Capitán Flint: con las manos colorás.

Josep M. Allué, 2015 - Viravi Edicions 2-6 jugadores, 15 minutos

¡Sustaco!

¡Sustaco!

En Viravi están que no paran. Después de estrenarse con un pepinaco como Una noche: el hombre lobo y tenernos con los dientes largos esperando Castles of Mad King Ludwig y El favor del faraón, nos salen ahora con juegos de producción propia. Y yo me echo a temblar: ¿se habrán emborrachado de poder y aprovechado su estatus de editorial emergente para colarnos ahora el juego de su primo Jacinto, que es muy majo y le hace mucha ilusión?

¡Sustaco!

El primo Jacinto en cuestión es Josep M. Allué, que ya tiene tablas en el mundillo y un gusto exquisito por las camisas, así que un poquito menos de miedo ya nos da, al menos por la parte del diseño. Y, al abrir la caja, tampoco asustan los componentes: cartas de buen gramaje, coloridas y con el buen tino de tener los bordes blancos, que es un juego en el que van a ver bastante tute y no mola que se empiecen a picar los bordes en la primera partida. Punto por ellos, que ya está bien de juegos impresos en cartulina que se desintegran al roce de los risketos.

Pero hablemos de la experiencia de juego. Capitán Flint es un juego destinado al público infantil, y las ilustraciones de la caja y las cartas no dejan lugar a duda, así que toquecito de sombrero a Natàlia Romero. Luego abrimos la caja y vemos el tocho del libreto de reglas y nos da un parrús, hasta que nos damos cuenta de que han usado el mismo libreto para plantarnos reglas en seis idiomas: español, catalán, inglés, francés e italiano, así que el susto se nos pasa un poquito también por ese lado.

Lo que queremos hacer en Capitán Flint es conseguir la máxima cantidad de tesoro del cofre perdido del malevoléfico, fantasma homónimo antes de que éste aparezca y tengamos que huir, porque es lo que se hace cuando aparece el fantasma de un pirata, por muy cuqui que sea, y lo hacemos en una mezcla de mecánicas de forzar la suerte con un toque de destreza: locos por la estrategia, avisados quedáis.

En tu turno, coges una carta del cofre, la plantas sobre la mesa y entonces decides si quieres usar uno de tus cuatro sacos para llevarte todas las cartas que coindican en color o tipo con la de tu saco, o si sacas otra carta. Así hasta que todos los jugadores se hayan quedado sin sacos o aparezca el fantasma, barajado entre las últimas 25 cartas. Hale, ya está. Para añadirle un poco de chispa, se incluyen cartas de pirata que eliminan un tipo de tesoro de la mesa y algunos símbolos: un cofre que te obliga a sacar una carta más, unos garfios que te impiden sacar una segunda carta y un sobrero pirata que, cuando aparece por tercera vez, hace que todo el mundo vaya a soltarle un bofetón al pobre loro y, el primero que lo haga, se queda con las cartas que tienen ese símbolo, al más puro estilo Jungle Speed.

El pobre loro no sonreiría tanto si supiese la que le espera.

El pobre loro no sonreiría tanto si supiese la que le espera.

Así, con muy poquito, Capitán Flint consigue su propósito principal: ser divertido, entretener y hacer que nadie se sienta excluido. El elemento de destreza hace que todo el mundo esté atento a qué carta sale, eliminando el entreturno y, aunque los más cortos de reflejos están en franca desventaja, tampoco es que la ventaja de puntos ahí sea determinante. Quizá me sobren un tanto, al menos si no se juega con la variante «experta», las cartas de garfio, y le daría al que saca una carta de pirata la opción de sacar otra antes de decidir si usar el saco, para evitar algún turno muerto que otro cuando salen pero, en general, he quedado muy contento con esta versión chorra de Port Royal. Uno de esos pocos grandes juegos para niños que puedes disfrutar si eres adulto sólo cronológicamente.

Te gustará si: quieres compartir juego con tus peques sin renunciar a pasártelo bien tú también.

Lo odiarás si: juegas con gente de uñas largas y anillos puntiagudos.

Juego proporcionado por Viravi 

 

2 Comments on Capitán Flint: con las manos colorás.

  1. ¿Toquecito de sombrero a las ilustraciones?

    ¿Eso es bueno o malo?

    Si significa que te quitas el sombrero porque se ajustan al público infantl vamos mal. Yo creo que ir dirigido al público infantil no tiene que querer decir que el dibujo lo pueda hacer un niño de 6 años. Y esto último es desgraciadamente lo que parece.

    Mucho martillo pero cuando una cosa clama al cielo y decimos que estas ilustraciones molan…

    El juego (la portada) es realmente feo. Y no es una cosa subjetiva. Las ilustraciones son malas. Son el motivo por el que no me compraré el juego. Cosa que me sabe mal porque dicen que no está mal y, además, es de Allué, amiguete, buena gente y buen autor. Al pobre Allué entre este y el Baobab (juegazo, por cierto) parece que le odien los ilustradores.

  2. Hombre, no son Vincent Dutrait ni Pedro Soto, pero a mí me recuerdan a portadas de juegos de HABA, que diría que es el objetivo ahí.

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