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Reseña: Alquimistas

Alchymisté. Matúš Kotry, 2014 – Czech Games Edition (Devir)

Azúcar, especias y muchas cosas bonitas.

Jng  rgoirej goi oi, ufhu h jfirjov, irh ,g irhgurg  rhgurhojior  (bfbfburi fuhrfuhru) jfurhf. Haffyefubfbfe dyeu gfuefpnqbiq, jbduewhfui hy fiehfibf  nifhwuhf l. fjefuhfe bduibhf: nudbewiufi hfe bfbfjefnvc  wbfkwfn jwfiefpe ehuf  fioewjf, jebufweufgewuh. fheuf, fehfu , fjefue, qabeogjiore.

Así me quedé después de mi primera partida a Alquimistas. Y es que la madre que los parió: en muy pocos juegos he tenido, al terminar, una sensación de agotamiento mental tan intensa como con la última criatura de Czech Games Edition, y la primera (primera, que ahí lo llevas) de Matúš Kotry. Pero claro, alguna pista daba ya desde el principio: alguien te que obliga a consultar la codificación de caracteres del teclado sólo para escribir su nombre no puede ser buena persona.

Alquimistas es una mezcla entre juego de gestión de recursos y de deducción, y tiene de ambas a espuertas: el objetivo principal en la partida es descubrir cuál es la composición alquímica de ocho componentes distintos, y para ello el mejor método es irlos mezclando y a ver qué sale. Pero claro, para hacer esas mezclas necesitaremos obtener los componentes, y publicar nuestras tesis no es gratis, así que tenemos que buscarnos la vida para conseguir dinero. ¿Cómo? Vendiendo pociones, por supuesto, que para eso somos alquimistas. ¿Y cómo podemos estar seguros de que las pociones que vendemos son las buenas? Investigando. Y todo así, en bucle.

Las primeras partidas que juegues a Alquimistas serán como esos primeros intentos con el Quimicefa en los que estabas demasiado emocionado como para ponerte a leer nada y tú te liabas a mezclar cosas y a juntar cacharros a ver qué pasaba, sin enterarte demasiado de qué estaba ocurriendo a tu alrededor. Por suerte, esas primeras partidas se pasan entretenidas mientras vamos trasteando con la aplicación móvil que, básicamente, lo que hace es decidir en secreto a qué elemento corresponde cada componente, como el que decide la combinación secreta en Mastermind o la palabra en El ahorcado, y decirnos después qué sale cada vez que mezclamos algo.

Sí, es tan complejo como parece.

Después llega la fase perfeccionista: ya sabemos más o menos cómo funciona todo y ahora nos empeñamos en conseguir desentrañar todos los secretos del juego y encontrar el método deductivo definitivo. Nuestras hojitas se llenan de anotaciones extrañas, de letras, símbolos y diagramas hasta que por fin parece que hemos dado con la solución… y la partida ha acabado hace dos turnos, dejándonos con dos palmos de narices y, como mucho, tres o cuatro puntos de victoria.

Y ahora es cuando viene la revelación: aquí la cosa va de conseguir puntos, y los puntos se pillan publicando teorías: que luego esas teorías sean incorrectas ya es otro detallito. Buscamos deducciones aproximadas para publicar antes que los demás, como mucho cubriéndonos las espaldas publicando con un «seguro» para que si nos refutan por culpa de ese elemento que no acabamos de averiguar no palmemos puntos, y revisamos las publicaciones de los demás en busca de detalles que se les hayan escapado y nos permitan hacer un doble combo refutación-publicación que los deje a todos con el culo torcido.

Alquimistas consigue algo muy difícil en un juego de gestión de recursos: innovar. Aquí no valen las típicas tácticas del tapado, del acumule o de la especialización, así que te obliga a cambiar el chip y pensar de otro modo, con énfasis en el verbo pensar. Y lo hace, y esto también es digno de mención, de un modo completamente integrado en el tema: cada acción que realizas tiene una justificación temática, desde ofrecer descuentos a la hora de vender pociones a los efectos secundarios cuando se prueban con aprendices o con uno mismo, sin olvidar los jaleos con las publicaciones y las refutaciones y los intereses económicos detrás de ambas, que provocarán más de una sonrisa cómplice en cualquiera que haya vivido un poco el mundo académico.

Lo único que le puedo echar en cara a Alquimistas, juego que ya tiene el hueco más que reservado en mi colección, es que no haya ido un paso más allá en el tema para convertirlo en un juego oficial de Mundodisco ambientado en la Universidad Invisible. Aparte de eso, tanto si lo tuyo son los euros duros como si prefieres los juegos de deducción y faroleo, o incluso si lo que buscas es una experiencia temática que te transporte a otro mundo durante un par de horas, Alquimistas es un juego que ya te está faltando.

Lo mejor: un juego que te exprime las neuronas al límite que aporta algo más aparte de la gestión de recursos y la priorización de acciones.

Lo peor: las primeras partidas son puramente de aprendizaje: no es un juego para jugar una vez cada tres-cuatro meses.

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