Abluxxen: aparta, Tichu, que vienen curvas
La primera lección que hay que aprenderse es que, si hablamos de chorrijuegos (o fillers si sois más anglófilos) es que es más importante no echar a nadie para atrás que capturar a un grupo pequeñito en cuerpo y alma, y por eso vemos que la mayoría de juegos de este tipo que tienen éxito tienen temas muy genéricos o no tienen tema en absoluto: números, colores, formas sencillas y si acaso algún dibujo cuqui tirando a infantil; aquí es por ejemplo donde falla The Game, con sus calaveras y sus tonos oscuros para lo que al final venía siendo un solitario. Abluxxen, en cambio, toma dos barajas tradicionales francesas, las pinta en tonos pastel y les pone la cara de un lince sonriendo: bienvenidos, niños y abuelos, a la mesa.
La segunda lección es que cada minuto que pases explicando las reglas vas a perder adeptos: nadie quiere invertir diez minutos en aprender a jugar a algo que dura cinco, y si se puede ir explicando mientras se juegan los primeros turnos, mejor que mejor. Abluxxen se aprovecha del bagaje de los juegos de cartas tradicionales y elabora a partir de ahí: empiezas con 13 cartas en la mano, quieres deshacerte de ellas y en tu turno bajas grupos de cartas del mismo número, las cartas que quiera y del valor que quieras, siempre que sean todas iguales. Más simple no puede ser.
¿Dónde está la gracia entonces? En que si el grupo que bajas tiene la misma cantidad de cartas que el último que ha jugado algún otro jugador y además el valor de tus cartas es superior, puedes robarle esas cartas. Y ahí entra el punto de decisión, porque puedes decidir quedártelas para ti o no aunque, en cualquier caso, el otro jugador tendrá que robar esa misma cantidad de cartas de la fila de robo. Claro, en un principio puedes pensar que tener cartas en la mano no te interesa, pero es la única manera de conseguir más de 13 puntos al final de la partida (cada carta bajada cuenta un punto y cada carta en mano resta uno), y puede que esas cartas te vengan bien para combinarla con otras de tu mano y bajar siete unos, a ver quién tiene narices a robarte ese grupo. Por otro lado, también puedes haber visto alguna carta chula en la fila de robo y poner algún “cebo” fácil de robar para hacerte con ella.
Eso sí, tampoco os asustéis: Abluxxen no es ni mucho menos un juego complejo, y si tu primo de siete años al que acabas de enseñar a jugar tiene una buena mano y le salen un par de jugadas chulas, te puede partir en dos por mucha teoría de juegos que hayas estudiado, aunque en un principio tener una mente despierta y saber cuándo conviene arriesgarse a que te roben un grupo y cuándo hay que ir a por todas ayudan y mucho. Esto puede tirar para atrás a mucha gente, los mismos que dicen que Caylus es un juego ideal para dos personas y que juran sobre sus barajas de Tichu, pero en estos días de empezar a salir a la piscina y de pasar la tarde en una terracita con una cerveza (o con una San Miguel si no hay más remedio) uno no busca eso, sino una distracción que dé un par de momentos de risa y que permita repetir y echar tres, cuatro, ocho partidas seguidas porque tampoco va uno a salir de cañas con la mochila cargada de juegos y, para eso, Abluxxen es ideal.
Te gustará si: te van los juegos de cartas ligeros con azar y puteo, pero que no se pueden jugar en automático.
Lo odiarás si: necesitas al menos diez páginas de reglas para pensar que un juego merece la pena.
Una pequeña corrección. Cuando le fastidias la última jugada a alguien y NO quieres las cartas, éste puede decidir si quedarselas y no robar, o descartarlas y robar. Así que lo de “en cualquier caso, el otro jugador tendrá que robar esa misma cantidad de cartas de la fila de robo” no es totalmente cierto 😛
Dicho esto, JUEGACOR! Kramer y Kiesling amos supremos. Para mucha gente, ¡Toma 6!. Para pocos (pero mas de 2) Abluxxen. Aunque eso si, a 4… Tichu forever 😛