Brick Party: la palabra prohibida.

Luca Bellini, 2015 – Post Scriptum (SD Games)

Ficha del juego en BoardGameGeek

Durante esta reseña voy a utilizar varias veces la palabra «bloques», aunque todos sabemos que en realidad no quiero decir bloques, pero es que la palabra que no es bloques es propiedad de una compañía con la que no me apetece meterme en líos, así que yo digo bloques así inocentemente y vosotros ya hacéis el cortapega mental que creáis conveniente al leerlo, y todos contentos.

La cosa es que se nos presentan en SD Games, que van más a tope que Techno Viking con esto de ir sacando novedades, y nos plantan este juego de hacer construcciones con bloques en el que, al más puro estilo español (y eso que el diseñador es italiano), por cada persona trabajando hay por lo menos otra que lo único que hace es mirar y poner pegas, pero sin mover un dedo porque ya eso. Una bolsa con bien de bloques de formas y colores distintos y un mazo de cartas y a correr, que tampoco está la cosa para dispendios y el juego es un chorri de media hora: los componentes son correctos aunque no espectaculares, pero también es verdad que no veo por dónde íbamos a necesitar más para lo que vamos a hacer.

Y lo que vamos a hacer es, al principio de cada ronda, escoger una pareja. Luego decidimos quién va a ser el currante y quién el arquitecto. El arquitecto escoge una de las cartas de su mano, que tendrán una silueta y un número (de 5 a 8, la cantidad de bloques necesaria para crear la forma de la silueta), y luego es una carrera con el arquitecto describiendo y el currante juntando bloques a ver quién construye antes lo que tiene que construir.

Si estáis pensando que así contado parece una chorrada como un piano, pues vuestra parte de razón vais a tener. El juego básico está bien con peques o con adultos muy borrachos y ya, pero es que no se nos queda ahí el asunto sino que, además de esto, cada ronda vamos a darle la vuelta a una carta de regla y, ¡ay, amigos! Aquí es donde está la chispa.

Estas cartas de regla nos van a hacer construir con los ojos cerrados, o limitar la comunicación entre arquitecto y currante, o prohibirnos usar los pulgares, o sostener la carta con la silueta boca abajo, y no nos mandan hacer el pino-puente porque se cortaron en el último momento. Y así, cambiando de pareja cada ratito como en una fiesta de swingers y teniendo que hacer el bobo de una manera distinta cada vez, conseguimos ir tirando ronda tras ronda sin que se nos haga repetitivo y, cuando hayamos terminado la partida, pues oye, ese ratete que hemos echado tan a gusto.

Por ponerle pegas a este Brick Party, yo echo en falta algo más de variedad en las cartas de reglas: tenemos 10 reglas distintas y el juego dura tantas rondas como jugadores (6 u 8, si vamos a jugar con la cantidad ideal de gente), así que a la que eches dos partidas ya lo has visto todo, y eso hace pupita en la rejugabilidad. Con el triple de cartas de regla esto habría sido un pepinazo de aúpa, pero así y todo la experiencia es muy simpática, aunque no vas a encadenar partidas como lo harías con otros juegos del estilo.

Lo amarás: con el caos de las descripciones cruzadas e intentando adaptaros a cada regla nueva.

Lo odiarás: si lo juegas muy de seguido y empiezan a repetírsete las cartas de regla.

Juego proporcionado por Generación-X.