Dice Drivin’: racing like it’s 1989

No os asustéis: el "dices" está arreglado en la versión final.

Rodrigo González, 2016 – Vorpalia Games

Ficha en BoardGameGeek

No os asustéis: el "dices" está arreglado en la versión final.

No os asustéis: el “dices” está arreglado en la versión final.

¿Dos juegos españoles en la misma semana? ¿Estamos locos o qué? Pues sí, qué queréis que os diga: las Ludo Ergo Sum de este año han venido cargaditas tanto de calor como de novedades (y me pondríais en un brete si me pidiérais que os dijese de cuál de las dos cosas hubo más). Dice Drivin’ es un juego salido a través de Kickstarter con bastante éxito para tratarse del primero juego de mesa que publicaba Vorpalia y, todo hay que decirlo, a pesar del inglés de primero de la ESO que se han gastado a lo largo de la campaña: gente, la profesión de traductor está ahí, y sus servicios se pagan, por algo. Pero en fin.

Abrir la caja de Dice Drivin’ da una sensación de yogulado: por un lado, las cartas son de un gramaje bastante decente y el diseño a lo “8 bits”, como el de Monstruo Final, recordando a aquellos primeros juegos de carreras de máquina recreativa queda muy logrado, así como los dados grabados que siempre son de agradecer en un juego en el que los vamos a tirar tantas veces; sin embargo, las fichas que utilizaremos a lo largo de la partida están impresas en un cartón demasiado delgado. Bien es verdad que el juego es bastante barato para todo lo que trae y que quienes quieran unos coches más molones tendrá opción de comprarlos aparte, pero es que yo soy de esos que prefieren pagar un poco más por mejores materiales, qué queréis que os diga.

¡No soples, que vamos ganando!

¡No soples, que vamos ganando!

Y por terminar de poner verdes a autor y editor del juego, también tengo que criticar la estructura del libreto de reglas y la falta de una tarjetita de ayuda que nos recordara los efectos de cada resultado, en especial los crash. Como soy casta y fue el propio autor del juego el que me enseñó a jugar, sólo he tenido que ir consultando alguna regla concreta aquí y allá, pero es que la solución es tan fácil que me da rabia que no esté ahí. Una descarga en la página oficial del juego o algo así sería inmensamente útil, ahí lo dejo. Guiño guiño, codazo codazo.

Ahora, vamos a dejar de quejarnos por un momento y centrarnos en el juego. Básicamente, estáis en una carrera ilegal entre coches ochenteros y queréis ser los primeros en llegar a la meta. La carretera está formada por un mazo de tramos con más o menos cartas según lo que queramos que dure la partida (yo prefiero jugar a 5 tramos y echar varias partidas en plan campeonato, pero allá cada cual) y cada carta nos indica qué resultados tenemos que “gastar” para avanzar una casilla en ella. Cuando nos llega el turno, decidimos qué dados queremos tirar de entre los tres tipos distintos (conducción, potencia y nitro) y hale, a avanzar lo que podamos. Según el bólido que hayamos elegido al principio, tendremos una cantidad de cartas especiales que usar con truquitos como añadir resultados a un dado, repetir tiradas y esas cosillas.

¿Y ya está? Pues sí: Dice Drivin’ no pretende ser una simulación exhaustiva al estilo de Race! Formula 90, ni convertirse en el evento principal de una velada de juegos como pudiera ser Thunder Alley, pero sí es un juego ideal para los aficionados a los juegos de forzar la suerte fácil de explicar (si no intentas hacerlo leyendo directamente el reglamento) y muy dado a los momentos de tirada épica en la que avanzas cuatro casillas del tirón o te revienta el motor justo antes de llegar a meta.

A ésta se la conoce en determinados círculos como "la tirada rancia".

A ésta se la conoce en determinados círculos como “la tirada rancia”.

Mención aparte, y una muestra más de que Dice Drivin’ es un juego al que se ha puesto mucho cariño, es la cantidad de variantes que podemos encontrar en una cajita tan pequeña: desde tramos alternativos con saltos, muchedumbres enfurecidas y controles de la Guardia Civil a variantes en solitario, modos de persecución, casillas con sorpresa a lo Mario Kart o los coches alternativos que en ningún momento son ni pretenden ser la furgoneta del Equipo-A, el Coche Fantástico, el DeLorean de Regreso al Futuro, el coche de los Cazafantasmas ni el de los Dukes de Hazzard, sino otros cinco bólidos completamente distintos, se lo juro, señor juez.

En definitiva, un filler de carreras muy recomendable si te tira la nostalgia y no te da miedo el azar, que quizá agradecería un aumento de calidad en componentes, eso sí, pero que vale lo que cuesta y muestra que se puede hacer mucho con muy poco. Eso sí, ¡procura no sacar cinco crash!

 

 

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