Copias, plagios, homenajes y taquiones.
No hace mucho saltó la liebre acerca de las leyes de copyright y su aplicación a los juegos de mesa, a rebufo de la sentencia en la demanda que DaVinci Editrice (los señores de Bang!) impuso a Ziko Games, conocidos en su casa a la hora de comer pero que se ve que han estado vendiendo como rosquillas una copia descaradísima del juego de los mancatos, cambiando el tema del Viejo Oeste por uno basado en el periodo de los Tres Reinos chino. Estos señores se dedicaron simplemente a copiar Bang! carta por carta, cambiando los dibujos y los nombres, y a correr, de una manera aún más descarada de lo que Force of Will hace con Magic: el Encuentro (que ya es decir).
La cosa es que, tras dos añitos de nada en los tribunales, al final la sentencia lo que dice es que los mecanismos de un juego de mesa están fuera de la protección del copyright, ya que no constituyen un argumento ni una trama como pudiera ser la de una novela o un juego con un componente más narrativo (mencionan en el auto a The Legend of Zelda como juego que sí podría acogerse a esa protección en caso de infracción). Y a mí me parece estupendo.

¿Os imagináis que eso de sacar copias cutronas de juegos conocidos pasase en España?
Matizando un poco, que luego todo son quejas: no digo que me parezca bien hacer la cutrez y aprovecharse del éxito de un juego para plantar una copia cambiando tres cositas, ya sea el Viejo Oeste por los Tres Reinos o las pizzas por las tortillas de patatas, pero las consecuencias de una sentencia que sentara jurisprudencia diciendo que los mecanismos de los juegos de mesa se pueden registrar y pertenecer a un diseñador o compañía concretos serían, siempre en mi opinión de personito que no sabe de leyes más que lo justo para mantenerme, de momento, fuera de la cárcel, desastrosas para el mundillo en general.
Porque los juegos de mesa tienen un poquito de arte y un mucho de técnica, y esta técnica es lo que hace que cada vez, en general, los juegos de mesa sean mejores y vayan arreglando fallos de sus predecesores. Sin Monopoly no habría Catán, sin Risk no habría Small World y sin Dominion no habría Star Realms. Si nos ponemos a registrar conceptos o mecanismos de juego, ¿dónde ponemos el límite? ¿Os imagináis que Hasbro decide registrar el concepto “tirar un dado”?
Por otro lado, puede abusarse de la libertad tanto como se hace de las restricciones, y ahí tenemos casos como el HeroQuest pirata aquel o este Legend of the Three Kingdoms que comentaba al principio. ¿Qué podemos hacer para evitar que las malvadas compañías se aprovechen del trabajo de los honrados creadores y se enriquezcan a su costa?

¿Cómo diferenciar un producto original de una imitación?
Quizá sea simplemente una cuestión de educarnos como consumidores y de aprender a valorar las ideas. Cuando, por ejemplo, compras una copia china de Dixit por cuatro perras, ten en cuenta que ese dinero que te ahorras no es porque “las editoriales nos roben” sino, entre otras cosas, porque de esa copia no están viendo un céntimo ni el autor ni la ilustradora. Cuando, en general, usamos el clásico “es muy caro para los componentes que trae”, lo que estamos haciendo es reducir el juego a una venta de componentes al peso, como si los años de diseño, pruebas y desarrollo que han llevado a su creación no fueran un trabajo. Y, en último término, si despreciamos el valor del trabajo de los demás, ¿cómo podemos pretender que el nuestro sea valorado?
La libertad siempre será un valor a defender en cualquier actividad creativa pero, copiando las palabras de Thomas Jefferson, el precio de esa libertad es la eterna vigilancia.
Buen artículo.
Gracias Betote por escribir en tu blog entradas a modo reflexión. Hay pocos blogs que lo hacen, y para mí es de lo más interesante para leer.
Saludos!
A ti por leerlas que, si no, poco sentido tendría escribir estas cosas 😉
Excelente artículo. Porque motivo The legend of Zelda si esta protegido? Muchas gracias por tu ayuda u opinión.