Bunny Kingdom y los influencers
Richard Garfield, 2017 – IELLO (Devir)

CO-NE-JI-LAN-DIA
A mí de Richard Garfield me gustan hasta los andares. De un diseño apañado que sacó medio de encargo para que le publicaran RoboRally salió Magic: el Encuentro y lo cambió todo; en la época en la que todo el mundo quería sacar el próximo gran juego de cartas coleccionables, tuvo que ser él el que con Netrunner o Vampire: the Eternal Struggle (que he leído que vuelve y estoy que me juego encima, por cierto) demostrara que había espacio de diseño en el género más allá de intentar copiar una y otra vez el mismo esquema; y cuando esto de jugar empezó a dejar de ser una cosa de frikis gafotas nos volvió a demostrar lo en forma que estaba con King of Tokyo, que con cinco dados y un mazo de cartas consigue más que muchos otros. La clave está en que es un diseñador que piensa a lo grande de forma muy humilde cuyo objetivo es ni más ni menos que hacer algo con lo que la gente se lo pase bien, sin intención ni necesidad de demostrar nada.
Cuando se anunció Bunny Kingdom para Essen’17, como comprenderéis, se me hizo el culo Pepsi-Cola. Garfield pondría el diseño, Iello los valores de producción y para qué queremos más. Y, como también comprenderéis, cuando las primeras impresiones que uno lee en redes sociales por parte de los expertos de turno lo pusieron a caer de un burro a mí se me cayó el alma a los pies. Resultaba que no, que no tenía decisiones, que los conejos eran absurdos, que el juego era infantiloide y que no había manera de enterarse de nada.
Y por esto, hamijos, es por lo que no hay que hacerles caso a los influencers esos.
La premisa del juego, cierto, es simple a más no poder: tomas tus cartas, te quedas dos y pasas el resto, así hasta que se hayan pasado y elegido todas las cartas. Esas cartas pueden representar una casilla del mapa (en cuyo caso pones uno de tus conejetes en esa casilla), una construcción que mejorará una casilla donde ya hayas puesto conejete o una misión que te dará puntos al final de la partida si la cumples a lo “dos puntos por cada casilla de agua que controles”. Cuando los conejos están colocados y las construcciones erigidas, se puntúan los reinos: cada grupo de conejos conectados puntúa número de mercancías distintas en el territorio por número de torres de sus ciudades. Se repite el proceso, y cuando se haya puntuado por cuarta vez se revelan las misiones y, oh sorpresa, el que más puntos tenga habrá ganado.

Todo, por supuesto, manteniendo el nivel de cuquismo bien arriba, donde tiene que estar.
Y la cosa es que, con esta chorradita, tenemos uno de los juegos con los que más me he divertido de la hornada del último cuarto de 2017. Una explicación muy ligera, que estos días es algo que agradezco mucho, decisiones directas y un diseño elegante sin excepciones raras ni cálculos ocultos: cada carta te deja bien claro qué te da y qué te puede ofrecer y es cuestión de decidir si sigues apostando por las estrategias que te marcaste al inicio de la partida o si vas a probar algo nuevo, sabiendo que cada carta que decides quedarte implica que les estás pasando el resto a tus oponentes y que es muy difícil que una carta valiosa que dejaste pasar te vuelva. Y sí, hay cartas mejores que otras y nunca vas a quedarte con una ciudad de una torre si hay una de dos en la misma mano, pero la decisión no está tanto ahí como en si te quedas una ciudad a costa de dejar pasar esa carta que conecta tus territorios o si realmente te compensa tanto esa mercancía de lujo como para dejarle al de la izquierda la de los puntos por bosques viendo que le va a venir de lujo.
Desde luego que si tu baremo de medir es que o supera el 3.5 de dureza en BGG o nada Bunny Kingdom te va a saber a poco, y en ese caso es más que comprensible que quieras mantenerte lejos de él, pero también os digo que yo mi cupo de juegos complejos lo tengo ya cubierto y precisamente en ese tipo de juegos disfruto más echándome otra partida a Food Chain Magnate en la que descubra otro detallito de estrategia o volver a Agricola a ver si supero mi marca personal que aprendiendo otro tochaco más para limitarme a rascar la superficie y tratarlo como si estuviera en una cata de vinos. En el ámbito de los juegos familiares, por otro lado, sí que agradezco tener variedad y que cada uno de ellos me dé un puntito distinto: la mala leche de Carcassonne, la sensación de expansión de ¡Aventureros al Tren! o el puzle de Azul son tres cosas que me apetecen en distintos momentos, y Bunny Kingdom me da un mecanismo de pasar cartas alternativo a 7 Wonders con el añadido de la lucha por posicionarse en el tablero para cuando eso sea lo que me apetezca.
Pues eso: al final Bunny Kingdom es exactamente lo que se podía esperar de él: un juego fácil de jugar con un puntito de competitividad sin llegar a ser navajero y con una producción magnífica con quizás la salvedad del material de las cartas que podría haber sido un poquito mejor. Lo suficiente como para añadirlo a una colección en la que cada vez me resulta más difícil justificar una incorporación. Pero es que Garfield es Garfield.
Juego proporcionado por Generación-X.
Pues después de leerte voy a tener que buscar una copia para provarlo con la familia. Ya te contaré.
Existen dos ediciones del juego:
* La primera con un tablero pequeño (lot# BKEN122017)
* La segunda con el tablero grande (lot#BKEN082017).
Pueden revisar la info en el enlace https://www.iellosale.com/product-page/bunny-kingdom-larger-board.
Gracias por tus sugerencias Betote
La información del anterior comentario es erronea. La correcta es la siguiente:
* La primera con un tablero pequeño (lot#BKEN082017)
* La segunda con el tablero grande (lot# BKEN122017)
Gracias