Dime cómo juegas y te diré quién eres: el test de Bartle y los juegos de mesa.
Cuando, hace un par de semanas, os hablaba acerca de Fiasco, pasé un poco por encima por las teorías de clasificación de jugadores, concretamente por el llamado test de Bartle, y lo poco que dije acerca del tema fue criticar lo limitado que era reducir la multitud de motivaciones que puede tener alguien a la hora de enfrentarse a un juego a un par de etiquetas. Hoy, por seguir en esta dinámica de contradicciones que me caracteriza, voy a hablar de esas etiquetas. Porque hay blogueros que sólo quieren ver el mundo arder.
Decía Richard Bartle a propósito de los Multi User Dungeons (MUDs para los amigos, lo que vendría a ser el abuelo de los MMORPG para los jovenzuelos) que sus habitantes respondían a cuatro arquetipos básicos: asesinos, exploradores, cumplidores y socializadores, y que cada uno de estos arquetipos tenía unos gustos y modos de interactuar con los demás jugadores y con el juego en sí mismo a tener en cuenta a la hora de diseñar uno de estos juegos. La pregunta es, ¿nos sirve esta clasificación para hablar de juegos de mesa? La respuesta es que vamos a verlo ahora mismo.

Ellos nos enseñaron que ser diferentes no tiene nada de malo.
El primero de estos arquetipos es el del asesino. El asesino se dedica a vagar por el mundo de juego en busca de rivales contra los que luchar, y extrae placer de esta lucha y, sobre todo, de vencer a otros jugadores. Hablando de juegos de mesa en los que no siempre vamos a estar mandando a nuestros muñecos a pelear contra otros, este “matar” se traduciría en ganar la partida. Hablaríamos entonces de vencedores. Un vencedor quiere competir y ganar partidas, y sus juegos favoritos serán aquellos en los que puedan imponerse a los demás jugadores gracias a su habilidad.
El explorador está más interesado en desentrañar las mecánicas y el mundo de juego. Su búsqueda no es tanto de calidad como de cantidad. En un juego de mesa, el explorador será feliz con juegos que le permitan probar cosas nuevas en cada partida, o con juegos que sean muy distintos entre sí y le ofrezcan experiencias lo más variadas que sea posible.
El cumplidor en un MUD es quien busca metas que conseguir, aquel para quien se crean los logros y medallitas que forman la parte más superficial y burda de la ludificación. En un juego de mesa, como estas metas suelen estar centradas en la competición con otros jugadores, la frontera entre el cumplidor y el que hemos dado en llamar vencedor no queda lo suficientemente definida como para considerarlos categorías distintas, aunque sí tenemos un tipo de jugador, quizá podríamos llamarlo perfeccionista, cuya meta consiste en competir consigo mismo y conseguir mejores resultados cada vez.
El socializador en un juego de mesa tiene dos vertientes: por un lado tendremos al negociador, a quien le gustan los juegos que le permiten interactuar con otros jugadores de distintos modos (el típico fanático de los juegos de roles ocultos, por ejemplo). Por otro, el socializador “puro” es el que usa los juegos como excusa para pasar un rato haciendo cosas con otra gente, y será el que siempre va a estar dispuesto a echarse una partida a un juego más ligero que le permita estar de charla mientras juega.
Por último, y debido a la naturaleza especial de los juegos de mesa, incluiría una última categoría: el narrador, aquel que juega para luego tener una historia que contar, que quizá pudiera considerarse un tipo especial de explorador que busca la variedad en la trama del juego en lugar de en sus mecánicas.
Ahora es cuando estaréis pensando “pues yo no me veo así”, o “yo no sabría bien a cuál de estos tipos pertenezco”, y es que la cosa no es tan sencilla, claro. Más que tipologías en este caso estaríamos hablando de tendencias, y podemos encontrar perfectamente jugadores que respondan a varias de ellas en momentos distintos o incluso al mismo tiempo: nada impide a alguien disfrutar de Galactica al mismo tiempo como negociador y como narrador, o que alguien pueda disfrutar de una partida desde un punto de vista de socializador, charlando y riendo, para justo después ponerse el traje de vencedor y competir a muerte en la siguiente.

Socializador y vencedores jugando a Caylus.
Lo que sí nos muestra esta clasificación es que hay juegos que les hacen cosquillas a distintas partes de nuestro cerebro y, como a la hora de acariciar a un gato, todo depende de que nos rasquen allí donde queremos y del modo en que nos apetece en cada momento. La pregunta entonces es: ¿debería un juego intentar ofrecer algo a cada sensibilidad para abarcar a cuanta más gente mejor, o sería mejor que se centraran en maximizar uno de estos aspectos y ya sería tarea nuestra elegir el más apropiado para cada momento o incluso adaptar nuestras expectativas al juego al que estemos jugando?
Pero esto, que diría el biógrafo de Conan, es otra historia.
En el parrafo del Asesino parece que falta o sobra algo al final, no?
Al parecer ese ultimo punto seguido es una coma.
El asesino disfruta ganando en eso en lo que es bueno, los juegos, por eso juega juegos, y no esta en deportes, cocina o artes… por que no gana.
Si he entendido lo que no es, me avisan y todos quedamos contentos.
Podéis considerarlo un “teaser” de la próxima entrega. Vamos, que el artículo me salió muy largo, recorté y ahí se escapó media frase 😀