Knit Wit: el Scattergories de Venn
Matt Leacock, 2016 – Z-Man Games

Carretes y pinzas, lo que todo el mundo espera de un juego de palabras.
Diseñar el mejor juego de mesa de todos los tiempos (o eso dicen por ahí) no es todo gloria, billetazos y fiestas en yates privados: también tiene sus cosas malas y la principal es que, ¿qué puñetas hace uno después? Porque, por mucho que te esfuerces, siempre saldrá el típico pesao de turno diciendo que te estás repitiendo, que vives de las rentas o que molabas más antes cuando no eras tan comercial. Así que el amigo Matt Leacock se dijo: “pues si Vlaada puede, yo también”, y se lanzó a la creación de un juego social. Y a mí, que me gustan estos juegos de explicar en dos frases y echarse unas risas más que comer con los dedos, me llamó la atención de inmediato, así que me hice con una copia lo antes que pude y ese mismo día ya estaba dándole.
Knit Wit es un juego de palabras al estilo Scattergories, en el que vamos a tener que buscar entre 5 y 8 palabras (o personas, o cosas, o conceptos, o…) que cumplan determinadas características. La cosa que tiene es cómo se determinan esas características, y ahí es donde entran esos componentes que son un gustazo de ver, a saber: ocho carretes gordos de madera y otras tantas pinzas de colores unidas a sus correspondientes lazos. Tanto unos como otros se van colocando sobre la mesa de manera que todos los carretes acaben dentro de uno o varios lazos. Cada lazo tendrá una palabra (para eso están las pinzas, para sujetar las tarjetitas con palabras), y al final la respuesta para cada carrete será algo que cumpla con las características de todos los lazos que lo rodean. Que sí, que es un lío explicado, pero en imagen tampoco os creáis que mejora mucho.

¿Más claro así? ¿A que no?
Cuando ya están todos los carretes y todos los lazos colocados, es cuando toca ponerse a pensar algo que encaje en cada categoría y, cuando hayamos terminado o nos hayamos dado por vencidos (el segundo caso suele ser más común), cogemos un botón. El último de los botones marca el final de la fase de escribir, y entonces toca compartir las respuestas: a más lazos rodeando el carrete, más puntos da la palabra (siempre que no esté repe, claro) y, si has cogido un botón, le sumas el número de agujeros a tu puntuación. Y ya.
Knit Wit es indudablemente un juego de tipo social, pero uno bastante raro en su especie. Tiene en común con el último bombazo del género, Código Secreto, ese haber tomado como base un juego muy sencillo y hacerlo complicado de narices: en todas las partidas que he jugado, los 5-10 minutos de silencio, caras serias y suspiros de desesperación no nos los ha quitado nadie, y es que cuando se juntan 4 ó 5 lazos en torno a un mismo carrete sí, resulta muy goloso llevarse todos esos puntos, pero los vamos a sudar. También es un juego con un tempo muy especial: la preparación puede llevar casi más tiempo que la fase de escribir respuestas, sobre todo si juegas con un grupo muy competitivo que intente encontrar una estrategia ganadora a la hora de colocar los lazos, y el contar los puntos va a llevar aún más que las dos fases anteriores juntas.
Pero es que es justo en ese contar puntos donde va a estar la gracia: recordemos que la mezcla de categorías da lugar a combinaciones bastante rarunas pero es que, además, una respuesta repetida no va a darnos puntos, así que no va a ser nada raro intentar escribir la respuesta más rara posible dentro de los parámetros y, por supuesto, esas respuestas raras va a tocar explicarlas. Ahí, en esos intentos de justificación que también encontramos en Such a thing? es donde van a aparecer las carcajadas, y es también en lo que se diferencia de Código Secreto: sí, vamos a pensar más de lo que solemos hacerlo en este tipo de juego, pero al final el aire es de levedad, sobre todo cuando te das cuenta de que no has visto uno de los lazos e intentas convencer al resto de que tu respuesta de “Justin Bieber” no encaja sólo con joven y famoso, sino también con filosófico.

Siempre hay alguien.
El mayor problema que va a tener Knit Wit es la comparación con Código Secreto, con el que comparte bastantes rasgos superficiales, pero cuyo público ideal es distinto: mientras que el juego de Vlaada es ideal para jugadores puramente competitivos y lógicos, éste tiene ese punto distinto de recompensar la creatividad incluso por encima del razonamiento lógico y ofrecer una actividad al mismo tiempo distendida y exigente. Y por esta rara cualidad de permitir ejercitar al mismo tiempo las neuronas y la mandíbula, yo no puedo hacer otra cosa que recomendároslo.
Lo amarás: jugándolo con un grupo creativo que disfrute buscando concordancias extrañas y explicaciones más extrañas aún.
Lo odiarás: si lo juegas con gente que sólo está interesada en contar puntos a ver quién gana.
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