Barony: Destino manifiesto.
Marc André, 2015 – Matagot

Disculpe, caballero. ¿Ha visto usted mi expresión facial por alguna parte?
¿No habéis pensado alguna vez eso de “Yo tendría que haber nacido en otra década”? Pues a Marc André le pasa continuamente. Lo feliz que habría sido el muchacho dedicándose a diseñar juegos a mediados de los 90, pero ha tenido la mala suerte de nacer con 20 años de retraso, y por eso saca esos mismos juegos ahora. Por otro lado, tampoco parece irle mal: Splendor se ha convertido, a pesar de los pesaos de siempre a los que no les gusta que los juegos traigan buenos materiales, en una presencia habitual en mesas de clubes, tiendas y hogares precisamente por lo limpio de su diseño: reglas sencillas, pocos imprevistos y una dificultad totalmente dependiente de la habilidad de tus oponentes parecen ser su secreto, y ahora con Barony tiene toda la pinta de que intenta repetir la jugada. ¿Lo consigue?
Abrir la caja de Barony es una orgía de cartón y madera: losetas y fichas por todos lados, cantidad de piececitas de madera y un detalle que, la primera vez que lo ves, te da una sensación de “esto lo han pedido a dos fábricas distintas”: cada jugador tiene fichas de madera que representan aldeas, fortalezas ciudades y caballeros, y estos últimos están pintados en un tono más claro que el resto. No voy a negar que me pareció cutre a más no poder…, y que luego, al ver el porqué, me tuve que comer mis palabras.

¡Más madera, que es la guerra!
Porque Barony es, ahí donde lo veis, un señor juego de expansión y conquistas pasado por el tamiz de la escuela alemana hasta convertirlo en prácticamente un abstracto. Los jugadores van turnándose sacando caballeros al tablero, moviéndolos y cambiándolos por asentamientos. Construir una aldea te da puntetes según el terreno donde lo hagas y luego puedes canjear esos puntetes por puntazos. También puedes cambiar una aldea por una ciudad para darte más puntazos, y poco más.
El sistema de combate tampoco es que sea lo más complejo que se haya inventado: si tienes dos fichas donde otro jugador tiene una, se la petas; si la ficha que le petas es una aldea, te llevas una de sus losetas de puntetes como premio al comportamiento violento, y no puedes moverte a una loseta si hay ya dos fichas enemigas (o una si es una fortaleza, una ciudad o si está en una montaña). Teniendo en cuenta que los movimientos se hacen casilla a casilla uno podría pensar que entonces nadie va a atacar a nadie nunca, pero en la práctica lo que acaba produciéndose es una situación de “fronteras calientes” y movimientos envolventes en los que gambitos y amenazas veladas son la norma, y todo en un tiempo de juego muy cortito y que se ajusta bastante a los 45 minutos que anuncia la caja.
¿ Y os acordáis de lo que os decía al principio acerca de los caballeros de distinto color? Pues resulta ser uno de esos pequeños detalles que muestran que el juego está pensado al milímetro: en el mar de fichas que resulta la partida una vez ya está todo en marcha, uno tiene que estar pendiente de mil cosas para ver dónde puede mover sin peligro, qué espacios están disponibles para la construcción y por dónde te pueden venir las sorpresas, y el hacer que las piezas móviles sean distinguibles de un vistazo quita muchos dolores de cabeza. Gran detalle en el que no es nada común pensar.

¿Atacarte yo a ti? Venga, no me seas paranoico.
Pues nada, señor André, lo ha vuelto usted a hacer pero, esta vez, lo voy a agradecer más aún. Los juegos de conquistas son uno de mis géneros favoritos y, rodeado como estoy de eurogamers, pocas veces tengo la ocasión de sacar uno a mesa aparte del ocasional Small World. Ahora tengo un arma más en mi arsenal con conflicto continuo pero no demoledor, decisiones directas en las que vas poquito a poco desarrollando un plan complejo y también, por qué no valorarlo, muy pintón sobre la mesa. ¿Que no tiene dados ni poderes especiales? Bueno, nadie es perfecto.
Te gustará si: eres de desarrollar estrategias pasito a pasito y vigilar continuamente lo que hacen los demás.
Lo odiarás si: esperas combates épicos, árboles de tecnología y caos a mansalva.
Juego proporcionado por Generación-X.
Se parece en algo a Catan? No tanto por sus mecánicas sino por sus sensaciones? Quedo atento que ya me hypeaste
Tengo unas ganas de catarlo… para ver si me confirma que va directo a la estantería o mejor lo dejo para jugar en casa ajena a pesar de estar guay 🙂
¡Hola!
Tiene buena pinta, habrá que probarlo 🙂
¿A dos va bien? ¿Es muy pesado preparar las partidas con tanta loseta?
¡Gracias!
Yo lo tengo y es un juegazo, realmente muy bien pensado, de reglas simples y para nada complejo de enseñar.
Powlee, la setup son poner 9 losetas por cada jugador, yo lo hago al mismo tiempo y que me ayuden así que mas de 1 min no me demoro
Yo lo tengo y la setup es nada, 9 losetas por jugador y pido siempre que me ayuden… asi que mas de 1 min no me demoro en montarlo