Gran Hotel Austria – Cubitos con guarnición de AP
Grand Austria Hotel – Virginio Gigli y Simone Luciani, 2015 – Lookout Games (SD Games)

Klemens dándolo todo. Te queremos, Klemens.
¿Recordáis cuando os decía que no valía la pena ir a la feria de Essen a comprar juegos? Bueno, a veces se hacen esperar un poquitín, pero la cosa es que aquí tenemos, por fin, uno de los títulos más comentados del año pasado, Gran Hotel Austria, de la mano de SD Games, que siguen apostando muy fuerte a la hora de publicar. Gigli y Luciani son una pareja que a los amantes de los juegos de gestión los tiene loquitos. Luciani sorprendió en su momento con el famosérrimo Tzolk’in y la parejita ha repetido este año con Lorenzo il Magnifico, del que se está hablando muy bien. A este paso van a ser los próximos Llama Dice.
En Gran Hotel Austria somos gerentes de hoteles, y buscamos lo que todo gerente de hotel ansía: puntos de victoria. A partir de aquí, vemos que todo encaja como un guante: se nos van a acercar clientes a la terracita del hotel a saborear variaciones de nuestra variada carta consistente en strudels, tartas, vino y café y, si les damos lo que piden y tenemos una habitación libre preparada y adecuada al estatus del cliente en cuestión, se nos quedará en el hotel a echar una siestecita… PARA SIEMPRE. ¡Como en los hoteles de verdad!

Klemens también pone a amigos y conocidos en sus cartas pero, como dibuja “así”, se le nota menos.
El realismo sigue igual de presente durante todo el juego en detalles como los cocineros que se niegan a preparar más tartas que strudels o a servir más cafés que copas de vino, lo cual ocurre en cualquier negocio de hostelería que se precie, el que atraer clientes y alojarlos en tu hotel sea algo que te cuesta dinero y para conseguir efectivo tienes que ir a pedirlo por ahí, o que los clientes te concedan deseos cuando les sirves el cafelito que tanto ansiaban como si fueran genios a los que les acabas de frotar bien frotada la lámpara. También podemos conseguir poderes si contratamos al personal adecuado, claro. Pero a ver, que me estoy liando y al final no cuento nada. Rebobinemos:
Cada jugador en Gran Hotel Austria tiene un tablerito personal con sus habitaciones en tres colores, su registro de dinero porque poner fichitas de cartón se ve que duele, una cocina donde guardar cubitos y tres mesas para futuros clientes. También tendremos unas cuantas cartas de personal en la mano, que son empleados potenciales esperando a que los de recursos humanos den el visto bueno. Al principio de una ronda, se tira un chorrón de dados y se colocan en el tablero de acciones por números, y nos vamos a ir turnando cogiendo dados. Cada dado, como ocurría en La Granja, representa una acción, con el punto añadido que esa acción va a ser más potente cuantos más dados de ese tipo haya disponibles. Esas acciones las usaremos para conseguir comida y satisfacer los pedidos de los clientes que hemos ido atrayendo a nuestra terraza (clientes que van en fila india, podemos quedarnos al principio de cada turno con uno de la fila de gratis o pagando algo de dinero si el cliente que queremos está muy atrás), preparar habitaciones para que se nos echen la siesta los clientes satisfechos, contratar empleados que nos den bonificaciones (como los oficios de Agricola) o, simplemente, conseguir dinero o influencia política. También hay una acción para copiar otras acciones, para evitar los lloros de “os habéis quedado todos los cuatros, sinvergüenzas“.

Ser daltónico en este juego significa no distinguir entre un pastel de hojaldre y una copa de vino.
Hay mil maneras de acercarse a una partida de Gran Hotel Austria. Puedes intentar atraer los clientes que más puntos directos te den, puedes buscar combinaciones locas entre empleados y clientes especiales para que cada acción te cuente como varias o ir encadenando efectos especiales, puedes ir a rellenar habitaciones como un loco o seleccionarlas con tino para ir completando secciones, e incluso puedes dejarte llevar, ver qué metas comunes hay que cumplir en esta partida y tirar a por ellas, sin olvidar que al final de tres de las siete rondas que tiene el juego toca echarle un ojo al registro del favor del emperador para ver si te toca llevarte recompensa o golpe de remo. Todo o casi todo da puntos en este Gran Hotel Austria, en una ensalada muy bien aliñada y que, gracias a la variedad de clientes, empleados y metas entre partida y partida, garantiza el ofrecerte sensaciones y posibilidades nuevas cada vez.
Pero.
Hay algo que se carga por completo todas las buenas sensaciones que transmite Gran Hotel Austria, que son muchas, y es el sistema de turnos. Cada ronda un jugador va a tener dos turnos, y para evitar que el juego se descompense no han tenido otra ocurrencia que hacer que esos turnos se sucedan “a lo Catán“, es decir, el primer jugador va a ser también el último, y os podéis imaginar las risas cuando haces tu acción y te das cuenta de que van a pasar seis turnos antes de que te vuelva a tocar, que a poco que alguien sea de echar el freno te da tiempo para llamar al chino a pedir la cena (basado en hechos reales). Con dos jugadores la sangre no llega al río y la experiencia es muy agradable, y con tres que ya se sepan el juego y le den algo de vidilla tampoco tiene por qué doler demasiado, pero con cuatro es una tortura.

Como cargarse todo un juego con una ficha de cartón.
Pues eso. Si soléis ser cuatro los que os sentáis a la mesa yo no me acercaría a Gran Hotel Austria a no ser que los cuatro seáis finalistas de competiciones de cálculo rápido, pero con dos o tres sí tenéis un juego de gestión muy chulo con mucha variabilidad y un tema que, aunque esté integrado un poco de aquella manera, al menos es más original que eso de comercia con el Nuevo Mundo o expande tus tierras e impresona al conde de turno, y con bien de dados, que siempre es un plus.
Juego proporcionado por Generación-X.
Betote para cuando una reseña del Food Chain Magnate? Es mi oscuro objeto de deseo (pero hay que pensárselo por precio) y los reyes están ya a la vuelta de la esquina. Saludos
Está en la recámara. Pronto 😉