Great Western Trail – I’m a poor lonesome cowboy

Si WestWorld te daba mal rollete, prueba a mirar esta portada.

Alexander Pfister, 2016 – eggertspiele (Ediciones MasQueOca)

Ficha en BoardGameGeek

Si Westworld te daba mal rollete, prueba a mirar esta portada.

Cada noviembre nos llegan por todas partes rumores de ochenta juegos, todos los cuales son el pepinazo del año sin duda alguna y dejan al resto muy atrás. Un par de meses después, nos acordamos de dos de ellos. Great Western Trail es uno de esos supervivientes y, aprovechando que tenemos edición en español calentita, ¿qué mejor que echarle un vistazo a ver qué nos ofrece?

Esta vez la excusa para sacar puntos de victoria es que vamos desde Texas hasta Kansas a vender ganado. El tablero nos presenta un mapa con ese recorrido, incluyendo algunos desvíos para darle una pizquitina de variedad, y algunos edificios ya puestos, así como otros tantos tipis y peligros de distintos tipos. En nuestro turno avanzamos una serie de pasos (cada ficha de cartón por la que pasemos nos cuesta un paso, ya sea un tipi, un peligro o un edificio), y según dónde caigamos podremos hacer unas acciones u otras. En edificios neutrales o que hayamos construido nosotros habrá varias opciones, y en tipis, peligros o edificios de otros jugadores podremos hacer “mini acciones”, que en un principio no son muy allá pero que luego hay momentos en los que nos dan la vida.

El sueño americano era esto.

¿Y qué es lo que podemos hacer? Pues un poco de todo: podemos contratar señores para que nos ayuden a hacer cosas más chulis (vaqueros, obreros y… ¿señores con chistera? ingenieros, sí, ingenieros). Podemos construir edificios si tenemos obreros suficientes, avanzar nuestro ferrocarril en función de los sombrereros ingenieros que tengamos, comprar vacas deluxe con ayuda de nuestros vaqueros… Y todo mientras vamos intentando darle vidilla a nuestro mazo de ganado, porque cuando lleguemos a Kansas queremos hacerlo con una mano de vacas bien gordas y variaditas, que nos permitan hacer un envío bien hermoso que nos dé bien de dinero para luego además poner uno de los discos de nuestro tablero personal en el central y así desbloquear nuevas habilidades que… En fin, un lío.

Y es curiosa esta dualidad: si queremos explicar el juego en cinco minutos, podemos perfectamente decir: “mueves tu muñeco, haces la acción del sitio, cuando llegas a Kansas envías vacas y mandas el muñeco otra vez al principio” y ya lo tenemos, pero nuestras pobres víctimas van a pasarse media partida dando palos de ciego y haciendo cosas sin saber muy bien para qué sirven. Pero no hay que dejar que eso nos frene, porque llega un momento en el que la cosa hace clic, y ya empezamos a ver el puzle: y si me muevo aquí primero, descarto la vaca negra que tengo repe y luego contrato al obrero, después puedo aquí construir el edificio de nivel tres y pasar por él para quitar un tipi y llevarme el dinero que necesito para luego comprarme la vaca de nivel cinco y…

No sabrás si son reses o Pokémon, pero las quieres todas.

Porque sí, está claro que Great Western Trail no es un juego para los que sueñen con duelos al amanecer en el saloon o que busquen algo un poquito más durete que Bang!Este juego es del diseñador de Mombasa y se nota, y aquí la cosa va de optimizar nuestras acciones para conseguir hacer envíos a las ciudades más alejadas, o para llenar nuestro mazo de vacas bien hermosas, o construir los edificios más potentes, o hacer un poco lo que quieras, en plan caja de arena, que al final ya veremos qué planes han salido mejor. Y su punto fuerte es precisamente ese, que en cada partida puedes elegir, según la disposición inicial del tablero, los edificios que se vayan a poder construir en esa partida o, qué caramba, lo que te apetezca en ese momento, la estrategia a seguir, y trazarte un plan de esos que dan gustito cuando ves que todo se va encadenando perfectamente, y ya al final si eso comparamos puntos.

Y es que los demás jugadores sí, están ahí, pero la verdad es que tampoco hacen mucho. La interacción entre jugadores se reduce a que te compren el trabajador o la vaca que querías antes de que llegues o que te planten un edificio en el camino y tengas que dar un paso más de lo que esperabas, pero si ves a Juanjo quejarse de que no hay derecho, que siempre vais a por él, ya te digo yo que no tiene razón, y si acaso ya luego os echáis un Caylus para que sepa lo que es sufrir. Si eso es algo bueno o malo, depende totalmente de qué busque cada uno cuando se siente a la mesa.

Y tiene trenecitos. Un juego que tiene trenecitos ya tiene mucho ganado.

A mí generalmente estos juegos no me van demasiado, pero tengo que decir que he disfrutado mucho de Great Western Trail, quizá porque, a pesar de tener un millón de cosas que tener en cuenta, todo tiene un sentido si te pones a mirarlo y nada da la impresión de estar ahí simplemente por añadir más complejidad. Hay tres aspectos principales a tener en cuenta (vacas, ferrocarril y edificios), cada una de esa cosas tiene un trabajador asociado y todo lo demás son ayudas puntuales. Y si quieres tener un juego durete en tu colección pero que tampoco te tenga cuatro horas sentado a la mesa, éste es bastante agradable de jugar una vez has superado la barrera inicial, el tema tiene sentido dentro de lo que cabe esperar de un juego de gestión de recursos y recolección de puntos y, quizá por tener una interacción bastante limitada, no escala nada mal. Que mi juego preferido de Pfister siga siendo Port Royal ya es una cuestión personal mía, y tendréis que quererme igual.

Recomendado para: amantes de la estrategia que quieran enfrentarse a distintas variaciones de un mismo puzle cada vez para que no se les haga bola de hacer siempre lo mismo.

Juego proporcionado por Generación-X.

 

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: