Incómodos invitados: hágase a un lado, Profesor Mora.

Ron Gonzalo García, 2016 – Megacorpin Games

Ficha en BoardGameGeek

Todo el mundo sabe que sólo existen tres juegos de mesa en el mundo: el Monopoly, el Risk y el Cluedo. Así que cuando empecé a oír hablar de la gente de Megacorpin Games y su juego pensé que estaban abocados al fracaso, a ser una pálida copia del original como Catán o Small World. ¿Qué iban a poder contra la elegancia de tirar un dado, moverte de habitación a habitación y pedir cartas hasta adivinar cuáles son las que faltan? Imposible, os digo.

En Incómodos invitados nuestra misión es descubrir quién ha matado al sr. Walton, por qué lo ha hecho (motivos no faltan, que telíta cómo se las gastaba el abuelo) y qué arma utilizó para ello. Vamos, lo de siempre. Antes de nada habrá que preparar la partida, y para ello escogemos una de las que nos ofrece el manual y hale, a ir buscando cartas para meterlas en el mazo que utilizaremos esta vez. Un buen rato después barajamos bien el mazo, le damos a cada jugador una pantallita, una hoja para apuntar y un lápiz y ya está. Lo peor ya ha pasado.

Las reglas son de lo más simple que uno se pueda echar a la cara: en cada ronda nos turnamos pidiendo cartas que tengan como referencia dos sospechosos, dos lugares o uno de cada, y los demás verán si las tienen y si les apetece ofrecer un intercambio. Una vez hechas las ofertas, el preguntón decide si quiere aceptar alguna, ofrece las cartas correspondientes a cambio y pasamos el turno. Cada vez que se le da una vuelta completa a la mesa cualquier jugador puede decidir que quiere resolver. Se repiten rondas hasta que alguien encuentre la solución buena buena y ya. Lo que decía, simple a decir basta.

Pero.

Si estás pensando que las cartas van a ser del rollo «no fue Pepito», lo llevas claro. Lo que tenemos es un montón de medias verdades, datos parciales y «a lo mejor X» que, uno por uno, la verdad es que hacen bien poco pero que poco a poco van formando un puzle en el que ir encajando o imaginándonos las piezas que van faltando. Como un aspecto fundamental de la partida es ver por dónde pasó el asesino y qué arma cogió por el camino (porque el amigo Walton tenía la curiosa manía de ir dejando armas sueltas por las habitaciones de la mansión), saber que una puerta estaba cerrada con llave puede ser la clave que necesitábamos para resolver todo el misterio, así como las contradicciones entre los testimonios de los sospechosos y el servicio.

El control de la información que das y recibes también es importante, y se hace más y más intenso cuanta más gente esté jugando (se supone que esto va de 2 a 8, aunque yo diría que lo ideal es juntar entre cuatro y seis personitos). Hacer una oferta jugosa te puede dar acceso a información muy útil, pero tienes que tener en cuenta que el oponente también se va a beneficiar. Y oye, siempre puedes hacer el mal y devolver la misma carta que te pasaron el último turno, pero estos cortes de mangas al quid pro quo no suelen salir bien a largo plazo.

En cuanto a la dificultad… A ver cómo lo digo… En las tres partidas que hemos jugado (dos de iniciación y una muy fácil) le hemos dado la vuelta al mazo de pistas, así que estoy que me subo por las paredes por saber qué pasará cuando empecemos a jugar con las dificultades más altas e incluyamos la posibilidad de un cómplice con su motivación y todo, que puede ser ya el acabose. Y hablando de jugar más partidas, toca tirón de orejas por este lado, porque tendré que pasarme por la web de la editorial para imprimir hojas de seguimiento, que el cuadernillo que viene es delgado con ansia. Tampoco estoy muy contento que digamos con las pantallas que sí, dan información y trucos muy útiles para descifrar las pistas, pero son un dolor de utilizar. Una pantallita de tres piezas o que se abriera en vertical para poder ir tapando la hoja cuando no la usemos habría estado mucho mejor, y supongo que acabaré por apañar algo por el estilo.

Porque sí, estos Incómodos invitados han llegado a casa para quedarse. Lo transparente del reglamento que te deja centrarte en resolver el misterio, las diferentes formas en las que puedes llegar a la respuesta que necesitas y lo genial del sistema de seleccionar cartas cada partida para asegurarte de tener juego para rato hacen que a mí, que esto de que me salga humillo por las orejas no intentando entender unas reglas, sino buscando la solución al enigma que tengo delante, me baste y sobre para darle a este pedazo de cacho de trozo de juegazo mi sello de aprobación y deciros que, si alguna vez habéis disfrutado viendo Sherlock o echando un Black Stories a la hora del café, esta maravilla os va a hacer petar la perola.

Juego proporcionado por Generación-X.