Reseña: Warhammer Diskwars

Tom Jolly, Lukas Litzsinger, Christian T. Petersen, 2013 - Fantasy Flight Games (2014 - EDGE Entertainment)

A más pinchos en portada, mejor será el juego. Marca Games Workshop.

A más pinchos en portada, mejor será el juego. Marca Games Workshop.

Hecho número uno: los juegos de batallas con miniaturas molan. Desplegar tu ejército sobre la mesa, moverlo hasta chocar con el enemigo y tirar porrones de dados es sinónimo de diversión. Hecho número dos: los juegos de batallas con miniaturas son un peñazo. Montar los muñequitos, pintarlos, guardarlos con cuidado de que no se dañe la pintura y transportarlos en maletas dignas de mafioso de los años 30 es una auténtica tortura para quien simplemente quiera jugar. Allá por el 99, Tom Jolly y Christian T. Petersen tuvieron una idea para conseguir la esencia de estos juegos de miniaturas sin tener que pasar por la parte "miniaturas" del asunto y, tras varios bandazos y algún que otro periodo en el congelador, parece que por fin han encontrado la franquicia adecuada a la que aplicar la fórmula.

Warhammer: Diskwars es exactamente lo que anuncia ser: una adaptación del juego de batallas de miniaturas de Warhammer, pero usando discos en lugar de miniaturas. Cada disco de cartón se corresponde con una unidad de uno de los cuatro ejércitos presentes en la caja (elfos, humanos, orcos y caos), y en él, aparte de una ilustración que de tan detallada y de tanta manía con los fondos oscuros y los pinchos para todo resulta difícil de distinguir en cuanto te alejas un poco, tenemos todas las características importantes y ya clásicas en estos juegos: movimiento, ataque, contraataque, vida, defensa, habilidades especiales y demás. Además de nuestro ejército, tendremos una serie de cartas de mando que utilizaremos durante el juego para dar órdenes a nuestras tropas. Hasta aquí, sin sorpresas.

Cuando juegas el escenario introductorio, tampoco vas a ver tu mundo sacudido: tu tienes tu ejército, el oponente tiene el suyo, vais jugando las cartas de mando, moviendo las tropas y pegándoos. El movimiento de las tropas se hace volteando el disco tantas veces como venga indicado en sus características, y al principio puede resultar un poco lioso, ya que es fácil que el disco se gire o deslice a mitad de movimiento, pero para partidas casuales va de sobra. Si quieres ser un poco más riguroso, siempre puedes poner un tapetito sobre la mesa para evitar resbalones o directamente usar reglas para el movimiento y, en cualquier caso, evita jugar con gente propensa a los «descuidos».

¡Al ataque, mis cartoncetes!

¡Al ataque, mis cartoncetes!

Simplemente con esto tendríamos un juego bastante correcto, pero el juego avanzado es lo que le añade la chispa adecuada: tenemos una fase de preparación antes de la batalla en la que no sólo vamos a personalizar nuestro ejército y a colocar losetas de cartón para representar accidentes de terreno como bosques, pantanos o riscos, sino que también decidiremos al «semiazar» las condiciones generales especiales de la partida y los objetivos de cada jugador, que van a ser secretos. Esto le da un punto de variedad y una capa adicional de juego al intentar tanto cumplir tus objetivos como intentar adivinar cuáles son los del oponente para impedírselos, y es algo que se agradece en este tipo de juegos en el que es tan fácil caer en el «tú aquí, tú allá, hala, partíos el alma» que, pasado un tiempo, se hace bastante repetitivo, y si quisiéramos estar haciendo siempre lo mismo en plan máquina jugaríamos a juegos de Feld.

En cuanto a la necesidad de expansiones, cosa que también es mal endémico de este tipo de juegos, no nos vamos a engañar: a poco que el juego te guste, vas a querer añadir más. Para echar un par de partidas de vez en cuando la caja básica te basta y sobra, pero si empiezas a plantearte campañas, torneos y demás vas a querer una segunda caja para jugar en mesas grandes, buscarás la expansión de los enanos y la de los vampiros… y, por suerte para ti, ya, que aunque la posibilidad de coleccionar está ahí, podrías meterte en cosas peores y, al menos, no es Netrunner con sus paquetitos mensuales. En un año de vida, Warhammer: Diskwars ha visto dos expansiones, y eso ya es un ritmo algo más o menos asumible.

Lo mejor: si siempre has querido jugar a Warhammer pero tu cuenta corriente y espacio en casa no te lo permitían, estás de enhorabuena.

Lo peor: al principio es fácil meter la pata a la hora de mover los discos.

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1 Comment on Reseña: Warhammer Diskwars

  1. escueladejuegos // enero 20, 2015 en 8:02 pm // Responder

    «Miniaturas» en barato, para 2 sin necesidad de expansiones para partidas esporádicas…pinta bien. Nos ha animado a leer el reglamento, buena reseña!

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