Reseña: Battlelore (Second Edition)

Richard Borg y Robert A. Kouba, 2013 - Fantasy Flight Games (EDGE Entertainment)

Bendito Terrinoth, cuántas alegrías nos das.

Si me conocéis, ya sabréis que Memoir'44 es uno de mis juegos favoritos, así que cuando este juego fue presentado en las GenCon de 2013 no pudo no despertarme interés, más cuando la adquisición y posterior abandono de la primera edición del juego por parte de FFG me había dejado un gusto amargo en la boca, a lo que se sumaba que la versión que publicaron adaptada a Canción de Hielo y Fuego no me acabó de convencer. Pero como había leído que la compasión y la capacidad de perdonar son características de un gran hombre y ya no sé qué hacer para pasar del metro setenta, decidí darles un voto de confianza. Borrón, cuenta nueva y al lío.

Abrir la caja de Battlelore 2 es una de esas sensaciones que nuestro niño interior siempre busca: plasticazo por doquier, noventa y dos miniaturas, incluyendo dos bien grandotas y más cosas que a quién le importan porque estamos cogiendo las figuritas de una en una para ver los detalles y jugando con ellas como con los vaqueros que nos había comprado el abuelo en el mercadillo ayer, ¿o fue hace treinta años? Con esto de los flashbacks uno nunca puede estar seguro del todo.

Una vez superado el síndrome de Stendhal, empapadas las reglas y convencido a alguien para que juegue contigo toca preparar la partida. La principal diferencia de Battlelore 2 con su primera edición, con Memoir’44 y con la mayoría de los juegos de guerra de Richard Borg es que, en lugar de jugar escenarios prefijados, cada jugador escoge al principio de la partida una parte de escenario, según su facción, que al revelarse forman tanto el mapa como las condiciones de victoria para ambos jugadores. Como cada bando tiene 7 cartas, esto nos da un total de 49 configuraciones iniciales posibles, el doble si tenemos en cuenta que ambos bandos son muy distintos y jugar con los humanos o con los demonios va a influir en tu estrategia y tu experiencia de juego.

Otro detalle en el que Battlelore 2 innova es en la configuración inicial de tropas: en lugar de tener la cantidad y posición de gente determinados por el escenario, cada jugador tiene 50 puntos para comprar soldados (o canes infernales, que cada cual camine como él camele), y luego los coloca en el tablero como considere conveniente teniendo en cuenta el terreno y los objetivos. Esto es algo que echaba de menos en otros juegos más históricos y que me encantaba de mi época de jugar a juegos de batallas de miniaturas: estudiar el terreno, pensar en cuáles van a ser los planes del enemigo y desplegar las tropas del modo que considere más ventajoso. Por otro lado, en el mundo de los juegos de mesa suele imperar más el concepto «plug & play» y para satisfacer esos paladares cada bando tiene tres ejércitos estándar prediseñados que puedes escoger si no te apetece sacar la calculadora del cajón.

Nada como el olor a plástico por la mañana.

El desarrollo del juego ya tiene bastante más que ver con sus predecesores: juegas una carta que te dice qué tropas puedes activar ese turno, las mueves, tiras dados si vas a atacar y chimpún. Por supuesto, al tratarse de un juego de fantasía medieval, cada bando tiene tropas con características especiales (arqueros con flechas envenenadas, gólems inamovibles, halcones gigantes voladores y demás), así como hechizos mágicos que puedes lanzar usando el maná que irás adquiriendo a lo largo de la partida. Si ya has jugado a algún juego anterior de Borg, sólo tendrás que aprender un par de reglas y olvidar otro par, mientras que si no lo has hecho puedes estar listo para la batalla en cinco minutos de explicación.

En cuanto a experiencia de juego, veo Battlelore 2 a medio camino entre el primer Battlelore, en el que la formación de las líneas de batallas y la coordinación entre las tropas de un bando eran fundamentales y Batallas de Poniente, que ponía todo el centro de atención en los personajes «con nombre» y las tropas regulares eran poco más que comparsas. En Battelore 2 cada tipo de tropa es especial a su propio estilo, y la chispa del juego está en saber seleccionar a la unidad adecuada para la tarea concreta. También es de agradecer el cambio en condiciones de victoria: ahora, en lugar de simplemente ser el primero en eliminar X unidades enemigas, los puntos de victoria se consiguen por objetivos más concretos como ocupar ciertos espacios del tablero o eliminar unidades concretas, lo que da mucha más variedad al juego, además de obligarte a pensar de manera distinta a la hora de enfrentar cada partida.

Battlelore 2 es el juego que Warhammer debería haber sido. Para mí no reemplaza a la primera edición, ya que la experiencia que me da cada juego es distinta: si en la primera cada turno y cada movimiento es clave y la principal preocupación es mantener la propia línea de batalla a la vez que intentas romper la del contrario, en ésta la carga estratégica y de planificación antes de la batalla es mayor, mientras que una vez que las espadas ya están desenvainadas es todo cuestión de aprovechar las cualidades de cada unidad al máximo y saber aprovechar las oportunidades que brindan el azar de los dados y los hechizos que consigas lanzar.

Cuidado: se te puede ir de las manos.

Ahora sólo queda esperar a que Fantasy Flight Games decida sacar más ejércitos para el juego: las batallas entre humanos y demonios son espectaculares pero, ¿cómo de molón sería añadir elfos, enanos, orcos y muertos vivientes al menú?

Lo mejor: un gran juego que ofrece en una caja cerrada lo que antes no conseguías hasta haber comprado cientos de figuras.

Lo peor: está pidiendo a gritos expansiones con más bandos.

 

 

 

1 Comment on Reseña: Battlelore (Second Edition)

  1. gracias por la reseña, la verdad es que me parece interesante y mas sabiendo que edge lo lanza en español en principio la semana que viene 🙂

Responder a ManuCancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde El dado de Jack

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo