Los impostores: miénteme, ladrón.

Sweet little lies.

Hoax – Bill Eberle, Edward Horn, Jr., Jack Kittredge y Peter Olotka, 2016 – Fantasy Flight Games (EDGE Entertainment)

Ficha en BoardGameGeek

Sweet little lies.

Sweet little lies.

Los juegos de roles ocultos son uno de mis géneros favoritos pero, por otra parte, es muy difícil a estas alturas encontrar algo nuevo. Y cuando abrí la cajita de Los Impostores y le eché un vistazo a las reglas, lo primero que pensé fue un «vaya, otro Coup«. Luego investigué un poquito más y resulta que Los Impostores está basado en un juego de 1981 que, a su vez, fue la «inspiración» (por decirlo de una manera suave) para Coup. O sea que estamos ante una segunda edición de un juego en el que se basó otro juego del que esta segunda edición toma cosas prestadas, dando la vuelta completa.

Otra cosita que me llamó la atención fue ver los nombres que aparecían en la caja: Peter Olotka, Jack Kittredge, Bill Eberle…, ¿de qué me suenan? Y es que me suenan de ver esos mismos nombres en la caja de uno de mis juegos favoritos: Cosmic Encounter. Pues oye, eso que me llevo. También es verdad que, inexorablemente, cada vez que juego a Cosmic Encounter con gente nueva hay al menos un jugador que odia lo que está pasando ahí (y al menos otro que piensa que es lo mejor que le ha pasado sentado frente a un montón de cartoncitos y fichas de plástico). El sentimiento yogurlado va tomando fuerza: ¿qué me voy a encontrar realmente, cuando llegue la hora de ponerse manos a la obra?

En Los Impostores llevamos a un caradura que acaba de enterarse de la muerte de un magnate muchimillonario y ha decidido arrasar con lo que vea y generoso no ser. Claro que no somos los únicos, y cada cual afirma ser un miembro del círculo interno del magnate en cuestión. No tenemos pruebas para afirmar que nadie esté mintiendo, pero es que tampoco tenemos muchas ganas de que nos descubran a nosotros, así que vamos a ir metiéndonos candelabros y cubertería de plata en los bolsillos poquito a poco mientras miramos al resto de reojo esperando pillarlos en un renuncio y desenmascararlos.

Al principio del juego vamos a recibir una carta que nos dice quiénes somos en realidad, una tarjetita con los nombres de todos los distintos personajes posibles y qué pueden hacer y uno de tres recursos posibles. En nuestro turno empezaremos, sí o sí, por afirmar ser uno de los personajes y realizar su acción, en plan «soy el mayordomo, así que Pepita y yo recibimos un recurso cada uno». Luego, si tenemos un recurso de cada tipo, podemos investigar a otro jugador, que nos dará cuatro cartas entre las que se encuentra la de su personaje; y, por último, podemos acusar: en este caso, le enseñamos a nuestro objetivo la carta del personaje que creemos que es y, si tenemos razón, ese jugador es eliminado pero, si estábamos equivocados, los eliminados somos nosotros, que la vida es así.

Nada más que esto hace falta para saquear una mansión.

Nada más que esto hace falta para saquear una mansión.

Cuando alguien intenta la primera acción de su turno, alguien puede decir «naranjas; tú no eres el yerno» y se vota. Si la mayoría de la gente opina que estás siendo sincero la partida continúa pero, si el voto es en tu contra, tienes que decir si estabas mintiendo o no. Si mentías, te quedas sin acción y no vas a poder volver a afirmar ser esa persona de nuevo (haciendo además más fácil que descubran quién eras en realidad) pero si decías la verdad, entonces te levantas de la silla, haces una pose de triunfo y gritas: «mirad esto, pringaos«. Enseñas tu carta y has ganado automáticamente. La otra forma de ganar es ser el único jugador en pie, pero no es tan satisfactorio.

Los Impostores, siendo un juego muy antiguo, trae a la mesa sensaciones muy nuevas. Cada turno, cada mentira (o cada verdad) es en cierto modo un órdago y un momento de duda en el que la partida puede terminar de repente pero, al mismo tiempo, estás jugando a largo plazo, buscando conseguir recursos poquito a poco, recordar todas las pistas que tienes en contra de cada otro jugador y lanzar tu acusación final. Y qué gustito da cuando esa investigación da frutos, sobre todo si es antes de que te hayan pillado a ti mismo. Y sí, es un juego muy distinto a Coup, al que puedes jugar desde un punto de vista completamente analítico, contando cuántas cartas tiene cada uno, qué puede haber en el mazo y qué ha afirmado o negado ser cada uno. Aquí estás jugando a la vez el papel de investigador (y, si los juegos de deducción lógica te llaman, aquí vas a tener de dónde rascar) y el de farsante, con la verdad ocasional lanzada de manera casual a ver si consigues ese hoyo en uno de que no te crean. Hay muchos juegos de roles ocultos por ahí, cierto. Y Los Impostores es uno de los buenos.

Lo amarás: si mezclar Cluedo y Póker es un cóctel que te llama.

Lo odiarás: si tienes memoria de pez o no sabes mentir.

 

 

 

 

2 Comments on Los impostores: miénteme, ladrón.

  1. se agradece esta reseña, el juego me llamaba pero no habia info por ningun lado! me lo pillo, me has convencido!

  2. Mejor o peor que mascarade?? que tengo ese y es muy similar por lo que veo pero a mis compis de juego no les gusta mucho.

Responder a AlabasterCancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde El dado de Jack

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo