El oráculo de Delfos – Es lo mismo, pero no es igual.

Mete dioses, fuego mágico y lo que quieras en la portada que a mí no me la das, Stefan.

Das Orakel von Delphi. Stefan Feld, 2016 – Pegasus Spiele (Ludosentinel)

Ficha en BoardGameGeek

Mete dioses, fuego mágico y lo que quieras en la portada que a mí no me la das, Stefan.

Mete dioses, fuego mágico y lo que quieras en la portada que a mí no me la das, Stefan.

A nadie voy a sorprender ahora si digo que no soy precisamente el presidente del club de fans de Stefan Feld, que son unos cuantos años los que llevo por aquí y ya nos conocemos. Mi opinión sobre la mayoría de sus juegos es que se limita a coger un montón de mecánicas sosas distintas, las une con un mecanismo para elegir a cuál de los minijuegos vas a jugar ese turno y venga, a correr. No ayuda que la interacción entre jugadores la suela limitar a «maldita sea, te has pillado la loseta de 5 puntos antes que yo y ahora me tengo que conformar con la que da sólo 4», claro, pero siempre hay gente a la que eso de averiguar cuál de los minijuegos va a dar más puntetes y hacerse con esa loseta de 5 puntos antes que los demás les guste, y habrá que quererlos igual, supongo.

Pero esta vez no, esta vez es distinto, me dicen con ojos soñadores. Verás, ya no se trata de sacar puntitos, sino de una carrera. Hay que hacer doce cosas distintas, y el primero que lo consiga y que vuelva a enseñarle el fruto de sus esfuerzos a Zeus (porque ahora ya no somos comerciantes renacentistas, sino héroes mitológicos, ¿ves? Totalmente distinto) será el que gane. Y yo preguntándome si no será como Istanbul, pero que cómo va a ser igual, me dicen que estamos hablando de Stefan Feld y seguro que será mucho mejor. Promesas, promesas.

Navegar sin temor por el Egeo es lo mejor.

Navegar sin temor por el Egeo es lo mejor.

Podría terminar la reseña aquí, y decir que el tema es ausente y al final lo que nos queda es un juego como los demás que ha cambiado el «si terminas la tarea A te doy 5 puntos» por un «tú termínalas todas y ya veremos» y punto, pero eso sería muy injusto: que todos hemos leído «Stefan Feld» en la portada y criticar a Feld por hacer muevecubos sin alma es como criticar al gato por dejarte pelos en la ropa: la criaturita no sabe hacer otra cosa, no es culpa suya. Así que la pregunta sería más bien: si quiero un muevecubos sin alma, ¿me va a satisfacer este El Oráculo de Delfos o mejor seguimos sacándoles lustre a las losetitas de Die Burgen von Burgund?

Y la verdad es que, bueno, el juego no está mal, para ser lo que es. Aquí el mecanismo que une los minijuegos son unos dados de colores que tiras al final de tu turno (buen apaño para intentar evitar el entreturno, porque las opciones son muchas y la cosa se podría eternizar si no) y luego vas a usar cada dado para una acción. Así, básicamente, usas un dado rosa para moverte a un espacio rosa en el tablero, recoger un cubito rosa, atacar a un monstruo rosa, descargar una mercancía rosa y demás, siempre que sea rosa. Cada vez que cumples una de las tareas, recibes una bonificación momentánea o permanente, y así se queda el asunto. El típico puzle de Feld, vamos, y si te gustó uno es difícil que otro no te guste.

Pero hay un par de detallitos que quizá hagan replantearte si este El Oráculo de Delfos es el Feld que quieres. Lo más frustrante, sin duda, es el brutal peso del azar que tiene el juego, ya que de los cuatro tipos de tareas que tienes que cumplir dos son un «a ver si toca». Para matar a un monstruo tienes que tirar un dado de 10 caras y que la suma sea superior a 9 menos los escudos que tengas, y es más que complicado hacerte con escudos aquí. Sí, puedes gastar recursos para repetir tiradas, en plan un recurso por tirada, y cada vez que repitas restas uno a la fuerza del bicho, pero sigue siendo frustrante que en un juego que se supone va de planificar tus jugadas al detalle luego tires un dado a ver qué sale. Igual con otra, en la que tienes que colocar tres edificios en tres casillas, cada una con un símbolo. Levantas la casilla oculta y, si tiene el símbolo de uno de tus edificios, hale, acción gratis por tu cara bonita. Como diría el hombre más poderoso del mundo libre, BAD!!!!!!!

Mirame a los ojos y dime que ver estas losetitas no te hace pensar en épicas aventuras.

Mirame a la cara y dime que ver estas losetitas no te hace pensar en épicas aventuras.

Y luego está el momento «te doy un capón aleatorio así porque me da la gana». Cada ronda se tira un dado y, si el resultado es mayor que tu nivel de escudos (y esto es complicado de subir), pues hale, herida que te comes. Y si sale un seis, dos heridas para todo el mundo, que no hay nada más divertido que ver cómo un montón de cartón y madera te hace una peineta. Y si acumulas seis heridas (o tres iguales), este señor al que consideran uno de los mejores diseñadores de juegos del mundo ha decidido que vas a perder un turno entero. En un juego de estrategia de más de una hora. En el que pensar cada turno te puede llevar un buen tiempo. Váyase usted a paseo, señor Feld.

Para mí, El Oráculo de Delfos es uno de estos ejemplos claros de ir a rólex o ir a setas. Cuando quiero enfrentarme a un puzle y que me salga humo de las orejas de pensar, quiero depender de mí mismo o de lo que me trasteen los demás jugadores, como en Five Tribes, no que al final todo se pueda ir al traste por levantar una loseta con el símbolo que no es o por sacar seis unos seguidos en el dado. Y si quiero aventuras y jugármela, quiero algo más directo y que realmente me emocione, no que la recompensa sea descartar una loseta y que me den tres fichas. Por otro lado, si todo lo que haga este señor te parece bien, tampoco es tan distinto de sus demás diseños como para que te eche para atrás, y éste al menos es más agradable a la vista y te obliga a hacer un poquito de todo en lugar de centrarte en el combo ganador.

Juego proporcionado por Generación-X.

 

6 Comments on El oráculo de Delfos – Es lo mismo, pero no es igual.

  1. Discrepo completamente en cuanto al tema del azar. El que quiera matar monstruos tirando el dado, allá él, pero tienes un Dios la mar de mono que te los mata directamente, y este dios es facil activarlo.

    Y, segundo, los escudos son dificiles de subir… en la primera partida. El defecto que realmente tiene este Delphi es su rejugabilidad, y es que a las 2 partidas ya sabes que primero hay que hacer las estatuas, que te dan los personajes que o te suben escudos, o te permiten «volar» sobre el tablero o «convierten en comodines un color». Y no es complicado entregar 2 estatuas de forma rapida y ale, ya podrias tener 4 escudos, por lo que enfrentarse al monstruop con un dado de 10 caras ya no es tanta locura.

    Respecto a las cartas de daño, perder un turno entero es porque has dejado que se acumulen. Nadie te impide gastarte un dadete en limpiar cartas. Y eso sin olvidarnos de los personajes que te protegen contra colores o te dan los escudos (de nuevo, lo primero que hay que hacer en la partida). No es esta la primera vez que Feld usa este mecanismo. Es más, mas azaroso me parece el Borgoña, que a medida que pasan las rondas y te acercas al final de una fase la mitad de los valores que tienes suelen no servirte para nada, mientras que aquí siempre tienes alternativas con los dados.

    Si Delphi te ha parecido azaroso, espero que nunca te pongan por delante Bruges. Eso sí, coincido en que es el peor juego de Feld de los últimos años, pero por su rejugabilidad, no por su azar.

    • Ese dios tan mono y que tan fácil es activarlo… ¿No será siempre que te salgan (en este caso a los demás jugadores) resultados negros en los dados?
      Y hacer perder un turno a un jugador (ah vale, que la solución es que te salga lo que te tiene que salir en los dados y perder medio turno varias veces) es mal diseño en un juego largo se mire por donde se mire. Que venga el «mesías del diseño» a ponerme un juego de estrategia con mecanismo de pérdida de turno en 2016 es de traca, y si nos parece mal en Munchkin, también nos tiene que parecer mal aquí.

    • He jugado 5 partidas y si, es fácil activarlo, incluso a 2, que hay menos probabilidades. Y en todas esas partidas, a lo sumo he perdido un turno y siempre culpa mía, porque de veía venir que lo iba a perder si no actuaba. No discuto que haya azar, discuto que sea lo relevante para argumentar que no es un diseño interesante, cuando claramente, en un juego de este tipo que bebe tanto del Borgoña, le veas el patrón en las 2 primeras partidas. Es repetitivo y con aún menos interacción que Borgoña. Estos son sus males y no que pierdas un turno de higo a brevas :p

  2. En lo de los patrones sí te voy a dar la razón, y efectivamente nosotros también le vimos bien poquito recorrido. Uno de esos casos de tablero modular que promete mucho pero a la hora de la verdad cambia muy poco.

  3. Betote, ¿de verdad lo has jugado? 😐

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