Flick ’em Up!: Dead of Winter y la mantequilla de cacahuete con mermelada

Todo mejora con zombis.
Que dos cosas por separado te gusten no implica necesariamente que la mezcla vaya a gustarte el doble, aunque como mínimo la curiosidad te va a picar. ¿Chocolate y bacon? ¿Chocolate y cerveza? ¿Chocolate y sexo? Y, hablando de juegos de mesa, el chocolate son los zombis. En Pretzel Games, de quienes hace poco que disfrutamos en España del genial Junk Art de la mano de gracias a Ludonova, parece que se han enterado también de que hoy en día los muertos vivientes venden más que los vaqueros y, como los derechos de The Walking Dead tienen que costar una pasta, han buscado apoyo en la marca blanca: Dead of Winter.
No sabía muy bien qué esperar de esta mezcla: Flick ’em Up! me encanta por ser lo más parecido a aquellas batallas entre soldaditos de Montaplex con canicas que montaba de crío los veranos en la casa del pueblo, y Dead of Winter es uno de mis juegos favoritos por el modo en que consigue crear una sensación de agobio y paranoia durante el tiempo que dura la partida, pero no sé muy bien cómo iban a combinar esas dos sensaciones y, una vez jugado, la sensación es que tampoco es que hayan decidido combinar mucho. Flick ’em Up!: Dead of Winter es, sin duda alguna, mucho más Flick ’em Up! que Dead of Winter.

Si buscas terror existencial y angustia, a lo mejor este no es el juego que buscas.
Como en su antecesor, aquí el juego va por escenarios: lees el escenario que quieras jugar, montas los distintos elementos de terreno y vas activando uno a uno a tus personajes, ya sea dándoles tobitas para moverlos o usando alguna de sus armas (vamos con pistolas, rifles, escopetas, cuchillos y bates de béisbol, cada una con su lanzamiento propio). Una vez hemos usado un personaje, actúan los zombis neutrales y le toca a otro personaje, y así hasta cumplir los objetivos de la misión o fracasar, todos a una de manera cooperativa. Y creo que este modo cooperativo le sienta muy bien, ya que hay menos presión: cuando estás enfrentándote a cara de perro con alguien que es mejor que tú jugando a las chapas, sientes un poco como si estuvieras simplemente viendo cómo te dan la paliza de tu vida; aquí, en cambio, cada cual tiene su momento y su turno para actuar, y si lo haces mal tampoco estás arruinando la partida del resto como podría pasar en Pandemic u otros cooperativos sino que, principalmente, te estás dañando a ti y ya. Y siempre puedes usar el socorrido “¡Salvaos vosotros, yo llamaré su atención!” y hacer pasar la torpeza por heroísmo.
Pero la estrella del juego es, sin duda, la torre de zombis. He comentado antes que los zombis actúan después de cada activación de personaje humano, pero no cómo lo hacen, y si no lo hago reviento, que es lo que más me ha gustado de lejos de este juego. Una vez has terminado de mover a tu muñecote, según las acciones que hayas realizado habrás hecho más o menos ruido, y como consecuencia habrás llamado la atención de más o menos zombis. Cuando un zombi (o varios) decide ir a por ti, lo que se hace es plantar la torre de zombis, que funciona muy parecido a como lo hace una torre de dados de toda la vida, detrás de él, lo plantas junto a otros zombis que hayan decidido unirse a la fiesta en una plataformita en lo alto de ella, dejas caer la plataforma y ahí van los zombis, desparramados y de manera totalmente aleatoria a base de rebotes; si en medio de esta locura algún personaje es derribado, pues eso es que le han pegado un buen mordisco y que recibe daño. No me digáis que no mola.

Probablemente uno de los componentes más chulos en la historia de los juegos de mesa.
Y si esto de cooperar no es lo tuyo, tranquilo, que también hay escenarios de conflicto entre distintas colonias en los que os dividís en equipos y os peleáis por saquear el pueblo abandonado o por conseguir un lugar seguro donde pasar el invierno mientras, por supuesto, los zombis siguen por ahí dando la lata. Incluso existe la posibilidad de jugar con metas ocultas o con traidor, porque llevarse bien es de perdedores.
En fin, que eso, que Flick ’em Up!: Dead of Winter, aunque parezca una aberración, resulta ser un juego más que apañado y, si me paro a analizarlo, una clara mejora respecto a Flick ’em Up!: la posibilidad de jugar de manera cooperativa o por equipos, la variedad de armas y escenarios y la inclusión de los zombis como enemigo neutral y la manera de manejar su movimiento no se pueden ver de otro modo que como mejoras respecto al original. Si no tienes ninguno de los dos, ésta es sin duda la versión con la que te tendrías que hacer, a menos que lo que realmente quieras sea un juego de vaqueros, claro. Y, si tienes espacio en casa, tampoco estorba tanto tener los dos, qué caramba.
Juego proporcionado por Generación-X
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