si: no te gusta que te metan prisa ni que te hagan levantarte de la silla.

Juego proporcionado por Generación-X.

 

 

1 Comment on Pingo Pingo: corre que te pillo

  1. No entiendo por qué ponen que el creador del juego es Roberto Fraga si este juego ya existía en los 80 con otro nombre.

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