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Pandemic Legacy: ¡la caja, la caja!

Rob Daviau y Matt Leacock, 2015 – Z-Man Games (Devir)

2-4 jugadores, 60 minutos

¿Cuántas maneras distintas de salvar el mundo puedes imaginar?

Pandemic, es sin duda alguna, uno de los nuevos clásicos cuando hablamos de juegos de mesa. No sólo porque lleve en las listas de más vendidos desde 2008, sino porque, años después, sigue siendo el referente cuando hablamos de juegos cooperativos. Ahora Devir nos presenta esta versión del juego que utiliza el concepto de legado que ya vimos en Risk Legacy, y el resultado se ve que ha gustado, tanto que en poco más de un mes se nos ha colado en las listas de los mejores juegos de todos los tiempos, y parece que para quedarse una temporadita. ¿Pero qué nos ha pasado para alabar tanto a un juego que nos pide que peguemos cosas en el tablero y rompamos cartas? ¿Nos hemos vuelto locos?

Para empezar, hay que entender qué es realmente Pandemic Legacy, que hay mucha cacofonía y mucha gente hablando de oídas aprovechando que muchas cosas del juego no se pueden contar por no arruinar la sorpresa a quien vaya a probarlo, pero sí podemos dejar claros algunos puntos:

Lo que encuentras al abrir la caja de Pandemic Legacy es, básicamente, Pandemic. Tienes un tablero prácticamente igual que el original, con unas cuantas conexiones añadidas aquí, un par menos por acá, y más espacio para ir poniendo cartas y pegatinas según las vayas necesitando. Además tienes tus mazos de cartas de toda la vida, tus cubitos, tus peones… Y un montón de cosas más: una hoja con pegatinas que poner sobre el tablero, en las cartas de ciudad o en tu carta de personaje, una especie de calendario de adviento con pestañas que irás abriendo según surja la ocasión, ocho cajas misteriosas que a saber qué tendrán y el mazo de campaña.

In the name of love.

Únicamente con el tablero y las pegatinas ya tienes el equivalente al juego básico con una expansión que introduce un «modo campaña»: conforme las ciudades vayan sufriendo brotes epidémicos su estado irá empeorando y será más complicado ir a esas ciudades, llegando a afectar negativamente a los personajes que estén allí cuando el brote tenga lugar. Además, al final de cada partida puedes escoger ventajas en forma de habilidades especiales para los personajes, debilidades para las enfermedades que hayamos erradicado en esa partida o nuevos centros de investigación iniciales. Estos detallitos ya van a hacer que, una vez hayas jugado un par de partidas, tu juego ya sea único y cada partida tenga algo que no tenía la anterior.

Pero.

El punto fuerte de Pandemic Legacy está en el mazo de campaña que va encadenando una partida con otra introduciendo elementos nuevos o cambiando lo que ya creíais conocer, desde detallitos mínimos o cosas que ya aparecían de un modo u otro en otras expansiones a bombazos que te harán preguntarte si estás jugando al mismo juego que dos partidas atrás. Es una historia que vais contando a medida que lo jugáis, como si se tratara de una campaña en un juego de rol: el mundo cambia, las reglas cambian, los personajes cambian y, entre 12 y 24 partidas después (dependiendo de cómo se desarrollen las partidas), la campaña llega a su fin.

¿Y entonces? ¿Tiramos el juego ya que hemos terminado la campaña? Por supuesto que no: ¿tiramos acaso un videojuego una vez que hemos terminado el modo historia? Una vez has seguido el mazo de campaña hasta el final, lo que tienes es tu propio mapa personalizado de Pandemic más un montón de material adicional que puedes mezclar según te apetezca, incluso con elementos de  cualquiera de las expansiones del juego «no Legacy», ya que cartas, mapa y reglas son totalmente compatibles entre sí. Lo único que has «perdido» es el elemento sorpresa de no saber qué va a pasar el mes siguiente, pero en absoluto es un juego de «usar y tirar».

Tras cuatro partidas, esto es todo lo que os puedo enseñar de mi copia sin destripar nada.

En resumen, Pandemic Legacy toma la base de uno de los mejores juegos que puedes comprar hoy en día y le añade un elemento narrativo, una historia que vas a vivir y recordar con aquellos con quienes lo juegues, una oportunidad de ir sorprendiéndote en cada partida y, cuando todo haya terminado, un nuevo juego básico con una caja de arena de componentes adicionales que poner o quitar según te venga en gana. Un juego, en fin, que va a marcar historia y lo va a hacer con todo el motivo del mundo.

Te gustará si: quieres que cada partida que juegues cuente una historia que vayas a recordar mucho después de haberte levantado de la mesa.

Lo odiarás si: sólo quieres los juegos para tenerlos un rato en la estantería y venderlos de nuevo.

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