Dungeon Fighter: ¿y los chupitos?

Aureliano Buonfino, Lorenzo Silva y Lorenzo Tucci Sorrentino, 2011 - Horrible Games (EDGE Entertainment) 1-6 jugadores, 30 minutos

Ninguna portada ha sido nunca tan honesta.

Ninguna portada ha sido nunca tan honesta.

"Dungeon Fighter". Vale. Perezón. En serio, ¿queda algún bicho viviendo bajo tierra aún, que no hacen más que mandar grupos de aventureros para allá a matarlos?  Y claro, siguen pretendiendo que nos compremos juegos así. Y éste, encima, no tiene ni miniaturas molonas ni nada. ¿Estamos locos o qué?

Ninguna portada ha sido nunca tan honesta.

Pues un poco sí, o al menos eso va a pensar cualquiera que vea a un grupo de gente jugando a Dungeon Fighter porque, si bien la premisa básica es la misma de siempre -intérnate en una mazmorra, pégate con un bicho tras otro, consigue oro para comprar equipo y acaba con el malo final-, el modo en el que lo hacemos es completamente distinto a cualquier cosa que hayáis visto fuera de una fiesta universitaria: porque Dungeon Fighter no es ni más ni menos que una versión friki del Duro.

La parte central de una partida a Dungeon Fighter es una diana de cartón que vais a colocar en el centro de la mesa. Cada vez que avanzáis a una habitación nueva en la mazmorra sacáis una carta para ver contra qué monstruo os enfrentáis, y el modo de combatirlo es, por turnos, tirar dados a esa diana, con cuidado de que boten al menos una vez sobre la mesa antes de caer y, cuanto más cerca del centro se quede ese dado, más daño le hacéis al monstruo. Los dados tienen un símbolo en la mitad de sus caras, que activa un poder especial dependiendo del personaje que llevéis y el color del dado que estéis tirando si ese símbolo queda en la cara superior. ¿Que no acertáis en la diana? El monstruo os hace daño. Si conseguís reducirlo a cero puntos de vida, pasáis a la siguiente habitación y a repetir el proceso, así hasta que os carguéis al malo malísimo o vuestros personajes mueran en el intento.

Si tienes huesos es porque es chungo.

El campo de batalla.

Así dicho, tenemos un juego entretenidillo que da para un par de partidas simpáticas y ya, pero es que me he dejado un detallín fuera: algunas de las habitaciones y monstruos te van a pedir que hagas cosas como tirar el dado con la mano mala, o desde más lejos, o por debajo de la pierna, o poniéndotelo sobre la nariz, o haciendo que rebote dos veces o contra la caja del juego…, vamos, que hagas el chorra un rato. Y, por si fuera poco, las armas que vayas consiguiendo serán otro tanto de lo mismo, en plan “si tiras de rodillas, tienes un +2 al daño” y similares. Ah, por cierto, todo eso es acumulativo, así que puedes acabar soplando sobre un dado que te pones sobre el codo mientras das un saltito.

Habiendo leído el párrafo anterior, estarás pensando una de dos cosas: “este juego tiene que ser de partirte el ojete” o “menuda chufa absurda“. Y tendrás razón. Con un grupo de gente de risa fácil y poca vergüenza te va a acabar doliendo la mandíbula mientras vais intentando un tiro imposible tras otro, porque necesitáis hacer diez daños a ese troll y el único modo de conseguirlo es usar tres armas a la vez, o habéis tomado un camino más corto y un poco más peligroso pero os ha salido un monstruo especialmente puñetero y tenéis que hacer carambolas con los ojos cerrados. Si eso te parece divertido, estás ante uno de los juegos con los que mejor te lo vas a pasar en mucho tiempo. Si te parece una estupidez sin sentido, no vas a encontrar nada que lo redima ante tus ojos.

¿Que tengo que hacer qué?

¿Que tengo que hacer qué?

Un último detalle: la caja del juego pone “1 a 6 jugadores” y, como en casi todos los juegos cooperativos, es cierto y, desde un punto de vista estrictamente mecánico, funciona igual de bien con todas esas cantidades de gente pero, a la hora de la verdad, cuantos más seáis, mejor porque, ¿qué sentido tiene hacer el imbécil si no hay nadie para reírse de ti? Dungeon Fighter es un juego para sacar en una fiesta o reunión relajada entre amigos, no algo que llevarías bajo el brazo para jugar entre un Agricola y un Puerto Rico. También es de esos juegos en los que te puede interesar invertir en fundas, porque no sería ningún shock pensar que se pueda jugar con alguna que otra bebida alcohólica cerca. En cualquier caso, es una apuesta original y divertida si te dejas llevar, y un añadido imprescindible si quieres tener una colección variada de juegos, ya que pocas cosas vas a encontrar que lo puedan sustituir.

Te gustará si: eres de los que buscan en YouTube vídeos de gente tropezando.

Lo odiarás si: tienes sentido del ridículo.

Juego proporcionado por Generación-X.

 

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