Kindgom Death: Monster – Sobre viajes y alforjas

Si guiñáis los ojos veréis que no es todo negro, que hay un dibujo. Creedme.

Adam Poots, 2015 – Kingdom Death

Ficha en BoardGameGeek

Si guiñáis los ojos veréis que no es todo negro, que hay un dibujo. Creedme.

Si guiñáis los ojos veréis que no es todo negro, que hay un dibujo. Creedme.

Allá por 2013, cuando que un proyecto de Kickstarter tuviera miniaturas a cholón aún era noticia, surgió la promesa de Kingdom Death: Monster, que nos prometía la ingeniosa vuelta de tuerca de, en lugar de ponernos zombis y orcos, darnos miniaturas de tetas, culos y colgajos por doquier, lo que encandiló a unos y repelió a otros, pero como los unos eran muchos y tenían dinero quemándoles en los bolsillos el proyecto salió adelante… Más o menos. Y es que Kingdom Death: Monster pronto se convirtió en una broma recurrente para los que habían aportado por él debido a sus constantes retrasos, que llegaron a ser tan exagerados que alguno incluso se preguntó si Adam Poots no sería en realidad español.

Pero llegó y, contra todo pronóstico, resultó que el juego era algo más que tetas de plástico. Aquellas almas ilusionadas que no cejaron en su sueño de ver un juego detrás de ese mar de turgencias y deformidades se mostraron felices y satisfechas, y nos hablaron de una experiencia narrativa única, una historia opresiva y adulta y un juego de campaña de horas. Una de las notas medias más altas de BoardGameGeek y un índice de satisfacción muy por encima de lo habitual cuando un juego llega con tanto retraso, que generalmente ni ilusión te queda ya sorprendieron a muchos: ¿era un simple caso de clientes autojustificándose? ¿estábamos ante la Tercera Llegada del Mesías Jugón? Y zas, así como quien no quiere la cosa, nos encontramos con que Poots abre de nuevo otro proyecto en Kickstarter y podemos dejarnos nuestros billetazos alegremente otra vez.

En un principio no iba a escribir esta entrada, porque no le veía sentido a hablar de un juego que si ve distribución en tiendas va a ser muy limitada y porque no he tenido acceso a una copia física y todo lo que he probado ha sido mediante apaños, pero el Pueblo quería saber y, como reseñador vuestro que soy, os debía una reseña, y esa reseña que os debo os la voy a dar. Más o menos. Y como la pregunta estrella es: ¿me meto o no me meto?, vamos a ir directos al grano, que la duda no es si Kingdom Death: Monster mola o no, sino a quién le puede molar lo suficiente como para dejarse el pastizal que cuesta en él.

Empezemos por lo primero que llama la atención: las miniaturas. Tanto los supervivientes como los monstruos que hemos visto ya en todas las poses y desde todos los ángulos posibles tienen un aspecto final muy chulo, pero hay que tener en cuenta que cuando abras la caja lo que te vas a encontrar es esto:

Me encanta el olor a matrices de plástico por la mañana.

Me encanta el olor a matrices de plástico por la mañana.

Y puede que sea cosa de pensárselo dos veces. Si vienes de jugar a Warhammer y demás, tener que montar y pintar las figuras tú mismo no sólo te va a echar para atrás sino que va a ser un punto más a favor de la compra, que pocas cosas hay más relajantes que pasarse una tarde cuchilla en mano quitando rebabas, llenando huecos con masilla y personalizando las poses aquí y allá antes de liarse a pintar, pero esto no es un Zombicide de abrir la caja y ponerse a jugar y quizás, si no lo has hecho antes, te compense pagar un extra a alguien ya ducho en el tema, que no quieres que tus errores de modelista principiante sean con un juego en el que te has dejado medio sueldo. Y caramba, si ya estamos gastando pasta, la gastamos bien.

En cuanto al juego en sí, ya habréis leído que se trata en realidad de tres juegos en uno, conectados entre sí y que se van sucediendo como si fueran fases de un turno. Comenzamos llevando a una personita que se despierta tapado con un trapo en mitad de un campo de caras esculpidas y, cuando estamos a puntito de echar un caliqueño con el primer ser humano con el que nos encontramos, llega un león que pasaba por ahí y se lía a desmembrar y a morder todo lo que encuentra porque la verdad es que el paisaje tampoco es como para disfrutar mucho de él y no daban nada por la tele a esa hora. No nos queda otra que coger un piedro suelto de por ahí y luchar por nuestra vida.

"¡Dejadme solo, yo puedo!" - famosas últimas palabras.

“¡Dejadme solo, yo puedo!” – famosas últimas palabras. (la mini del león no es la del juego, pero pilláis la idea)

Así comienza el prólogo, o primer turno tutorial del juego, indicándote pasito a pasito cómo va la cosa y enseñándote sin que te des cuenta la primera fase del juego, que es el combate en tablero. Con esta fase, como con casi todo el juego, tengo sentimientos encontrados: por un lado el modo en el que los enemigos actúan está muy bien pensado, teniendo éstos un mazo de inteligencia artificial personalizado que funciona además como puntos de vida: en el turno del bicho, sacas la primera carta del mazo y haces lo que te cuenta, y cuando tú le zumbas a él coges cartas de ese mazo y fuera que van, lo que a su vez va a ir reduciendo sus opciones de acción, y eso está muy bien y ayuda a que el combate no se haga pesado, pero luego tienen un sistema de resolución totalmente noventero de tira para dar, luego para hacer daño, y ten en cuenta que el sistema para dañar a jugadores y a monstruos es distinto, que tiene su sentido por la ambientación pero no deja de ser una complicación que, en mi opinión, podían haberse ahorrado. Pero vamos, en general bastante bien, tampoco vamos a odiar por odiar.

Una vez pasada esta primera fase vamos a lo que distingue a Kingdom Death: Monster de otros juegos de poner plasticazo en un tablero y tirar dados a ver qué figurita muere antes, y es la fase de colonia. Porque aquí no llevamos a un personaje y ya (y mejor que no te encariñes mucho con ninguno), sino a un grupete de supervivientes que intentan eso, sobrevivir en ese mundo que como destino de vacaciones no debe de tener mucho éxito. Y la idea, cuando te la cuentan, mola todo: empiezas con unos mindundis que están en pelotas y tienen un nivel cultural ligeramente inferior al de un espectador de Tele 5, y de ahí tienes que ir tomando decisiones sobre qué hacer con los muertos, cómo aprovechar lo que vamos sacando de los bicharracos que matamos, cómo criar a los niños que van naciendo y esas cosas, que cada turno es un año en el mundo de juego y el tiempo vuela. Luego cuando ves que a la hora de la verdad las decisiones que tomas son de “tira en la tabla A de efectos aleatorios o en la tabla B de efectos aleatorios” te da el bajonazo, aunque como cada una de esas tiradas implica un cambio a mejor o a peor, la sensación de progreso está ahí.

Sí, muchas miniaturas, muchas cartas y mucho de todo, pero lo que más vas a hacer es escribir y borrar en hojas como estas.

Sí, muchas miniaturas, muchas cartas y mucho de todo, pero lo que más vas a hacer es escribir y borrar en hojas como estas.

En esta fase también podremos (y tendremos, que no es cosa de pasarnos toda la campaña con el mismo trapo, que eso coge olor) ir fabricándonos armas, armaduras y demás a partir de las cochinadas que les arrancamos a los bichos. El problema una vez más es que las elecciones que tomamos se me antojan forzadas, ya que ni tenemos mucho rango de elección a la hora de decidir a qué bichos cazamos para arrancarles cochinadas ni a la de ver qué cochinadas en concreto arrancamos, siendo los botines de caza en plan robar cartas al azar de un mazo, con lo que una vez más acabamos con más ilusión de agencia que agencia propiamente dicha. De la fase de caza poco voy a decir aparte de que me parece un modo absurdo de alargar una experiencia con algo que se podría haber resuelto perfectamente con una tirada de dados y ya.

Y me diréis que a lo mejor es que debería jugar más antes de juzgarlo, y que sin haber terminado la campaña entera cómo voy a saber, pero ya le he dedicado unas 8 horas al juego que, sin haberlas sufrido, tampoco las he disfrutado especialmente. Que a lo mejor es como esa serie estupenda que empieza a molar a partir de la tercera temporada, pero a mí Stranger Things ya me enganchó en el primer capítulo. Ya, una vergüenza y un fracaso de la sociedad moderna que busca la inmediatez, lo sé.

Entonces, ¿me apunto a Kingdom Death: Monster o no?, estaréis diciendo, y yo no soy quién para juzgarlo, pero sí que al menos me gustaría preveniros. Si os gusta el aspecto de modelismo del hobby (o si podéis permitiros pagarle a alguien para que os monte y pinte las minis), si no os importa que el azar sea el factor más determinante en una experiencia de unas 60 horas y si lo que más os atrae en un juego es la sensación de progreso, pertenecéis a un nicho que va a disfrutar de este juego como de ningún otro. Si no estáis dispuestos a dedicarle horas de “trabajo” a una campaña hasta que empiece a despegar y sois más casuales, si os gusta echar una partida a un juego una semana y a otro distinto la siguiente, no creo que le vayáis a sacar el suficiente jugo a este cajote como para que os compense. Y oye, si estáis dispuestos a invertir tiempo y recursos en una experiencia lúdica persistente, quizá deberíais plantearos entrar en el mundo de los juegos de rol. O quizá es que yo estoy ya viejo para estas cosas, qué sé yo.

 

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