El paredón: Tira al cuervo, Dalek Dice, Isle of Skye
Nueva entrega de esta sección en la que el ansia viva me lleva a hablaros de tres juegos de una vez. Y empezamos, que tengo la mano del martillo inquieta:
¡Tira al Cuervo! (Marco Teubner, 2015)
Empezamos con este juego infantil traído a España por Gen-X Games, que han decidido lanzarse a la piscina con una línea de juegos infantiles, que no sólo de cajas amarillas viven los peques jugones. En ¡Tira al Cuervo! dos jugadores ponen entre sí una torre de cartón con varios salientes se van turnando para tirar un dado que les dirá si tienen que colocar un cuervo en uno de los salientes de su lado de la torre, si tiran de un saliente para ver si hacen caer a un cuervo o si colocan el cuervo en la parte superior de la torre, donde estarán a salvo de tirones malintencionados.
Muchos de los grandes juegos infantiles, como SúperRino, sin dejar de lado la sencillez, tienen puntos que hacen que los adultos también podamos pasarlo bien jugando, lo que es muy importante si queremos establecer un vínculo con el peque a través del juego. No es el caso aquí ya que, detrás de una producción impecable (la torre es sólida y los cuervos vistosos y macizos, ideales para manejarlos con manos chiquiticas), al final lo único que tenemos es un juego que depende del azar por completo y cuyo único punto de decisión es un mínimo de faroleo que, a las edades a las que está destinado el juego, es como decir nada. Pero a edades tempranas simplemente el reto de colocar los cuervos sobre los salientes sin que caigan ya los tendrá más que entretenidos, aunque quizá no tanto como para elegir este ¡Tira al Cuervo! sobre un clásico como Animal sobre Animal o, incluso, Jenga.
Dalek Dice (Marco Maggi y Francesco Nepitello, 2016)
Dados y Daleks: ¿cómo puede una combinación así no molar? Y, aunque no molara, cuando nos diéramos cuenta ya se habrían agotado todos en las tiendas, que al fin y al cabo es de lo que trata la cosa. Como víctima que soy del consumismo más feroz cuando sacan algo de una de mis franquicias favoritas, me hice con él y encontré en el interior de la cajita exactamente lo que esperaba: unos cuantos dados y un reglamento minúsculo. Dalek Dice bebe de la misma fuenta que Martian Dice, Dados Zombi y demás: tira dados y ve guardando resultados de humanos (puntacos), daleks (tienen que superar o igualar a los humanos para poder puntuar), el Doctor (si salen tres, no puntúas esa ronda) o EXTERMINATE!!!!! (si salen tres, puntúas mogollón y puedes gritar con voz muy aguda). El primero que llegue a acumular 60 puntos, gana.
El juego cumple perfectamente con las expectativas que crea: es una cosa ligerita de exprimir la suerte para pasar el rato, uno de esos juegos de los que siempre viene bien tener unos cuantos en la recámara para darle mientras esperamos que llegue todo el mundo, como final de fiesta cuando ya estamos hasta las narices de pensar jugadas o si vamos un poquito tostadetes y no damos para más. No hace falta que os volváis locos buscándolo si ya tenéis algún jueguín que os ocupe ese nicho pero, si es éste el que elegís, no vais a lamentar la compra.
Isle of Skye: from Chieftain to King (Andreas Pelikan y Alexander Pfister, 2015)
Uno de los juegos que más sonaron allá por Essen 2015 fue este título codiseñado por Alexander Pfister, que parece que está en racha el hombre tocando todos los palos del eurogame, desde el ligerísimo pero chanante Port Royal al quemacerebros Mombasa. Este Isle of Skye entra en el término medio, un juego de una horita en el que vamos expandiendo las tierras de nuestro clan a base de colocar losetas que hemos comprado a otros jugadores (o a nosotros mismos). Esas losetas tienen varios símbolos en ellas y cada ronda puntúan unos u otros, de acuerdo a unos criterios escogidos al azar al principio de la partida.
Las primeras opiniones que iba oyendo sobre el juego eran siempre del mismo palo: “esto es un Carcassonne con más chicha”; “voy a vender Carcassonne para quedarme con él” y demás y la verdad… Que vamos, que cada cual es libre de preferir un juego a otro libremente, pero Isle of Skye se parece a Carcassonne lo que un huevo a una castaña. Las losetas son del mismo tamaño, sí, pero ahí acaba toda posible comparación. Sin embargo, no hace falta comparar ni intentar destronar a nadie para decir que es un juego bastante simpático y que el sistema de ir evaluando las losetas que te tocan cada turno para intentar sacarles la mayor tajada posible sin tener que acabar comiéndotelas por haberlas puesto demasiado caras da para algún que otro momento de tensión, aunque al final la sensación de estar jugando tú solo sea la más fuerte, como una versión (quizá demasiado) ligera de Castles of Mad King Ludwig.
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